<<A veces mis compañeros en el colegio me pegaban, otras lo hacían mis hermanos, en ocasiones mis padres, hasta el punto en el que dejé de preocuparme por si me dolía o no, solo era lo normal... ¡Pero esto es diferente! ¡Los ojos con los que me mira son peor que eso, Dios! ¡¿Por qué solo está enojado conmigo?! ¡Ni siquiera fue mi idea! No, no es que esté enojado, me está mirando como si estuviera viendo a un niño, ¿es decepción o compasión? Bueno, no es que las personas me reconozcan en general como un hombre maduro o responsable, pero por algún motivo me enoja que él me esté observando así, ¿cómo arreglo esto? ¡Que me guste jugar no quiere decir que sea un cabro chico*!>>. Pensó Agustín mientras esquivaba la vista de Lucas.
Lucas tenía la mano izquierda metida en el bolsillo por una muy buena razón, estaba jugando con una moneda y no quería que se notara. Sus hombros estaban erguidos, denotando confianza en sí mismo, control de su situación, pero el movimiento nervioso de su mano daba a entender algo diferente, que supo ocultar muy bien. Habían pasado cinco minutos desde que se dio cuenta de la ausencia de sus pertenencias, cinco minutos en los cuales se había quedado parado en silencio frente a Agustín, aguardando a que Fernanda y Juan volvieran a aparecer.
—Entonces, ¿Tengo que quedarme contigo esperando a que tu amiga, decida que la broma terminó? No me siento para nada cómodo en esta situación, si bien de ti me podría haber esperado un comportamiento así, no lo puedo imaginar viniendo de Juan ni de una señorita cuyo nombre aún no memorizo —dijo el pelinegro, sin detener el movimiento de la moneda en su mano.
—Si lo dices de esa forma suena mal... Ellos solo salieron porque pensaron que estábamos peleando. Termínate ese té y vamos, creo que ni siquiera te escondimos el maletín con el propósito de hacerlo, más bien "te lo ordenamos", y aprovecharon para hacerte una broma. A Fernanda le gusta que las cosas estén en su lugar, y es costumbre dejar esas pertenencias en la entrada.
Lucas volvió a tomar asiento para terminar lo que minutos antes le habían servido, con más tranquilidad de la que él mismo esperaba.
—¿Siempre hacen estas cosas? ¿Jugar con personas que recién están conociendo? —se atrevió a preguntar el estudiante de primer semestre con la taza sostenida entre ambas manos.
—Sí, a veces algunos se enojan, pero igual, ya luego de un tiempo se ríen y tenemos de qué hablar. Aunque no lo parezca, no soy muy bueno manteniendo conversaciones. Supongo que hasta tú has llegado a escuchar algunas de las cosas que dicen de mí, ¿no?
—Hasta la semana pasada no te había visto, es un milagro que me sepa tu nombre ¿debería saber más sobre ti? —respondió concentrado en el té.
<<Si lo dices de esa forma, hasta podría pensar que...>>, se dijo Agustín.
—Es un alivio, entonces tendré la oportunidad de decírtelas yo —sonrió—. Básicamente dicen que soy un inmaduro y tonto que tuvo la suerte de nacer con plata, y la verdad no se equivocan. Si lo hubieras escuchado antes, seguro esperabas encontrarte en una situación así.
—Concuerdo con lo de inmaduro con suerte, pero a mí parecer no eres un tonto, aunque puede que esa perspectiva cambie si me vuelves a hacer algo como esto —acotó Lucas sarcástico.
—Es un honor que no dudes de mi inteligencia, pero ya me ayudaste a estudiar una vez, con eso debió bastar para notar que no destaco por mis capacidades intelectuales, y eso está bien, no lo veo como una ofensa. Si no soy bueno estudiando al menos voy a hacer cosas que me hagan feliz, hasta que ya no pueda —dijo bromeando.
—¿Hasta que ya no puedas? —preguntó el más joven curioso, mirándolo a los ojos.
Agustín pareció desconcertado por no haberse dado a entender.
—Claro, en un año más voy a tener que trabajar, casarme y por supuesto tener hijos. Aunque estoy un poco viejo para no tener ninguna de esas cosas, es obvio que debo seguir ese camino y pronto, bueno, eso si no me muero uno de estos días que también podría pasar...
—¿No crees que esas cosas no son realmente obligaciones? Digo, si no quieres, tú tienes la opción de negarte, ¿no?
—No, no creo que en general las personas tengamos muchas opciones a seguir en la vida, precisamente porque nunca estamos solos. En mi caso haría sumamente infeliz a mi abuelo, y padres si no me casara y continuara el apellido, es en parte mi deber filial, si estuviera solo podría escoger. Pero nosotros como humanos dependemos del entorno para desarrollarnos, si no lo tuviéramos como limitante seríamos libres, mas a la vez, no tendríamos manera de identificarnos como nosotros mismos, ya que, nadie nos diría quiénes debemos ser, ni siquiera sería necesario tener un nombre, no seríamos consientes de ser individuos. Negar que tus alrededores afectan e incluso moldean tus decisiones de vida, es negar una parte de ti mismo —sonrió y bebió un poco de su taza de café, para con desagrado descubrir que estaba vacía—. Aunque quizás solo hablo cosas sin sentido, pero bueno, el tema es que terminaré cumpliendo con lo que me piden, pero hasta que eso pase, seré lo más feliz que pueda.
—Y eso que acabas de decir es mi tesis que comprueba que no eres un tonto, so pesar de que seas un desconsiderado. Desde hace tiempo que me estaba preguntando si era posible huir de aquello que te ha criado, pero creo que me acabas de dar una gran respuesta, y eso que ni te pregunté —contestó jovialmente, fingiendo que aún quedaba algún líquido en su taza.
—Tomaré el halago y el insulto, porque me los merezco —dijo riéndose—. Pero esas palabras son solo mi propia percepción, ¿quién sabe? A lo mejor si hay una salida y yo no la he podido ver. Siempre dicen que se debe trabajar en grupo porque varias personas otorgan diferentes puntos de vista que mejoran la conclusión final, así que te sugiero no hacerme mucho caso.
—Tomaré el consejo. Cuando te comportas como una persona y no como un idiota es incluso entretenido hablar contigo, ¿quién lo diría? —respondió el pelinegro.
Al cabo de cinco minutos, Lucas ya se había marchado luego de recuperar su maletín, que efectivamente estaba guardado y no escondido. Pero no volvió a la sala de clases, por primera vez en mucho tiempo, sintió la necesidad de sentarse en una plaza para mirar a la gente pasar. Quería ocupar su mente en algo que no fuese pensar, quizás por comenzar a creer que ya no debería seguir resistiéndose a ser la billetera de su madre, quizás por esa calidez que le recorría el cuerpo, según él, sin ningún motivo.
Ese mismo día a las once con cincuenta y cinco minutos de la noche, Doña Asunción, madre de Agustín Ramírez, estaba encerrada en el baño de su casa. Llevaba puesto aún el vestido que había usado durante la tarde, y el pelo rubio lo llevaba perfectamente recogido; en sus ojos se reconocía tanto cansancio como dicha al leer el papel que sostenía su mano derecha.
<<Dios mío, yo sé que usted nunca nos abandona, por eso le pido por favor que me de el valor para hacerle entrega de esto a la persona correcta. Señor yo sé que no he sido una buena mujer, sé que esto destruirá la vida de mi marido, la mía y la de nuestros hijos, pero creo que de hacerlo no me arrepentiré... Esta carta no tuvo nunca que llegar a manos de mi esposo, esta carta me fue entregada, ese muchacho, Pedro confiaba en mí... Pero me cuesta mucho señor, me da tanto miedo quedar sola, me da tanto miedo dejar solos a mis niños, entiendo que están grandes, pero no puedo evitar seguir deseando velar por ellos hasta que mi vida se apague. Señor, si Benedicto se entera de que yo tengo la carta y que no la boté con los otros papeles, ¿qué me va a hacer? ¿Cree usted que sea capaz de matarme? Dios, por favor. Tenga piedad de nuestras almas>>. Pensaba la mujer.
________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________
*
"Cabro chico": Modismo chileno para referirse a un niño pequeño.

ESTÁS LEYENDO
Nosotros [COMPLETA]
RomanceLucas es un joven con muy mala suerte; Agustín, un hombre demasiado afortunado. Ambos solo tienen en común estar estudiando la misma carrera en la misma universidad, o al menos, eso es lo que desean creer... Chile en los años veinte fue un constante...