Y cuando se fue supe palpar en el aire el hueco que había dejado atrás su presencia. Qué extraña sensación es aquella, cuando uno habla con alguien y de repente ni su voz ni su calor se hallan más en la habitación y uno siente el espantoso vacío que es la soledad. He conocido ese vacío constantemente a lo largo de mi vida, pero creo que nunca antes con tanta nitidez, como al saberle ya fuera de la casa y lejos, ¡lejos por quién sabe cuánto tiempo! Y si lágrimas escaparon de mis ojos, o rabia me llenó el estómago y se transformó en grito en mi garganta, es algo que dejaré por mi bien, para mí.
Un leve velo que se raja cuando las puertas se cierran y el aire que fue calor de vida se enfría de extrañeza.
Aunque Agustín, invadido por una lejana nostalgia, escribiría esto en una hoja suelta sobre su escritorio en las noches siguientes, su reacción al quedarse solo fue por mucho, más explosiva.
Cuando sus rodillas se flexionaron levemente y dos lágrimas puras como vidrios le hirieron el rostro, su ceño se frunció en la indescriptible turbación que genera el horror en las almas sensibles. Las uñas apretadas en las palmas le hicieron pequeñas heridas de las cuales no brotó la sangre, como lo haría horas más tarde de su boca en los espasmos provocados por el sudor y la fiebre.
Claro que estaba nervioso, ¿cómo no estarlo? Aquello que acababa de vivir era tanto... Demasiado, demasiado para una noche, y deseó sin quererlo por menos de un segundo que la visita no se hubiese concretado, sin embargo, de esto se arrepintió de inmediato. En él no cabían la impaciencia, el amor, el miedo, el odio y la muerte a la misma vez, y reflexionó como el día en el que el mundo se le escapó de las manos, que ya no podía seguir sintiendo porque sentía demasiado. La tos, eso sí, no llegó de inmediato.
Ver a Lucas quebrado, verse a sí mismo tan pálido, tan flaco, a su abuelo diciéndole consciente que hasta que la muerte se los llevase a ambos, no habría más un encuentro entre ellos, era de nuevo, demasiado. ¿Por qué todo siempre debía ser tan drástico? Y se halló adolescente pensando en que no quería entrar a la universidad, en que no quería seguir estudiando... Pero en la familia siempre debe haber un médico, un clérigo y un abogado... Y él no quería ser ninguno, sin embargo, si ninguno hubiese sido, Lucas sería ahora una ilusión, una vida que jamás habría tocado, a la misma vez que sería entonces una vida libre sin consciencia de la limitación que hoy el mundo le marcaba a cada lado.
<<La libertad es la peor de las limitantes>>, analizó para referirse a sí mismo.
El entorno entonces se volteó hacia el costado, o eso creyó cuando era él quien caía con fuerza en el piso alfombrado.
<<¿Estaría enfermo si nunca nos hubiésemos encontrado?>>, se preguntó.
―¡ESO NO IMPORTA! ―gritó contestándole a sus pensamientos para cortarlos―. Yo no quiero cambiar nada de lo que ha pasado...
<<¿Seguro?>>, y percibió como los párpados se le hacían pesados.
―¡ESTOY SEGURO! ―exclamó tan fuerte, que sintió el grito quebrarle la garganta. Esperó un poco por la tos, y como no aparecía, continuó aliviado―: ¿Lucas, por Dios, qué fue lo que hiciste hoy?
<<Lo que tú siempre has soñado>>, quiso levantarse.
―¿Lo he hecho, no es así? También me lo he imaginado... ―estaba cansado.
<<Y seguro que también tu madre y tus hermanos>>.
―¿Por qué siempre estoy tan cansado? ―abrió los ojos enfurecido―. ¡¿Por qué siempre estoy tan cansado?! ¡Quiero irme de esta casa, quiero que la libertad me condene a la ignorancia!

ESTÁS LEYENDO
Nosotros [COMPLETA]
RomansaLucas es un joven con muy mala suerte; Agustín, un hombre demasiado afortunado. Ambos solo tienen en común estar estudiando la misma carrera en la misma universidad, o al menos, eso es lo que desean creer... Chile en los años veinte fue un constante...