74. Sofía Smith VII

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Una estaca de hielo emergió del suelo bloqueando mi espada, otra voló hacia mi pecho, pero logré evadirla a tiempo. Antes de que pudiera acercarme a Alfur varias flechas de hielo salieron hacia mi dirección, bloqué dos con la espada y con suerte esquive tres, las últimas dos me rozaron. Por suerte el hechizo seguía activo, si se hubiese desactivado estaría llena de agujeros.

«Y que se mantenga no es bueno, no sé si está usando las almas del Atlot o mi energía para seguir funcionando»

Alfur seguía cargando el cuerpo en sus hombros, él viejo rey sonrió.

—¿Así que intentas recuperar tu llavecita? Lo lamento joven pero no tengo tiempo que perder contigo—Dijo Alfur enseñando la llave que colgaba en su cuello y levantó su mano hacia mi

De pronto sentí que mis pies dejaron de tocar el suelo, el hielo del piso se rompió y la nieve se levantó del suelo, noté un fuerte impacto en mi estómago y fui incapaz de inhalar aire, salí volando hacia atrás traspasando varios muros de hielo sólido para finalmente caer desde la torre.

Aterricé en un balcón, el impactó hizo que gritará, me había dislocado un hombro y me molestaba la rodilla. Mis costillas no estaban mejor tampoco. Oí gritos provenientes de abajo, adolorida me arrastré y observé como varios cascotes cayeron sobre elfos y ángeles, alcé la vista hacia la torre del rey, Alfur me había mandado a volar con el techo.

Sin perder tiempo absorbí almas del Atlot, la sensación de absorber energía era rara, creo que era la primera vez que lo hacía, sentí un subidón de energía, como si hubiera tomado cien tazas de café y mis heridas comenzaron a sanar rápidamente. Me puse pie y sostuve la espada, tenía que regresar a su torre y encontrar la manera de sacarle esa llave del cuello, no podía desperdiciar la ayuda que me daba el Atlot, solo tendría la mínima oportunidad siempre y cuando hubiera almas en ese objeto, una vez que se acabaran estaría a merced de mi inferioridad por nacimiento.

Crucé la habitación y salí al pasillo donde había una colisión entre elfos y ángeles, los elfos defendían con todo el palacio de su rey, aunque los ángeles tengan la superioridad numérica. Los cadáveres de sirvientes entorpecían el paso, no sin dejar de lado el hecho de que muchos de los muertos eran niños, tal vez pensaron que el palacio sería un buen refugio. Atravesé el pasillo evadiendo tanto ángeles y elfos con la velocidad que me había dado las almas, unas flechas me rozaron el brazo y doble hacía unos escalones, subí por los peldaños que tenían entrañas de soldados caídos por todas partes, al llegar al siguiente piso un elfo me agarro desprevenida y lanzó un tajo hacia mis piernas, salté por encima de la hoja y seguí subiendo.

El elfo me siguió, sin embargo, era más veloz que él y la distancia entre los dos era abismal. En medio de las escaleras un ángel desmembraba a un sirviente elfo y al oírme subir preparo su lanza, la punta brillante raspó mi mejilla, si no me hubiera agachado y movido a un lado la lanza estaría atravesando mi ojo ahora mismo. El ángel lanzó un rodillazo hacia mi cara el cual evadí lanzándome hacia la pared.

Al no tener espacio mi enemigo no desaprovecho la oportunidad, arremetió con su lanza, bloqué los primeros dos ataques, pero el último atravesó mi hombro. Un ardor intenso invadió mi piel, sentía que mi carne ardía en llamas, el ángel me levantó con su lanza, apañé la espada en mi brazo que estaba libre y corté la lanza en dos. La punta seguía en mi hombro y aún con el ardor y la pérdida de sangre ataque al ángel que se hallaba desarmado.

El enemigo evadió todos mis cortes con facilidad, fui a atravesar su estómago, pero él se desplazó hacia un lado haciendo que me tropiece con un brazo, al recomponerme el ángel ya había agarrado un arma del piso, una espada élfica. Active el Atlot para absorber almas, así podría retener el daño por la punta mientras que luchó con el ángel. Fui hacia él sin darle tiempo de pensar, bloqueó mis cortes y me dio un codazo en la nariz, unas gotas de sangre salpicaron sobre el hielo sólido, me llevé una mano a mi nariz, mi palma tenía sangre. El ángel se lanzó hacia mí con su espada alzada y aprovechando su soberbia le arrojé mi sangre a sus ojos, este movió los brazos desesperadamente al ser incapaz de ver, con mi espada le atravesé el cráneo. Saqué la hoja manchada de sangre y tiré el cuerpo al piso junto al resto.

El Fragmento del CreadorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora