Probablemente ni él mismo sabía porqué había caminado hasta allí a esas horas... No, en el fondo él sí conocía la razón, pero su orgullo le impedía expresarlo fuera de su mente. Se sentía solo, más que en cualquier otro momento de su vida, tan solo que había caminado por las calles rogando encontrarse con alguien conocido, con cualquiera habría estado bien, contar de olvidar cómo pensar por aunque fuere un segundo, contar de evitar escuchar a Pedro por un par de minutos. Las palabras que escuchaba en sueños, se le aparecían ahora como extraños y cortos fantasmas durante días enteros.
Cada mañana, cada semana y cada mes eran peores que los anteriores, el tiempo en lugar de ayudarlo, le hundía con pesadillas más frecuentes, con culpas más pesadas y con pensamientos más crueles. Incluso si trataba de no sumergirse en cavilaciones relacionadas con el tema, estando en casa era imposible olvidarse de lo acaecido, pues a cada momento su madre le recordaba que no podría ser el reemplazo de Pedro, y su hermana, su linda hermana con la que siempre fue tan unido ya ni le miraba a la cara, incluso sospechaba que evitaba estar fuera de su habitación cuando él llegaba.
Ese día ora por mala suerte, ora por el cansancio, los regaños de doña María Esther le afectaron más de lo usual; o puede que lo que le afectara fuera que todavía no podía terminar su cuento; o quizás era debido a que erró una respuesta en clases y le dio más importancia de la debida; o puede que la razón radicara en que llevaba noches y noches soñando con la voz de su hermano, y ya el día le parecía sueño también; o era que no podía escapar de aquello que la muerte de Pedro le hacía sentir y el tiempo por fin se lo estaba haciendo saber.
Agustín, que tenía sobre la cabeza más vino del que debería, podía pensar con claridad. Siempre era así con él, se sentía más libre luego de embriagarse el alma con falsas expectativas de felicidad y alcohol de mala calidad... Era una verdadera lástima que su cuerpo no presentara tanta coordinación como sus pensamientos.
El joven rubio caminaba en zigzag haciendo un esfuerzo sobrehumano por avanzar, pero seguramente él se veía a sí mismo como un hombre que marchaba con decisión, y no como el borracho de la esquina al que los peatones esquivarían asustados.
Al verlo, Lucas sintió la imperiosa necesidad de volver a casa, y se cuestionó así mismo por haber tomado la decisión de salir.
<<¿Qué estoy haciendo aquí?>>, se preguntó.
Aun así, el joven sintió alivio al saber que pronto alguien hablaría tanto, que ya no tendría cómo dirigir su mente a cuestionamientos sobre sí mismo.
—¡Lucas! ¿Qué te pasa? ¿Qué haces acá a esta hora? —preguntó el rubio agitado, quién sabe si por verle, por la borrachera, o por preocupación.
—... No sé, ¿qué vine a hacer acá? —contestó con genuina curiosidad.
Agustín comprendiendo la inestabilidad del chico, miró hacia su casa centrando su vista en las ventanas superiores de la estructura, y descubrió con alivio que no quedaba ninguna luz encendida en su interior.
—¿Quieres pasar? —sugirió apoyando sus manos sobre las rodillas, tratando de alejar las consecuencias del alcohol.
—¿Estás bien?
—¿Siempre respondes preguntando más cosas? —hizo una larga pausa, tratando de no vomitar—. Pero... creo que no... No me siento muy bien... Si entras, ¿me ayudas a subir?
—Supongo que te voy a tener que acompañar, solo para que no mueras en el camino a tu propia habitación —respondió Lucas sarcástico, con una sonrisa triste, pero sincera en el semblante.
—¡Ah! —exclamó el rubio en voz baja, justo antes de llegar a la puerta.
—¡¿Qué pasó?! —susurró el pelinegro con temor.
![](https://img.wattpad.com/cover/239511730-288-k981702.jpg)
ESTÁS LEYENDO
Nosotros [COMPLETA]
RomanceLucas es un joven con muy mala suerte; Agustín, un hombre demasiado afortunado. Ambos solo tienen en común estar estudiando la misma carrera en la misma universidad, o al menos, eso es lo que desean creer... Chile en los años veinte fue un constante...