31. Sebastian IV

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23 de abril del 2014

Sentí como me arrastraban, la sensación del viento chocar con mi ropa húmeda me provocaba escalofríos. Confundido abrí los ojos, todo era oscuro excepto por las estrellas que iluminaban el cielo.

«¿Qué sucedió? ¿Estoy muerto?»

Con lentitud miré a los alrededores con la esperanza de entender que estaba sucediendo, debido a la falta de luz solo pude identificar el río caudaloso, recordé haberme caído del puente y caer en el río, no podía salir a la superficie y perdí el conocimiento.

—¿Despertó? —Murmuro una voz femenina

Tomé con delicadeza la mano que me arrastraba por el piso, escuché un grito y mi cabeza cayó al piso del golpe. Solté un quejido al sentir como mi cabeza impactaba con una superficie rocosa.

Me incorporé en el suelo y distinguí lo que parecía ser un candil que iluminaba ligeramente la zona, una chica sostenía el candil, sus ojos eran rasgados y su tez oscura, tenía un cabello negro sedoso hasta los hombros. Ella acercó el candil con cuidado a mi rostro para poder observarme mejor.

—Si seguía con vida, debes tener más cuidado por donde caminas niño si no hubiera estado vigilando te hubieses ahogado y nadie encontraría tu cuerpo—

Me rasqué la cabeza.

—Ese río no es normal ¡No podía salir! Pareciera que tuviera consciencia propia, luchaba por salir del agua y me jalaba al fondo ¿A qué te refieres con vigilar? No hay nada que vigilar en esa agua que esta poseída—Respondí alterado al recordar la violencia de la corriente que me impidió salir a la superficie

La chica se río a carcajadas por mi respuesta, puso el candil en el suelo y se sentó sobre una piedra.

—Es cómico porque tienes razón, el rio tiene su propia consciencia. El rio decide quien es un peligro para el medioambiente y lo elimina sin dejar rastros, por alguna razón que desconozco no te considero una amenaza y siempre considera al humano como una amenaza que debe ser eliminada—Explicó la desconocida

«¿Qué se fumó esta chica? No es posible que una masa de agua tenga la capacidad de razonar, es demasiado descabellado. Pero...existen los demonios ¿Así que porque una masa de agua con consciencia no podría existir?»

—¿Sabes lo loco que suena eso? Cualquier otra persona pensaría que eres una drogadicta, pero para tú buena suerte yo también he visto cosas muy locas—Repliqué

—No es cosa de que este loco o drogada, es la verdad, aunque sea difícil de digerir. Mi familia lleva viviendo en el bosque por generaciones cuidándolo de cualquier humano que presente un peligro para este. Mi familia sirve al espíritu de la naturaleza Natiril, un espíritu que ha sido opacado por religiones y leyendas tontas cuando él es más importante que todas esas patrañas—Relató la desconocida

«¿Por qué Susana no nos habló de ese tal Natiril? Ella es una cazadora que lleva años conviviendo con lo mítico y nunca nos ha contado de esto... ¿Será que desconoce su existencia?»

—Si supieras que existen los demonios y Natiril es el menor de mis preocupaciones—

La chica arqueó una ceja sorprendida.

—Sé de la existencia de los demonios, pero ellos forman parte de la naturaleza, Natiril no los considera como una abominación y los considera como uno más de sus hijos—Relató la chica

Hice una mueca de disgusto ¿Cómo alguien podría aceptar a un demonio? Dejaron a uno de mis mejores amigos invalido, una criatura que haga algo así no merece perdón, Susana ya lo ha dicho un millón de veces, los demonios no sienten empatía o dolor, solo lo imitan. No deben ser considerados seres vivos.

El Fragmento del CreadorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora