61. Alberto III

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Apoyé mi mano contra la pared, jadeando sentí la sangre de Emily Belov en mi rostro, desesperado intenté quitármela con mi camisa, pero esta también estaba cubierta con la sangre de la chica. Aún recordaba el crujido de los huesos de la joven Belov al ser estrellada contra el piso por la abominación. Explotó como una sandía a mi lado...sus sesos desparramados.

«Es mi culpa...»

Vomité sobre mis zapatillas ensangrentadas.

«¿La intención de Duncan era asesinarnos a todos? ¿O fue un error de su parte?»

Yo...me fui corriendo apenas Emily fue asesinada, dejé al grupo atrás a su suerte. ¿Qué chucha debo hacer? Duncan me había dicho que tenía que destruir la maquina hecha con cadenium y que luego nos encontraríamos para el siguiente paso. No creo que Carolina y el resto sobrevivan a ese monstruo, soy el último que queda.

«¡Eres una gallina infeliz! Te molesta que le dé una paliza a la golfa de tu madre y al maricon de mi hijo, pero no haces nada más que temblar y sollozar como una nena» Solía gritar mi padrastro casi todos los días de la semana

«Ese infeliz tiene razón, no soy nadie. Tal vez antes era el matón de Dean Astor, aquel que se ensuciaba las manos en su lugar, pero ahora soy nada»

Temblando y reteniendo las lágrimas contemplé el pasadizo oscuro, no había ni un sonido proveniente del otro lado, ni gritos, lamentos o huesos quebrandose. Solo tinieblas.

«No puedo ni verte...tú eres la viva imagen de aquel enfermo que me profano. Debí haberte ahogado en la tina cuando no podías gritar» Me dijo mi madre después de arrojarme una olla con agua hirviendo teniendo solo siete años

Aún recuerdo el ardor que sentí en mi mano izquierda cuando el agua hizo contacto con mi piel, mis gritos y mi mamá Bonnie Hernández mirándome con odio mientras lloraba.

«¿Debería regresar para que la bestia termine con mi vida?»

¿Qué era el cadenium? Duncan ni me explico cómo se veía y como debía destruirlo, solo me dijo que debía hacerlo. Seguí caminando por el pasillo oscuro con la esperanza de que alguna criatura salga de las tinieblas y termine con mi vida.

Saqué mi teléfono para usar la linterna de este, tropecé con cables y huesos que se encontraban en la senda. De pronto vi unos destellos verdes al fondo, atemorizado y ansioso aceleré el paso. La luz verdosa titilaba crecientemente. Creí escuchar a alguien a hablar y me detuve en seco esperando oír lo que decía, sin embargo, solo hubo silencio. Debió haber sido mi imaginación

Sin darme cuenta estaba en una habitación circular llena de cables gruesos que atravesaban toda la zona, un tipo de maquina estaba al fondo. Sentí un escalofrío recorrer mi cuerpo al ver que había cadáveres con cascos metálicos amarrados a las sillas, la gran mayoría ya era solo huesos unos pocos estaban en los procesos de descomposición.

Las camisetas que tenían llevaban sus nombres, casi vomito de nuevo cuando vi el pequeño cuerpo de un niño medio quemado, su piel se había derretido debajo del casco y varios cabellos chamuscados sobresalían de este. Leí en la etiqueta del suéter "Tom Caine" usado en el 2009.

«¿Usado? ¿Cómo puedes hacerle eso a un niño y poner usado?»

Seguí caminando entre los cuerpos, había dos de bebes que ni me tomé la molestia de ver sus nombres porque quería sacarme la imagen de la cabeza. Parpadee al ver el nombre de Verushka entre los cuerpos, estaba casi seguro de que había una chica que tenía el mismo nombre que cursaba séptimo. Lo mismo con Walter Jares que tenía fama de ser insoportable, siempre tenía problemas con los profesores. Tanto Walter como Verushka tenían su fecha de muerte en 1960 con solo dos meses de diferencia.

«¿Qué está ocurriendo? ¿Cómo pueden haber muerto hace 54 años y dar clases en nuestra época?»

Vi un cuerpo que tenía vestimenta de hospital, los huesos estaban polvorientos y las ratas caminaban por encima de este. Leí "Riley Watson fecha de muerte 1961" No puede ser, Riley Watson es la enfermera del colegio, todos hemos sido atendidos por ella alguna vez.

El olor a carne putrefacta quemada desvió mi atención del descubrimiento de la enfermera del instituto. No muy lejos de la enfermera había un cuerpo más reciente, parecía un chico de la edad de Sebastián Faure. Las ratas masticaban lo poco de carne putrefacta que les quedaba a los huesos, tenía sus manos huesudas sobre el casco metálico. En la etiqueta decía "Bob Pérez mayo del 2014. Ese era el chico de la promoción de cabeza de pollo que desapareció hace unos meses, todo este tiempo estuvo muerto...debajo del colegio.

«¿Para que los mataron? ¿Por qué algunos que murieron hace décadas convivieron con nosotros todo este tiempo?»

—¿Qué haces aquí? —Cuestionó una voz aguda a mis espaldas

Me di la vuelta para encontrarme con una niña de más o menos nueve o diez años. Vestía una falda larga, llevaba una mochila rosada, su cabello era ondulado y tenía un moño celeste. En sus manos sostenía una muñeca con firmeza.

«Es Tina Ricci...o más bien el fantasma de ella»

—¿Duncan te ha enviado a deshacerte de nosotros? —Volvió a interrogar

—Dijo que debía destruir la maquina hecha de cadenium, no me dijo nada de deshacerme de personas—Repliqué

—¿Sabes que esa máquina es lo que me permite seguir aquí pese no tener mi cuerpo? —Preguntó la niña

Negué con la cabeza.

—Como lo pensaba, él piensa que todos estamos infelices en este estado, que somos desechables porque ya no estamos vivos—Habló Tina mientras una lágrima bajaba por su mejilla fantasmal

—Tengo que hacerlo, tengo que destruir esa máquina...me lo encomendó—Respondí

—¡No puedo permitirlo! —Bramo la pequeña Tina

La niña fantasma se desplazó a velocidad hacia mí para interponerse en mi avance.

—¿Tú crees que quiero desvanecerme en la nada? ¿Qué quiero dejar de existir? Ninguno de nosotros sabe que hay más allá—

Di un paso al frente.

—¿Acaso no merezco existir? Solo morí y me quede atascada aquí, no he hecho nada malvado. Ya hice mis amigos vivientes y me adapté a esto...no puedes arrebatarme mi derecho a estar aquí ¡Quiero seguir existiendo! —

Me detuve. El rostro infantil del fantasma estaba sumido en lágrimas, yo conocía bien esa sensación de cuestionarme si merecía existir. Duncan no me dijo que les pasaría a los fantasmas como Tina si destruía la máquina ¿Quién era yo para hacer que desaparezcan? ¿No sería asesinarlos por una segunda vez? La culpa me comenzó a invadir, Tina había fallecido ya hace décadas, pero se comportaba como una persona viviente, yo tenía su segunda vida y existencia en mis manos.

«¿Qué debo hacer? ¿Qué es lo correcto?»  

El Fragmento del CreadorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora