28. Marcos II

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30 de abril del 2014

—Llegamos—Anunció el taxista sacándome de mis preocupaciones por un instante

Entre todos los lugares que pudo haber elegido el desconocido eligió una mansión en medio de la nada...

«¿Con quién me metí? Esa mansión era incluso más espaciosa que la de muchos de mis compañeros»

—¿Cuánto es? —Pregunté sin despegar la mirada de la mansión

—Dieciséis dólares, la verdad es que no comprendo para que venga a un lugar tan remoto—Respondió el chofer

«Me salvé de que traje cincuenta dólares y no cinco como planeaba traer»

Le entregué el efectivo al taxista y esperé a que me diera el vuelto para salir del vehículo. La mansión era gigante, posiblemente sería varias casas regulares combinadas y el patio de esta no se quedaba atrás, era más o menos del tamaño de una escuela regular.

«¿Será familiar de algún político?»

Caminé hacia el portón, sentía un escalofrió recorrer todo mi cuerpo. Consideraba regresar corriendo o escribirle a Charles por whatsapp pero algo dentro de mi sentía que solo iba a ser peor.

Observé con atención los alrededores por si este tipo resultaba ser un Garavito, si d tenía que salir corriendo y llegaba a pasar el portón que tenía justo al frente, la única opción era seguir la carretera de regreso y tener la suerte de que alguien me ayudé.

Llegué hasta el portón negro, no había nada parecido a un timbre o un dispositivo para que me dejaran entrar, siendo la mansión de alguien adinerado me costaba creer que no tuviera un timbre o al menos una especie de guardia de seguridad.

Pero estas cosas no deberían sorprenderme tanto, si en mi escuela con tanta seguridad y dinero suceden explosiones de gas y un accidente en los 60s. Era una escuela yeye en un país tercermundista.

—¡Hola! ¿Alguien me puede abrir la puerta? —Grité con todas mis fuerzas

Hubo un silencio absoluto. No hubo respuesta, grité de varias veces, pero no hubo éxito.

—Eres demasiado escandaloso para ser tan chico—Manifestó lavoz de una niña

Pegué un brinco, miré por todas partes asustado, con los latidos del corazón a todo motor. No había nadie, ni un animal silvestre, a pesar de haber escuchado eso a mis espaldas. De seguro estaba tan nervioso que me lo había imaginado.

Desbloqueé mi teléfono para mandarle un mensaje a Charles y Clare, estaba escribiendo en el teclado táctil cuando sentía que me jalaban el suéter. Me di la vuelta y pude apreciar una niña de aproximadamente ocho o diez años, vestida con un traje largo y el cabello recogido en una cola.

—¿Eso es un teléfono? —Preguntó la niña mientras señalaba mi teléfono con el dedo

—Ah...si ¿De dónde salís? —Retrocedí asustado al notar que los ojos de la niña eran de un color rojo que brillaban en la oscuridad

«¿Son lentes de contacto? No, los lentes de contacto no brillan de aquella manera. Esto ya no es mi imaginación.»

La niña de los ojos rojos dio saltitos para intentar alcanzarme, comencé a retroceder en pánico, me preparaba para correr, pero no tardo en alcanzarme y nuevamente comenzó a jalarme el suéter.

—¡Quiero verlo! ¡Déjame ver el teléfono! —Gritó la niña desesperada

No sabía qué hacer, los ojos de la niña son anormales y estaba asustado, pero ella pareciera no darse cuenta de que estoy a punto de orinarme en los pantalones.

El Fragmento del CreadorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora