12. El monstruo que eres

234 47 69
                                    

13 de marzo del 2014

La sangre recorría mis labios, mi ojo con el moretón era imposible de sentir de lo tanto que había sido golpeado. Recibí otro golpe en el rostro y vi como mi sangre salpicó hasta manchar los escritorios.

—¿Por qué finges? Es imposible que no recuerdes la basura que eres—Dijo el chico extraño con el pelo blanco y tez pálida

Recibí una patada en estómago y salí desprendido hasta estrellarme con un escritorio el cual se quebró en pedazos. Mis oídos comenzaron a emitir un pitido, con mucho esfuerzo comencé a arrastrarme por el piso con la esperanza de llegar a la puerta

—¿A dónde crees que vas escoria? A mi madre no le dieron la oportunidad de arrastrarse—Gritó el chico mientras me levantaba del suelo con una sola mano

El sabor amargo de la sangre inundaba mi paladar, los golpes que había recibido eran tan fuertes que me habían roto unas costillas y dislocado un hombro. Este chico tenía una fuerza sobrenatural.

Me arrojó con todas sus fuerzas contra los pupitres, los útiles escolares salieron volando por los aires y caí fuertemente al suelo. No tenía las fuerzas para levantarme e intentar correr por mi vida, lo único que podía hacer era esperar a que no me matara a golpes.

—¿Te parece justo que tú familia siga con su vida como si nada? ¿Y qué con todas las familias que lastimaron?— Comentó el desconocido

«¿Quién es este?»

—¿Quien...quien...eres? —Logré terminar la oración

—¿Cómo te atreves a preguntarme quién soy! Tú familia es la peor escoria que ha caminado en este infierno ¿No recuerdan a todas las personas inocentes que mataron? ¿No recuerdan cómo colgaron a una madre de un árbol? Los niños que quemaron vivos en mi casa—Gritó Kevin

—¿De qué hablas? Nadie de familia ha matado niños—Dije mientras sentía un dolor punzante en las costillas y escupía sangre

—¡Mientes! —Gritó Kevin mientras pateaba un pupitre y este se rompía en cientos de pedazos

—¡Tú eres un demonio! Un ser del inframundo que tomó la vida de mi hermana menor—Bramó Kevin mientras que sus ojos dejaban ver lágrimas

«¿Cómo que un demonio? Esas cosas no existen»

Iba a intentar arrastrarme hasta el escritorio donde se sentaba el profesor, pero las costillas rotas y la lesión en la pierna me lo impedían. Este era mi fin, no había nadie que me pudiera ayudar.

—El día de hoy vengare a mi familia y a todas las personas que asesinaste, después iré por Alaric y Ametria—Aseguró Kevin mientras se acercaba lentamente

—No te apresures tanto, ese no era parte del trato—Habló una voz gruesa

Su origen era desconocido, no tenía ni idea de donde había salido. Intenté ver con lo que me quedaban de ojos alrededor pero no vi nada.

—Lo lamentó, por un momento me había olvidado del trato—Respondió Kevin

—Es normal cuando estás a punto de cumplir tu venganza, pero te recuerdo que también es mi venganza—Declaró la voz gruesa

Lo vi, había una gran sombra en la pared del fondo, era más oscura de lo usual y había lo que parecían ser unos ojos rojos dibujados. Entonces de la sombra salió un hombre de aproximadamente un metro ochenta, con un sombrero negro redondo y una camisa negra con unos pantalones oscuros. Su complexión era delgada y tenía la mandíbula marcada.

—Si supieras cuantos siglos he esperado por este momento, estaba feliz cuando escuché que tu hermano te había matado, para luego enterarme que seguías con vida...y vaya que tu apariencia ha cambiado—Dijo el hombre con su voz gruesa que hacía mis piernas temblar

—¿Que...quieren de mí? —Pregunté con esfuerzo, el dolor punzante me impedía abrir mi boca sin olvidar que estaba llena de mi sangre

El hombre de los ojos rojos caminó con pasos lentos hacia mí, sus pisadas no tenían sonido lo cual hacía que mis pelos se pusieran de punta. Me arrastré a duras penas para agarrar una tijera que estaba en el suelo, la agarré con todas las fuerzas que me quedaban y se la arrojé en la cara con la esperanza de darle en el ojo. Cuando la tijera impacto con su rostro esta se quebró en cientos de pedazos, dejando pequeños trozos suspendidos en el aire.

«¿Cómo es posible?»

Observé horrorizado al darme cuenta que mi mínima posibilidad de sobrevivir se había desvanecido.

El Fragmento del CreadorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora