57. Sofía Smith

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La manecilla que se detuvo

Mamá preparaba la comida mientras miraba por la ventana el gran castillo de Camelot donde mi padre Merlín trabaja para el rey Constantino III como consejero y mago, ahí también experimentaba con la magia. Magia para retrasar el proceso de envejecimiento, para curar las heridas que dejarían a un humano bajo tierra y para no dejar rastro en el mundo de los enemigos del rey Constantino III.

Por temas de nuestra seguridad vivíamos dentro de Camelot en una zona no tan transitada, para evitar algún intento de asesinato o que alguien se dé cuenta que mi madre y yo no somos humanas. Por supuesto no éramos indefensas y papá no estaba tan abrumado por la posibilidad de que alguien nos haga daño.

Con la extinción de los ángeles por parte de los demonios y el avance del ser humano en la fabricación de armas y fabricación de estrategias varias criaturas han ido desapareciendo y las que quedan han huido a las tierras Beriales. Incluso los dragones se están extinguiendo por ser cazados por los demonios y humanos, criaturas magnificas que hoy en día verlas sería más especial que encontrar una montaña de oro.

El continente Berial estaba lleno de criaturas no humanas que buscaban refugio, pero eso no evitaba la cacería de los demonios que vivián en este mundo, ni de los hijos de estos se salvaban. Por eso mi madre no puede dejar la casa o interactuar con los habitantes de la capital, se darían cuenta y la quemarían viva, para el colmo como eso no la matara buscarían formas más crueles de eliminarla.

Las tierras Beriales eran abiertas a las criaturas no humanas, pero no a los demonios o las mezclas derivadas de estos. El ser humano es muy prejuicioso.

Yo al ser joven tenía el privilegio de poder salir de la casa, ya que mis habilidades demoniacas todavía no aparecían y mis ojos verdes aún no cambiaban de color. Tampoco era de arriesgarme mucho, solo salía a caminar cerca de nuestra calle para apreciar los árboles y las aves volar. Luego regresaba a casa para cenar y escuchar historias antes de dormir.

Papá era una persona muy ocupada, sin embargo, él siempre encontraba la manera de hacerme saber que yo era su mundo. Se escapaba del castillo en la madrugada para regalarme algo que haya encontrado en sus viajes, me contaba del mundo fuera de Camelot y de las diferentes culturas que existían.

Hubiera sido fácil distraerme de ciertos detallitos suyos en su forma de amarme, pero su pasado me intrigaba. Mi madre es un demonio, pero mi padre es un humano, uno de sus humanos que podrían morir con una bofetada de mamá, pero había vivido demasiado tiempo. En mi eterna niñez intenté obtener la respuesta interrogando a mi madre la cual no me dio una respuesta satisfactoria.

Solo respondió que mi padre nunca le contó el por qué vive tanto y le molestaba que le interroguen sobre su longevidad. Solo una vez traté de hacerme la lista y entré a su recamara privada sin permiso. No encontré lo que buscaba, pero si cosas muy interesantes sobre como avanza el tiempo y de como el objeto físico podría ser moldeado para ocultarse o desplazarse.

Cientos de notas sobre fabricar una caja con espacio ilimitado funcionando como el espacio exterior lo cual desconocía. Entre las notas de tal caja había notas en un idioma que no comprendía, pero había dibujos de un reloj de arena y el cuerpo humano.

Las últimas notas que pude comprender hablaban de distintos mundos coexistiendo en un pequeño lugar, no era capaz de entender a que se refería a pequeños mundo o fragmentos de mundo. Junto a esto en una letra casi ilegible estaba la pregunta "¿Qué es la verdadera libertad?"

No le presté mucha atención y decepcionada me fui a dormir aquella noche.

Un día como cualquier otro conocí a unos niños que estaban jugando cerca de la pequeña plaza donde me sentaba a observar a las aves, sus nombres eran Aleq y Mefista. Fueron mis primeros amigos, con ellos tuve mi primera charla con personas que no sean mis padres, aprendí a jugar, a reírme, a esconderme y tener pequeñas aventuras. Ese momento tan pacífico y feliz fue eterno ante mis ojos, sin embargo, para los dos humanos fueron varios años que se les arrebató.

El Fragmento del CreadorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora