46. La desoladora verdad y la cruel decisión

82 14 53
                                    

Desperté cuando sentí la intensidad de una luz sobre mi rostro, abrí lentamente mis ojos y aprecié un precioso cielo de atardecer, confundido por tener el segundo ojo me senté en el suelo. Estaba hecho de piedra y al sentarme pude apreciar mis piernas intactas como si no hubiese ocurrido nada.

Me rasqué la cabeza y al sentir mi brazo moverse me detuve por unos instantes y vi mis manos sin vendas.

—¿Pero qué mierda está ocurriendo? — Dije en voz alta y al escuchar mi propia voz pegué un brinco del susto

«Puedo hablar y tengo mis extremidades de regreso. Lo último que recuerdo es a Ulises atravesando mi pecho, después todo se volvió oscuro»

Contemplé los alrededores con atención, estaba en una especie de pueblo antiguo desértico, no había nadie, las ventanas de las casas estaban llenas de polvo y mugrientas. Incluso algunas se habían venido abajo con los escombros suspendidos en el aire.

Tragué saliva al entender que había ocurrido, estaba muerto, Ulises me asesino.

Caminé sin rumbo, disfrutando la desenvoltura que había ganado, nunca consideré que extrañaría caminar como una persona común. Desde que desperté nunca anocheció, ni llovió o hubo un cambió en el entorno.

«Esto debe ser lo que llamamos limbo, nunca pensé que fuera tan solitario y pacífico»

Había pedazos del pueblo que faltaban, como si fuese un dibujo de un niño que no terminó de pintar. Solo había algo blanco y luminoso en su lugar, dándole un toque místico y original al final.

No era capaz de sentir fatiga, hambre, sed o mis latidos. Esto hizo que nunca me detuviese, solo seguí y seguí hasta que el aburrimiento en este paraíso sin fin me gano.

Me senté en los peldaños que estaban ante la entrada de una torre reloj, contemplé el cielo anaranjado.

«¿Qué harían los demás después de mi muerte? ¿Sería para ellos fácil superar mi partida y llevarían una vida normal hasta la graduación?»

Recordé como era conversar en la cafetería con Juan y Sebastián sin dificultades, sorprendido por no encontrarme con la laguna entre memorias pude recordar a Ulises matando a la familia de Juliana y atacándome junto a Kevin el día que me tiré por la ventana.

La partida de mi hermana, las noticias de su muerte y mis primeros días en el hospital con claridad. La mayoría de las visitas de Juan y Sebastián, las distintas cosas que me contaba Adelina.

«¿Por qué mató a todos los que estaban en la habitación?»

Lo ocurrido estaba claro en mi cabeza, Adelina abriéndole la garganta a Daniela y matando humanos que ni estaban en condiciones para defenderse.

Su combate con Ulises dando a entender que nunca me dijo toda la verdad, la chica que compartió conmigo y me apoyo en mi peor momento me mintió.

«¿Todo fue un engaño? ¿Cada palabra o acción fue con otro propósito? ¿Qué era ella?»

Las historias, los dibujos, los juegos de mesa e incluso el apoyo emocional fue un truco. Ni lo puedo llamar un truco porque soy incapaz de entender que sucedió.

Me atacan de la nada diciéndome que soy una especie de demonio, me arruinaron mi corta vida volviéndome un lisiado y para el colmo vinieron a rematarme siendo una momia.

«Me arrebataron mi juventud y mis sueños»

El cielo de atardecer me trajo paz, estaba muerto y nada podía cambiar eso. Solo me quedaba vagar eternamente.

Puedo confirmar que así fue.

No puedo asegurar cuanto tiempo pase sentado en los peldaños, pudieron ser minutos, horas, días y tal vez hasta décadas.

El Fragmento del CreadorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora