Epílogo

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—Auf Liebe eingestellt—Cantó una voz femenina

Abrí los ojos y los rayos del sol me encandilaron, usé mi mano para cubrirme los ojos, la intensidad del sol no era normal. Estaba en un cuarto adornado con pinturas colgadas en la pared y fotos de artistas que no conocía, no era mi hogar, pero por alguna razón sentía una fuerte nostalgia por este lugar desconocido.

«¿Cómo llegué a este lugar? Yo...no recuerdo bien que fue lo último que sucedió»

—De cabeza a tobillos, preparada para el amor—Volvió a cantar aquella voz, solo que esta vez sí comprendí lo que dijo

La canción me parecía haberla escuchado muchas veces en mi vida, pero no reconocía a la cantante, busqué el origen de la voz por el cuarto y para mi sorpresa había periódicos escritos en alemán de los años 30s, fotos de personas que creía conocer, pero estaba segura de que nunca había visto en mi vida. Desconocía la razón de porque me sentía triste al ver esos rostros, en una de aquellas fotos la familia que era protagonista de todas las fotos blanco y negro estaban fuera de un lugar titulado "Fischer" parecía ser un restaurante o cafetería alemana.

Salí de la habitación buscando respuestas, el suelo de madera estaba cubierto de fotos, periódicos y cenizas, sentí un escalofrío recorrer mi espalda, las cenizas en el piso me daban angustia y ser incapaz de reconocer la razón se me hacía frustrante. Descendí unos escalones de madera que en lugar de tener periódicos o fotos tenían lienzos con pinturas, bajé los peldaños con precaución para no dañar los cuadros.

«¿Por qué me importa tanto si piso aquellas pinturas? No tenía ningún apego a ellas y no creo que su autor este en esta casa»

Porque este es mi mundo—Tarareó la mujer alemana

Este no es la casa donde crecí, no es la casa donde me dieron mi primer libro en una navidad lejana y me enamoré de leer historias de terror, estas escaleras no son en las que Berno me esperaba cada mañana, las fotos que he visto no le pertenecen a la familia con la que crecí y estas pinturas...nadie de mi familia pinta. No obstante, algo dentro de mi sabía que estaba en casa.

Me quedé petrificada al encontrar el origen de la música, no era una unas bocinas o un televisor con el Spotify puesto, sobre un mueble una radio de madera reproducía la canción...

Me parece tan hermoso—Terminó la cantante

Alrededor del mueble había una mesita redonda de madera y un sillón de tela mirando hacia la pared con la pintura y la radio. Levanté una ceja al ver que a la pared donde la radio y la pintura se encontraban carecía de color pesé que el resto de la casa poseía colores en sus paredes pisos, pinturas, platos etc.

—¡Finalmente nos volvemos a ver! —Clamó una vocecita proveniente del sillón con un acento raro

Ahogué un grito, juraba que estaba sola en este lugar, retrocedí unos pasos por precaución.

Una niña de cabello revuelto castaño, un poco gordita para su edad y unos ojos oscuros se levantó del sillón. Tenía un vestido largo color rojo y un gorro para el frío.

—¿Qué sucede? ¿No me reconoces? —Interrogó la niñita

—No tengo idea de quien eres—Repliqué incomoda por las afirmaciones de la niñita

—Por supuesto, no lo recuerdas porque ya eres otra persona...—Dijo la niña caminando por la sala

«¿Qué no recuerdo? Nunca he estado aquí, se ve demasiado antiguo y ni parezco estar en mi país»

—Volviste a nacer como todo lo que siempre quisiste ser, sin embargo, el alma sigue siendo de Gretchen—Siguió la niña caminando alrededor mío

—No soy Gretchen—Respondí sin despegar los ojos de la niña

La niña se encogió de hombros.

—¿Tu caligrafía sigue siendo horrible amiga? —Indagó la desconocida

Abrí los ojos como platos.

«¿Cómo sabía que escribo horrible a mano?»

—Y Layla te siguió intentando a ayudar incluso siendo un fantasma—Dijo la niña

«¿Habla de Layla la bibliotecaria?»

—¿Quién eres? ¿Cómo sabes todo eso? —Interrogué asustada por la cantidad de información que sabía

—Mi nombre es Bertha Fischer, soy tu mejor amiga de tu vida anterior—Se presentó

—La única Bertha que conozco es la anciana que es dueña de mi pastelería favorita—Repliqué desconfiada

—Si, yo sé que es tu pastelería favorita...cada 31 de octubre familia visitaba la pastelería, siempre pedías el Kalter Hund—Comentó Bertha

—Es imposible que seas la misma Bertha...—Repliqué incrédula

Bertha esbozo una sonrisa.

—La primera vez que entraste a la pastelería juraba que Gretchen se había congelado en el tiempo y yo siendo un saco de huesos traté de ir hacia la nueva cliente, pero me enredé y caí al suelo, la nueva cliente que me ayudó a ponerme de pie no tenía una nariz gigante y unas cejas gruesas, una niñita de cabello castaño y ojos ámbar me ayudó a ponerme de pie—

—Si eres ella...—Hablé aun sin creerlo del todo

—Me lleve una decepción y en mi mente le eche la culpa al deterioro de mi viejo cerebro, no obstante, aun así, te sugerí el Kalter Hund—

—Y a partir de ese día se volvió mi postre favorito—Terminé

Bertha sonrió y señaló el reloj que estaba al lado de la radio.

—Se nos acaba el tiempo, escúchame bien, hace varios meses volví a ver la chica que visito la cafetería antes de que tu familia fuera capturada que usaba el nombre de Blaine, hace 75 años ella y su padre le dieron un dinero a Friedrich que él nos dio y gracias a eso pudimos escapar a Panamá, Gretchen nadie se ve igual después de 75 años, sea lo que sea esa chica debes tener cuidado con ella, no traerá nada bueno—Relató Bertha

—¿De quién hablas? —Pregunté

Antes de que Bertha pudiera responder unas campanadas sonaron y el color de los muros, muebles y pinturas se desvanecía rápidamente, quería agradecerle, pero lo único que quedaba de Bertha era su gorrito para el invierno.

Sentí que algo me lamía las mejillas, era áspero y unas patitas me amasaban. Sentí que alguien me sacudía.

—¡Amelia despierta!—Gritó una voz femenina

Abrí los ojos agotada, tenía a Mrs. Shrimps encima ronroneando y a Dorothea a mi lado, su ardilla descansaba en su hombro. Sentí un escalofrío recorrer todo mi cuerpo al darme cuenta de que el gato y la ardilla no tenían color, el cabello castaño de mi prima carecía de tonalidad.

«¿Dónde estamos?»

No había ni una fuente de luz, solo nosotras y los animales eran visibles, no había más sonidos.

—¿Estabas llorando prima?—Preguntó Dorothea

—¿Por qué lo dices?—

—Porque cuando te encontré no parabas de hablar y varias lagrimas resbalaron por tus mejillas—Replicó Dorothea

—Tuve un buen sueño, eso es todo—Respondí

—¿Qué soñaste?—Interrogó mi prima

—Con un lugar que desconozco pero al mismo tiempo era mi hogar, me invadió una sensación de nostalgia...—Comenté

«Ten cuidado con la chica de ojos verdes»

—Bueno que bonito sueño pero eso no nos ayudara a salir de aquí y a ver que quieren ellos—Habló Dorothea señalando la oscuridad al fondo

—¿Ellos?—

Unas siluetas se movieron en las tinieblas. 

El Fragmento del CreadorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora