Capítulo 14

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Todos los días eran iguales, así que no sabía el tiempo que había transcurrido en su educación, pero a pesar de todo lo que tenía que leer, siempre descubría algo nuevo, porque no solo aprendía conocimiento general, sino que se le iban revelando algunos secretos y habilidades que antes no había detectado. Entre las cuales descubrió algunas de las cosas que podía hacer, como mover cosas de lejos, aparecer y desaparecer de una habitación a otra, mirar a través de la distancia y de la oscuridad, entre otras. Por lo que cuando tenía oportunidad las ponía en práctica para romper un poco con su rutina.

Pero la habilidad a la que le puso más interés en ese encierro, fue que descubrió la forma de salir del castillo y volver al mundo humano, el único problema era cuando lo podría utilizar porque Jahzeel no se le despegaba ni un segundo y no sabía si realmente había forma de evadirlo.

Así que en todo el tiempo buscaba el momento oportuno para realizarlo, puesto que a pesar de que todo lo que estaba viviendo era interesante y nuevo, de alguna forma quería saber cómo se encontraba el mundo que había abandonado, de alguna forma quería volver a ver lo que había pasado con las personas que alguna vez convivieron con él y tenía curiosidad que tanto había cambiado ese mundo en su ausencia.

Sin embargo para su mala suerte nunca llegaba nadie a interrumpirlos, así que parecía una misión imposible de llevar a cabo, por lo que creyó que se quedaría sin poder siquiera intentarlo, así que tomo su libro y continúo con su lectura. De repente llegó un mensajero al castillo, Jahzeel lo recibió y lo hizo pasar a un privado que se encontraba del lado opuesto de la sala de estudio, al ver que no salía por un tiempo, aprovecho la ocasión y salió del castillo dirigiéndose a los jardines.

Al llegar al lugar que buscaba dentro del jardín de acuerdo a uno de los libros que había leído, se detuvo tratando de recordar la imagen que vio con la del lugar que tenía frente a él, se trataba de un arco enredado con espinas y hermosas rosas negras, por lo que tal y como lo leyó, poso su mano dentro del marco y al pasar por él se dio cuenta que ya no se encontraba en el castillo, así que al verse por primera vez libre después de tanto tiempo, comenzó a caminar.

Mientras avanzaba en su trayecto, observaba como se veía la ciudad desde su ausencia, a pesar de que desconocía el tiempo que había transcurrido, no parecía muy diferente el lugar, sin embargo se veía distinto a sus ojos, no era lo mismo que antes, porque ahora, sus ojos apreciaban distintas cosas y seres que comparten el mismo tiempo y espacio, que el ojo humano no puede ver.

Sin embargo eso no llamó su atención en realidad, por lo que menos quería ver eran más seres como él, así que decidió ignorar su entorno por un momento y siguió caminando sin rumbo determinado, envuelto en sus pensamientos y recuerdos de lo que alguna vez vivió en ese lugar, que aunque no fueron de lo mejor, formaron parte de su existencia.

Después de caminar sin rumbo, sin darse cuenta, terminó parado en un puente colgante muy iluminado, lleno de largos cables que lo sujetaban, debajo de éste, corría un río profundo con gran cauce, por lo que se detuvo, se recargó en él y perdió su mirada en la profundidad de las aguas.

Se quedó por un largo tiempo observándolo, como tratando de hundir sus pensamientos en la profundidad del agua, porque a pesar de haber aprendido sobre tantas cosas, seguía teniendo dudas que no había podido aclarar, por lo que comenzó hablarse a sí mismo: -tengo que hacer tantas cosas, o más bien, estoy obligado hacerlas y simplemente no quiero, pero parece que lamentablemente no tengo opción –suspiró - por un segundo creí que ya era difícil vivir con una familia que no me aceptaba, pero ahora, todo es peor, no tengo idea para que me estoy preparando, a veces pienso si mi situación puede empeorar.

El Hijo de la MuerteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora