50. Consecuencias

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4 de junio del 2014

Abrí la puerta del baño, corrí al lavamanos a echarme agua en la cara, le di la vuelta al grifo y al sentir el agua caer sobre mis manos sentí un escalofrió. Temblé y vi mi reflejo en el espejo, mi rostro sin vendas con un par de cicatrices, mis ojos agotados sin cejas y mi cabeza sin cabello. 

«Sigo aquí»

Me eché agua en el rostro y al ver los rostros de las personas del hospital en el reflejo del espejo retrocedí varios pasos moviendo mis manos por todos lados por en un intento de hacer desaparecer los rostros.

«¡Yo no pedí esto!»

Me apoyé contra una puerta sin despegar la vista del espejo, la enfermera Daniela y los otros me veían desde el espejo, sus ojos estaban blancos y sus ropas estaban manchadas de sangre. Adelina los había asesinado para salvarme y resentían el arrebato de sus vidas, ellos deseaban volver a vivir.

Lo sabía muy bien, todo lo que estaba ocurriendo es culpa de la decisión de Adelina, todas las muertes repentinas, desapariciones y perdidas de cordura. Personas que dicen a ver visto otra vida diferente a la que vivimos. El mundo estaba patas arriba solo porque yo seguía respirando.

«Se me ha otorgado una segunda oportunidad que no merecía, un privilegio manchado en sangre inocente, yo debo estar hecho puré bajo los escombros del hospital»

Tres días antes...

Caminaba con dificultad hacia la entrada del colegio, el sol ardía sobre mi cabeza sin cabello y mis piernas reaccionaban con dificultad. No estaba acostumbrado a caminar como antes y la verdad de camino me caí varias veces por mi propia torpeza. Mis pantalones estaban manchados de tierra, no solo por caerme por el bosque. Sino porque estuve cavando.

Estaba exhausto, me la pase metido en el monte todas estas semanas, no podía dejar que la policía me interrogara, no tengo como explicar que un inválido se recuperó y escapo. Caminé kilómetros cayéndome y con Adelina encima, tuve que robar una pala de un granjero que había cerca y excavar con esfuerzo. Dormí en el potrero porque no había otro lugar y el resto de esa semana intenté que no me descubrieran robando un poco de su comida. Con suerte no descubren que enterraron algo ahí.

«¿Qué entierras ahí chico? ¿Yo? El cuerpo de mi compañera de habitación ¡Si! Yo era un lisiado hasta hace unos días»

Imaginarme como la conversación iría si alguien me descubría me hacia darme cuenta de lo extraño que era mi situación.

Vi la garita con el guardia de siempre, este levantó la vista del teléfono y arqueó una ceja al verme.

—Buenos días...joven ¿Qué se le ofrece en el Instituto Seele? —

«¿No me reconoce?»

—Buenos días, yo estudio aquí, soy Damián Heerse—

El guardia se rascó la cabeza confundido.

—¿El estudiante que quedó inválido después de la explosión de gas? Pero si yo te veo caminando —

«Mierda, lo olvidé por completo»

Me llevé mi mano al bolsillo para buscar mi cedula, pero al meter la mano mi billetera no estaba, por supuesto salí de entre los muertos del hospital, no cargo ninguna identificación encima.

—Me hicieron una cirugía que resultó exitosa—Dije

El guardia se río a carcajadas.

—¿Cómo en Grays Anatomy? Chico, mi hermana mayor ve esa serie no soy un bobo—Respondió el guardia aun riéndose

El Fragmento del CreadorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora