60. Juan XII

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El paisaje estaba desolado, las cenizas cubrían la tierra que alguna vez tuvo un pasto verdoso, ya no había troncos de árboles sino tierra quemada. El asfalto de la carretera había desaparecido por completo, ahora estaba cubierta por tierra, cenizas y huesos.

«Ya no estoy en la cueva... ¿Qué es este lugar? ¿Qué ocurrió en la cueva»

Caminé por el paisaje inhóspito, atravesando el bosque si es que este montón de tierra y cenizas podía llamarse de esa manera, vi lo que parecía ser un lago a los lejos y con esperanza de encontrar más vivido cambié mi rumbo.

Pase entre chozas abandonadas, animales muertos de todo tipo, cadáveres humanos que estaban siendo masticadas por criaturas extrañas hace un año atrás cuando seguía en el 2014 esas cosas me hubiesen repugnado, pero después de vivir un año entero en la prehistoria ya era común para mis ojos.

Salté un tronco y me enredé con una pila de huesos, me fui de frente, pero me apoyé en un auto abandonado que estaba destrozado. Una rama crujió y una chica de cabello rubio, vestida con un traje celeste cayó a unos metros de mi dándose con la puerta del auto. Antes de que pudiera ver su rostro o ir a ver quién era una voz femenina gritó.

—¡Carolina! —

Susana atravesó las ramas, huesos y los escombros de casas como un rayo. Su cabello rojo ya no era largo hasta los hombros, era cortito y apenas pasaba los oídos. La pelirroja ahora poseía una cicatriz que iba desde su mandíbula y atravesaba su nariz hasta llegar a su sien. Su nariz estaba algo virada y le faltaba un pedazo de piel, había crecido algunos centímetros.

Ayudó a Carolina a ponerse de pie, le sacudió la tierra de su vestido y se aseguró que no tuviera ningún golpe.

—Disculpas—Comentó Carolina

Susana negó con la cabeza.

—Tranquila ya estamos llegando al lago—

La tonalidad marrón de los ojos de Carolina se estaba desvaneciendo, sus ojos que solo eran capaces de ver lo mejor de las personas estaban perdiendo vida. Al igual que Susana había crecido.

«No son capaces de verme, pero no me debería importar ¿Después de todo solo es un sueño no?»

Carolina iba apoyada en el hombro de Susana, la pelirroja le iba indicado los obstáculos que estaban en su camino para que no tropezara con ellos. Las acompañe durante todo el camino a pesar de que no notan mi presencia.

Cuando los pies de Carolina tocaron el agua se desplomó en la orilla y rompió a llorar. Susana se sentó al lado de ella y la abrazo.

—Tengo miedo—Dijo Carolina temblando de pies a cabeza mientras sollozaba

—Descuida, si los doctores no tienen la respuesta yo buscaré el remedio—Replicó Susana apoyando el rostro de Carolina contra su hombro

—No sé qué hacer Susana, le tengo tanto miedo la oscuridad, cada día que mi luz se va apagando y las tinieblas me envuelven...—

Abrí los ojos.

«¿Qué»

Las estalactitas en el techo me hicieron saber que ya no estaba con los caníbales, abrigos de pieles me cubrían y podía sentir algo metálico en mis manos. Quité el abrigo de pieles para ver que mi mano derecha sostenía una delgada espada gris con unas inscripciones brillantes.

«¿De dónde salió esa espada?»

Para mi sorpresa era capaz de leer las inscripciones del arma, lo que estaba escrito en ella era "Arma de Luvux el devorador de recuerdos" Cierto, el demonio de mi cabeza me había que me iba a dar poder por un trato...

El Fragmento del CreadorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora