—¡Ya vamos! —gritó Lucas casi de inmediato, apartándose con rapidez de Agustín.
Ramírez no alcanzó a decir nada, no comprendía ninguno de los acontecimientos transcurridos, la realidad le parecía una ilusión nacida de un sueño febril. Miró atontado un momento a su acompañante quien apresuradamente se abotonaba la camisa, pero la fantasía no terminaba de quebrarse.
<<Curioso, si esto fuera un sueño ya me habría despertado... pero si esta fuera nuestra irrealidad preferida, el tiempo ya me habría traído de vuelta. Me siento extraño, como si no terminara de entrar los pensamientos en mi propia cabeza...>>, reflexionó.
Agustín recogió su prenda y colocósela sobre el dorso, indeciso, manteniendo el silencio. Si antes no hubo tiempo de pensar, ahora había menos. La niña seguía golpeando insistente la puerta.
Cada conjunción entre el puño y la madera sonaban con una persistente reverberación que nunca antes estuvo... pero quizás era solo Agustín quien la escuchaba.
Lucas, en tanto, se hallaba avergonzado y temeroso de posibles represalias. Por azares del destino, su hermana estaba interrumpiendo de la misma forma en la que lo hizo su hermano mayor años atrás. El sudor frío que le recorría la espalda, se mezclaba agridulce con la sensación de plenitud que hubo desbordado hacía minutos atrás su pecho ya por fin libre.
Para cuando Lucas abrió la entrada, ambos seguían desarreglados y con los rostros furiosamente encarnados. Luisa lo notó, mas no pudo pensar mal de una situación que de por sí le era inimaginable. Simplemente ignoró que su hermano mayor tenía un botón corrido, mal cubierto por la chaqueta, y atacó:
—¡¿Por qué se demoraron tanto?!
<<¡Un año cabra chica, un año sin hablarme para que justo hoy día vengas a verme a la pieza! ¡Justo hoy que por fin conseguí rendirme y dejar de escucharlo! ¿Será que ella lo nota y por eso me ha gritado? ¿Será que ella por eso ha golpeado? Afuera, cuando alguien me vea... ¿Lo sabrá también? No quiero que sepan, ¡quiero cerrar la puerta! ¡No quiero escucharlo en la niebla!>>, pensaba el joven sin darse cuenta.
—Estábamos terminando de leer algo, señorita ¿Puedo preguntar por qué requiere nuestra presencia? —dijo Agustín calmadamente parándose en frente de González, cubriéndolo con cuidado, sin que la muchacha lo notara.
—No soy yo, una linda joven en la puerta los busca urgente a los dos, dijo que se llama Fernanda, creo —contestó apresurada Luisa, sintiéndose feliz por dirigirle la palabra a su hermano mayor, incluso si este no le contestaba—. Yo la invité a pasar, pero no quiso, dijo que no tenía tiempo.
—¿La Fernanda? Eso es raro —Ramírez miró curioso a Lucas mientras caminaban a la puerta de calle—. ¿Le has dicho dónde vives? No sabía que habían conversado tanto.
—No... no le he hablado sin que tú estés... —contestó recatado, observando con detenimiento hacia los lados.
—Lucas, nadie puede ver a través de los demás a menos que tu miedo lo permita —dijo abriendo la puerta.
<<¿Cómo sabías en qué estaba pensando?>>.
Fernanda se abalanzó sobre ambos a penas tuvo la oportunidad.
—¡No saben cuánto rato los llevo buscando! ¡Dios mío, que tortura fue poder dar con esta casa! —exclamó la mujer.
—¿Pasó algo? —cuestionó Agustín despreocupado.
—¡Por supuesto que pasó algo! Traté de decirle a tu papá que estabas estudiando, y no me creyó, me dijo que si no te llevaba a la casa antes de las seis te fueras despidiendo de vivir allá.

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Nosotros [COMPLETA]
Любовные романыLucas es un joven con muy mala suerte; Agustín, un hombre demasiado afortunado. Ambos solo tienen en común estar estudiando la misma carrera en la misma universidad, o al menos, eso es lo que desean creer... Chile en los años veinte fue un constante...