Capítulo 9

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Gaby volvió pasadas de la seis a su casa como de costumbre, pero esta vez no la esperaba nadie, en la entrada se encontraba Kira, quien la miró extrañada, no era a quien deseaba ver, pero a pesar del mal recibimiento la acarició, fue a la cocina a servirse un poco de agua, era extraño no oler la comida recién hecha al llegar, en ese momento se dio cuenta de lo acostumbrada y dependiente que era de Erik, pobre de mí muchacho, tan joven y tiene que cuidar de mí, creo que merece más libertad de hacer lo que le gusta y olvidarse un poco de todo esto. Estaba envuelta en sus pensamientos cuando sonó su celular, en la pantalla apareció el número de Erik:

- Hola hijo, ¿porque no has llegado a casa?, tengo mucha hambre y no hay comida preparada, ¿ya no me quieres? – mientras sonreía para sí misma, sin embargo, la voz al otro lado de la línea apago toda alegría reflejada en su rostro.

- Buenas tardes, disculpe que le hable del celular de su hijo, pero necesitamos que venga urgentemente al Hospital San Lucas, el muchacho está muy grave y en estos momentos está en cirugía, los médicos están tratando de salvarle la vida, dese prisa por favor.

Gaby, no creía lo que estaba escuchando, siempre se consideró una mujer fuerte, pero lo que acababa de escuchar, hizo que las piernas se le doblaran y cayera desplomada al suelo, después de unos minutos, trato de reponerse, pero su cuerpo no le respondía, a pesar de eso se levantó sosteniéndose de la barra de la cocina, tomó su bolsa y se dirigió a toda prisa hasta al hospital, donde su hijo se debatía entre la vida y la muerte.

Cuando llegó al hospital le informaron la situación, que el diagnostico de su hijo no era alentador, aún no salía del quirófano, le indicaron que los golpes recibidos le habían ocasionado diversos daños en varios órganos vitales, sin contar con los múltiples golpes y lesiones externas que se podían apreciar en su rostro y brazos, le hicieron ver que el muchacho llegó muy lastimado a la sala de urgencias.

De igual forma le indicaron que la cirugía ya llevaba varias horas y parecía que tardaría otras más, realmente se trataba de una situación complicada. Al escuchar lo último, tomo asiento en la sala de espera, con mucho esfuerzo se mantenía fuerte, a pesar de que por dentro estaba destrozada, no quería ceder, sabía que tenía que estar bien para poder apoyar a su hijo, ahora él la necesitaba, no podía rendirse, no aún, iban a salir adelante, se lo repetía una y otra vez en su cabeza, pero de pronto las imágenes de su sonrisa invadieron su mente y no pudo evitar ponerse a llorar desconsolada.

Dos semanas después de la cirugía, mientras una enfermera estaba revisando el goteo del suero conectado a Erik, recobró el conocimiento, todavía veía algo borroso, pero pudo apreciar a la señorita que lo trataba, era una mujer bajita y un poco robusta, vestida de blanco, quien inmediatamente al verlo reaccionar llamo al médico:

- ¡Doctor! - exclamo la mujer - ¡ya despertó el chico!

En eso se acercó el doctor a la cama, era un hombre de edad avanzada, con grandes arrugas marcadas en su rostro, se colocó los anteojos en su lugar y con una lamparita que sacó del bolsillo de su bata, comenzó a revisar los ojos de Erik, pidiéndole que los moviera, primero arriba, abajo y luego a los lados, después se incorporó y guardo su instrumento en el mismo lugar de donde lo había sacado:

- Tardaste mucho en despertar muchacho, ya me estabas preocupando – mientras lo escudriñaba a través de sus lentes.

Erik trato de levantarse, pero la enfermera inmediatamente lo detuvo y lo volvió a recostar en la cama, le reviso que la aguja que tenía clavada no se hubiera movido y le indico:

- ¡No te muevas así! – le dijo la enfermera mientras lo acomodaba de nuevo en la cama - estás muy lastimado.

- Así es muchacho - le dijo el doctor - por el momento no intentes moverte, traes varias lesiones graves que tardaran en sanar si no te cuidas – le indicó.

El Hijo de la MuerteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora