68. Kevin Bauer IV

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En el lugar donde debían los ojos de Kurt ahora unas esferas metálicas con cristales ocupaban lugar, su cabeza que alguna vez tuvo un cabello oscuro y fino tenía tubos metálicos que brillaban en la oscuridad, su piel se veía a medio descomponer y le acompañaba un olor putrefacto. Era irreconocible.

Las heridas de la hoja comenzaron a arder, las malditas cuchillas estaban hechas de lux, si no me liberaba estas heridas me dejarían muy débil para seguir defendiendo al grupo y a mi mismo.

«Si mi regeneración casi no funciona con estas heridas hechas por lux me volveré papel para cualquier criatura que me agarre desprevenido»

—¡Marcos tráeme un frasco pequeño de sangre que esta en la cintura de Duncan!—Gritó Selene desde el piso

Marcos corrió hacia Duncan y buscó el frasco en el cinturón del hechicero que no resistiría mucho tiempo reteniendo las llamaradas. Si no nos deshacemos de Kurt antes de que Duncan se agote todos quedaremos hechos cenizas. Duncan esta demasiado viejo y malherido para retener las potencias de aquellas llamas.

«El viejo que dejo que mis padres murieran y que experimentaran con mi hermana, eligió a su hija por encima de todos nosotros y ahora nos ayuda»

No tenía la fuerza para sacarme las cuchillas por mi cuenta, las heridas de la batalla del hospital han dejado secuelas en mi fuerza y regeneración, antes de que aquella lucha contra Ulises hubiera podido zafarme de esto sin dificultad.

Lo que quedaba de mi mejor amigo de la niñez trató de formular unas oraciones con su lengua no humana.

—M...Me...Mengele—

Su cuerpo quiere asesinarnos, no obstante, lo que le queda de consciencia es capaz de reconocerme, no tenía claro si las pocas palabras que formula son intencionales o son migajas de lo que queda. Sostuve el cuchillo con firmeza y clavé la hoja en los brazos de piel putrefacta sin tener éxito alguno. Nada de lo que pudiera hacer tenía efecto.

Marcos había llegado hasta Selene que ya había tomado del frasco que trajo Duncan, las piernas de Selene crujieron y regresaron a su posición natural, se levantó del suelo con ayuda de Marcos.

«¿Y acaso no hubiera hecho lo mismo con Duncan si hubiese sabido que tenía un hijo hace años?»

No podía ponerme a pensar en esas cosas, tenía resolver la situación. Selene trató de alejar a Kurt de mi jalándolo, pero la criatura ni se inmuto, era demasiado para nosotros dos. El fantasma del profesor Fabian apareció a nuestro lado y señaló la cabeza de Kurt.

—Mengele los diseño para matar a Duncan, no solo los creo para contrarrestar la habilidad mágica de mi socio, sino para adaptarse y aprender de sus adversarios, en el caso de que este viniera acompañado—

—¡Kevin usa tu control mental en la criatura!—Bramó Marcos

«Podría funcionar...»

Negué con la cabeza.

—La idea del joven me parece la mejor respuesta, todas las criaturas todavía tienen el cerebro funcionado—Comentó Fabian

El control mental era algo que había adquirido por los experimentos que hizo Mengele, era una creación de ese monstruo que hizo todo esto y siempre he odiado tener esa habilidad. Las veces que la he usado las puedo contar con los dedos, debido al repudio que le tengo considere matarme, cada vez que use el control mental sentía que regresaba a esa pequeña habitación a ser ordenado por Mengele a hacer cosas crueles. Hacía todo en mi poder para no usarla.

El escudo mágico de Duncan perdía fuerza y el viejo jadeaba, Selene no lograba mover a Kurt con todas sus fuerzas y Marcos era un niño de apenas 13 años. Si no usaba el control mental en Kurt todos íbamos a morir, tenía que usarlo en lo que quedaba de mi mejor amigo.

«No quiero...»

Vi el rostro deforme de Kurt, con piel congelada en medio del proceso de descomposición, sin sus ojos y con tubos en su cráneo. Tenía que hacerlo, terminar con su vida era mejor...

«Lo hare, aunque me dé asco el control mental»

Posé mi mano sobre la cabeza con tubos de Kurt y me concentré en su conciencia, al menos en lo que quedaba de mi viejo amigo. Sentí el fragmento de una mente que contenía remordimiento, terror y odio. No era una mente entera como las pocas veces que use esta repugnante habilidad, era un pedacito de lo últimos pensamientos de Kurt antes de que lo transformaran en esto. No estaba matando a mi mejor amigo, estaba poniendo a descansar sus restos mentales.

—¡Duerme para siempre!—Comandé

El pequeño fragmento de la conciencia de Kurt se apagó de golpe, los brazos de la criatura cayeron dejándome tocar el piso, aun sintiendo ardor en mis heridas, no permití que Kurt cayera al piso, sujetándolo del cuello. Selene me ayudó a sacar las hojas que me mantuvieron inmóvil y la culpa me invadió. Había usado algo repugnante en lo que quedaba de mi antiguo mejor amigo, usé aquello que aquel hombre que jugaba a ser Dios me dio, por cuarta vez...es la cuarta vez que he roto la promesa que me había hecho.

Duncan provocó una ventisca helada debilitó la intensidad de las llamas, al perder la potencia generada por el cristal del inframundo, el hechicero encerró la llama en un escudo mágico.

«Soy retorcido, repugnante y malvado...tal vez nunca lo quise admitir, pero era un verdadero monstruo, no solo en apariencia, sino desde lo más profundo de mi ser»

Mis temblaban mientras sostenían el cuerpo de Kurt, venir a buscar el meñique de dios me hizo perder a Anders y terminar con Kurt, sin dejar de lado las personas que tuve que matar en el camino para llegar hasta aquí, desde personas que, si lo merecían a personas que no tenían nada que ver en esto, como aquellos guardias que solo hacían su trabajo cuando trataba de matar a Damián. Quizá había otra manera de resolver aquella situación, solo hacían su trabajo aquel día y yo opté por la decisión más fácil, no la correcta.

Ni, aunque duerma soy capaz descansar, solamente existo en otro infierno...

—¿Lo conocías?—Preguntó el fantasma del profesor

—Se llama Kurt, era mi mejor amigo y la última vez que supe de él fue antes de que Alaric Heerse nos llevará a los campos de concentración...había escuchado rumores sobre que Kurt había sido encarcelado por robo, pero nunca lo pude comprobar—Repliqué

El espectro bajó la mirada hacia el cuerpo inerte que todavía retenía en mis brazos, Selene posó su mano sobre mi brazo.

—Déjalo ir, ese no era tú amigo, eran sobras de lo que alguna vez fue—Habló Selene

Coloqué el cadáver con cuidado en el suelo, sea Kurt o lo que quedaba de él aún así sentía remordimiento por lo que hice.

—Sigamos—Dije

No hubo respuesta de los demás, solo seguimos caminando por el pasillo oscuro en silencio. Por la siguiente media hora y eso es una aproximación porque no tengo un reloj a mano, nadie hablo, ni si quiera el fantasma que alguna vez enseño en este colegio. Hasta que una silueta en el fondo hizo que nos detuviéramos, una mujer de cabello lacio hasta los pies, tez pálida con un tono verdoso y vendas en los ojos caminaba hacia nuestra dirección con un adolescente alto con pecas que temblaba de pies a cabeza.

—Paliette—Murmuro Duncan

—¡Señor Cundan! No pude hacerlo...—Dijo el adolescente que seguía la mujer

Duncan se mordió el labio.

—Vengan conmigo, si se resisten el pasillo se llenará con sus entrañas—Amenazó la mujer—

El Fragmento del CreadorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora