49. Juan X

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Respiraba despacio, el frío penetraba mi abrigo de pieles y sentía como quemaba. Estaba escondido detrás de un árbol, un dinosaurio estaba quieto buscando a su presa con su vista. Decir que el dinosaurio era lo más escalofriante que me podía encontrar sería un chiste.

Kyle estaba a mi lado con su arco en mano, su cabello castaño estaba cubierto de nieve y su mano que sostenía la flecha le temblaba.

Yo solo tenía un garrote ya que no acierto ni un tiro con el arco. Si ese animal se daba cuenta que estábamos aquí seríamos su comida, no duraríamos ni el minuto.

El dinosaurio salió corriendo en dirección contraria, suspiré aliviado.

—Estuvo cerca—Dijo Kyle soltando la flecha para ponerla en el carcaj

—Ni que lo digas, juraba que hoy seríamos su cena—Respondí

—No perdamos tiempo, deberíamos buscar algo de leña y si tenemos suerte carne—Sugirió Kyle

El invierno no acababa, eso era lo primero que aprendí a ser teletransportado aquí por parte de la primera persona no hostil que encontré, todo porque el rey elfo lanzó un hechizo para congelar el mundo.

La adaptación a esta temperatura extrema ha provocado que varios animales se extinguieran y que varios pequeños poblados de enanos y humanos desaparezcan bajo nieve.

Además, estaba la gran guerra de tres bandos, elfos, ángeles y demonios que ha hecho un daño enorme por el gran poder que tienen.

Buscamos el árbol más delgado que pudiéramos encontrar sin tener que alejarnos mucho. Saqué mi hacha de piedra y comencé a golpear al árbol, el tronco no era tan grueso así que no tardaría tanto.

Al terminar de recoger la madera y ponerla en nuestros hombros, caminamos un rato más para ver si el día de hoy encontrábamos un animal que estuviese moribundo. Era la forma más fácil de conseguir comida y debías aprovecharla bien, pues es normal pasar días sin comer.

Un temblor acompañado de un fuerte estruendo hizo que soltará la leña. Kyle puso la madera en el suelo y miramos de dónde provenía el estruendo.

—Deberíamos regresar—Sugerí

Kyle negó con la cabeza.

—Si debemos regresar, pero si es algo lo que provoco ese impacto deberíamos asegurarnos de que no nos haya visto porque si nos vio nos seguirá—Respondió Kyle mientras avanzaba con lentitud

Entonces lo vi, algo que no podía reconocer llevaba una armadura dorada encima y blandía una espada resplandeciente, a sus pies había lo que parecía ser alguien completamente aplastado, sus sesos estaban por toda la nieve.

Unos demonios lo comenzaron a rodear, eran como al menos ciento cincuenta o un poco más. Estos no llevaban armaduras, pero llevaban espadas y cuchillos con una hoja de color gris.

—Es el campeón de los ángeles, Radilos el nefilim, símbolo de unión entre los ángeles y humanos—Murmuro Kyle

Radilos medía dos metros y era ridículamente ancho, estaba mucho más exagerado que los fisiculturistas que se meten inyecciones. Su presencia era más imponente que la de los demonios, incluso tal vez más que el demonio que atacó al hospital.

Recordé que Amelia siempre me habló de un cuento que le contaba su madre, el caballero de armadura dorada que nunca se dejaba ver el rostro y que el final de su historia es inconcluso. La madre de Damián nunca terminaba el cuento y eso toda la vida le molestó a Amelia. Era su historia favorita.

Los demonios se lanzaron todos al mismo tiempo sobre Radilos, este levantó su espada e hizo un tajo al aire, una gran onda expansiva hizo que saliera desprendido hacia atrás, Kyle se estrelló contra un árbol.

El Fragmento del CreadorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora