Capítulo 53

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Después de su visita en la oficina de Darinka, Deborah se encontraba nuevamente frente a la puerta de la que alguna vez salió asustada y lastimada, tenía miedo de entrar porque sabía que la información que rendiría en ese momento no sería grata para su señor sino todo lo contrario.

Estaba consciente de que, si sus superiores la estaban investigando por su conducta, solo significaba que ya no estaba haciendo las cosas con eficiencia y estaría siendo vigilada por ellos, por lo tanto afectaría sobre manera cumplir con las obligaciones que tenía encomendadas fuera de su función.

Pero a pesar de todas sus dudas, sabía que debía informarlo directamente o se enteraría por alguien más y eso seguro le traería como consecuencia un castigo severo, por lo que después de meditarlo uno segundos toco la puerta, al instante se escuchó una voz desde el interior que le indicaba que entrara.

Al hacerlo se detuvo a unos metros del escritorio como tratando de no acercarse mucho, como si la distancia pudiera evitar recibir otro ataque como el que sufrió en el pasado y a pesar de que su señor se encontraba sentado de espaldas, se inclinó temerosa:

- Señor, vengo a informarle que .....

- Que fuiste citada por uno de tus superiores porque te estas distrayendo en el trabajo – la interrumpió con un tono de voz molesto – o vienes a decirme que al igual que en tu función, estas siendo descuidada con las instrucciones que te he estado girando.

- Yo .... Señor .... es que ..... – titubeo temerosa, esperando lo peor.

- Me has decepcionado – al fin se volvió y camino hacia ella - nunca me imaginé que tu serías el eslabón débil de la cadena que estaba formando, ¡que lamentable! te veías tan fuerte y confiable y de pronto comenzaste a dudar y a cometer errores – le levanto el rostro con las manos – creo que ya no me eres útil.

- ¡Señor, por favor, deme otra oportunidad! – suplicaba mientras sentía que el miedo aumentaba a sentir su mano sobre su barbilla.

- Lamentablemente para ti, ya no es tiempo de dar nuevas oportunidades – le soltó la barbilla – porque no sé qué tanta información obtuvieron de ti tus superiores – mientras la miraba intrigado.

- ¡No les dije nada, de verdad! fueron solo platicas superficiales – contestó asustada sabiendo que su respuesta no disminuiría la ira de su señor.

-¡ Ese es el problema! – le gritó – sus habilidades van más allá de una simple plática, sabías que Darinka puede obtener información de ti con solo verte o Edmund con solo tocarte, ¡estabas enterada de ello! - la aventó al suelo de una bofetada.

- Yo... ¡no lo sabía! – tocándose el rostro lastimado, sintiéndose aterrada cada vez al recordar los momentos que pasó con sus superiores, que tal y como le acababan de decir, parecía que habían obtenido más información de ella que lo que se imaginaba, entonces concluyó resignada, que su fin era inminente.

- Entonces sabrás – cambio el tono de voz – que ahora no tengo idea de que es lo que descubrieron de ti, porque aunque siguen tan tranquilos como siempre, pueden estar ocultando su actuación para después.

- Tal vez no descubrieron nada y solo... se lo está... imaginando, ¡deme la oportunidad de comprobarlo antes de que tome una decisión!

- ¡Tú! ¡que puedes comprobar ahora! – levantó los brazos al cielo – ¡no entiendes que ya no puedes salir de aquí! no me puedo permitir que vuelvas a estar en contacto con ellos nuevamente, porque entre si descubrieron algo o no, no voy a permitir que lo confirmen.

- Pero ... señor – mirándolo con terror en sus ojos – ¡nada de lo que hecho por usted le sirve para que me tenga consideración! – bajo la mirada.

El Hijo de la MuerteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora