Capítulo 46

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Helena leía tranquilamente un libro, mientras se encontraba sentada en un sillón colocado a la cabecera de una gran mesa de madera que se ubicaba en el centro de una sala, rodeada solo por siete sillas, el lugar era tranquilo y silencioso, pero muy iluminado con un hermoso candil de cristal, los muros se encontraban decorados con distintas pinturas de diferentes colores y paisajes que le daban vida al lugar y no solo por lo que contenían, sino porque si los mirabas fijamente, se podía sentir como te trasportaban al lugar que aparecía en ellas.

De pronto apareció una joven que, sin interrumpirla, colocó una jarra de té con varias tazas a su alrededor, así como dos charolas con galletas y fruta, después de dejar lista la mesa para la recepción, se retiró de la misma forma en que llegó. Sin embargo esa tranquilidad no duro mucho, porque minutos después ingreso Edmund en la habitación:

- Discúlpeme señora por haberla hecho esperar, espero no se moleste con este fiel servidor suyo – mientras se inclinaba ante ella, con una sonrisa de satisfacción por poder verla.

- ¿Cómo podría enojarme contigo? – cerro el libro que estaba leyendo – además no llegaste tarde, yo llegué temprano - le contestó cortésmente mientras le indicaba que se sentara con la mano en una de las sillas.

- Se lo agradezco – le contestó mientras tomaba asiento – por estos momentos es por los que valen la pena estas reuniones – pensó Edmund– es tan hermosa y delicada mientras la miraba anonadado.

Sin embargo no duro mucho su fantasía, porque en ese momento fue interrumpido por la voz de Jahzeel quien ya se encontraba sentado frente a él, volteó sorprendido porque no tenía idea de en qué momento entró en la habitación, estaba tan emocionado y enfocado, que no veía nada más que a la bella dama que lo recibió en el lugar:

- Tan distraído como siempre Edmund, a veces dudó si harás tus encargos como se te piden – mientras ojeaba unos documentos frente a él.

- ¡Por supuesto que realizo todo lo que se me pide al pie de la letra! si tienes dudas puedes preguntar a quién quieras y sabrás que doy excelentes resultados en todo lo que hasta ahora se me ha confiado – lo miro desafiante.

- Pues yo estoy de acuerdo con Jahzeel, creo que sólo pierdes el tiempo y no haces las cosas con atención – se acomodó los lentes – eres demasiado lento.

- ¡Tú también! – exclamo tratando de disimular porque tampoco se dio cuenta en que momento entró Darinka en el lugar.

- No se peleen – les dijo Helena interrumpiéndolos – me gusta ver que se lleven tan bien – sonrió – no tienen por qué discutir sobre quien es mejor o no en algo, saben perfectamente, que si están aquí... en este lugar, son los mejores ¿o me equivoco?

- Nada de eso señora, me hace muy feliz saber que usted me reconozca – contesto Edmund emocionado – para mí eso es suficiente – mirando de reojo a los otros dos.

- ¡Por supuesto señora! – siempre a su servicio se inclinó Darinka.

- No tengo nada que decir al respecto – contestó Jahzeel con la seriedad que lo caracterizaba.

- Muy bien, comencemos entonces con la reunión que el tiempo apremia – le indicó con la mano – inicia Edmund que nos tienes que decir sobre tu investigación.

- Por donde comienzo – y al decir esto aparecieron ante él una serie de papeles – parece que hay movimiento entre los dioses, han estado enviando vigilantes a diferentes sectores porque se han estado reuniendo seres de distintas índoles de la tierra para oponerse al Dios de la tierra que funge actualmente.

El Hijo de la MuerteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora