Capítulo 37

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Los últimos días de clases eran tranquilos sin tanta presión, sólo asistían a las materias para complementar su aprendizaje, por ese motivo, comenzaron a tener horas vacantes en las que ya habían concluido con el programa, así que cuando alguno de ellos estaba libre por las materias que no compartían, se iban a buscar y esperaban mientras se desocupaban los demás.

En una ocasión Dante terminó su trabajo de pintura y salió del aula con dirección al salón de baile, cuando llegó al mismo, todavía se encontraban ensayando, así que se sentó por unos instantes mientras terminaban de practicar; el salón era amplio, con piso de duela color café y rodeado de espejos, en una esquina se encontraba el aparato de sonido donde seleccionaban la música a bailar y contrario a éste, todos los estudiantes se encontraban agrupados haciendo los movimientos que el instructor indicaba, por lo que al verlo entrar Erik y Max lo saludaron de forma discreta para no ser regañados por la profesora.

Al inicio no había entendido como les gustaba moverse de esa forma y terminar escurriendo en sudor, pero ese día, mientras miraba con atención cada uno de los movimientos que Erik hacia al compás de la música, lo averiguó. Bailar también transmite sentimientos, tanto para el que hace los movimientos como para el espectador, el solo hecho de verlos te causa diversas emociones, así que para el que los ejecuta, la sensación es todavía mejor, porque a pesar del cansancio que genera, se sienten emocionados, relajados, libres, en pocas palabras felices.

Se apagó la música y los estudiantes se dirigieron a tomar un poco de agua creyendo que la clase había concluido, pero para su sorpresa, la maestra les indicó que en esta ocasión quería ver bailar un sólo de alguno de los presentes, pero como era de esperarse nadie se animaba, así que Dante creyó que se retirarían del lugar en el momento, sin embargo para su desgracia, no fue así, hubo un voluntario, Erik levantó la mano y le indico a la maestra que él lo haría, ante la mirada enfadada de su amigo.

Todos se sentaron alrededor del salón, la profesora se acercó al aparato electrónico para seleccionar el tema a bailar, mientras Erik se colocaba en medio del salón y se ponía en pose para escuchar la música que interpretaría; pasados unos segundos la melodía de fondo comenzó a sonar y Erik inició su rutina, como era libre, necesitaba más concentración de su parte. Conforme la ejecutaba, una lluvia de emociones invadieron a Dante, quien no perdía detalle de ninguna de ellas, a pesar de que era algo que no podía evitar, pero en esta ocasión notó algo diferente, le quedaba claro que Erik, realmente disfrutaba bailar y se movía perfectamente al ritmo de la música que se escuchaba, pero en ese momento, algo atrajo su atención por completo, hasta el grado de que todo su ser se envolvió en ello, porque a pesar de no ser la primera vez que le pasaba, en ese momento se sintió seducido por los movimientos de su compañero que por alguna razón, estaba seguro que eran dirigidos a él.

Al terminar la presentación todos los compañeros le aplaudieron incluyendo la maestra, sin contar que Max además de aplaudir lo alentaba emocionado, pero a pesar de tal ovación, su mirada busco a alguien en especial, pero para su sorpresa, lo único que pudo ver, fue su silueta salir del salón, situación que lo desanimó un poco, no entendía en ese momento el motivo, pero no lo hizo sentir bien.

Salieron del salón con dirección a las duchas, mientras Max lo seguía felicitando por su actuación, en su recorrido hacia los dormitorios, con la mirada buscaba encontrarse con Dante, pero no lo consiguió, entonces comprobó que realmente se había ido después de su presentación.

Mientras tanto, Dante estaba apoyado con las manos de frente a un árbol que se encontraba en uno de los jardines ubicados cerca del aula de baile, por alguna extraña razón, estaba confundido con lo que estaba sintiendo en ese momento, por unos segundos, estaba disfrutando la atracción que le generaba el baile de Erik, sin embargo, el hecho de que no estaban solos y que en el lugar había más de un espectador viéndolo bailar, lo hizo sentir molesto, porque en ese momento deseaba que ese espacio lleno de gente, hubiera sido solo de ellos, que el espectáculo que acababa de presenciar hubiera sido solo para él: ¿por qué me siento así? ¿es un sentimiento de Erik? o ¿es mío? – pensó mientras la confusión seguía invadiéndolo.

El Hijo de la MuerteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora