42. Juan VIII

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Segunda visita...

El hospital, solo había venido dos veces a este siendo está la segunda y la verdad no es agradable. Cada vez que vengo es porque le ocurrió algo a un ser querido, Damián siendo el único que sigue respirando.

Si les contará a las personas que ocurrió me dirían que no fue mi culpa y tendría que asentir con mi cabeza para darles la razón. Pero me siento culpable, tanto que siento que me aplasta. Verlo ahí tendido en la cama sin poder moverse o hablar hizo que mis entrañas se revolvieran, era demasiado para digerir. Su vida estaba arruinada.

Tuve que salir de la habitación para calmarme y despejar la tormenta de mi cabeza. Fui al baño para echarme agua en el rostro, me sequé con papel toalla y salí. Tenía hambre.

Cuando regresé a la habitación su compañera de habitación estaba sentada a su lado, Damián seguía durmiendo.

—No ha despertado, tengo hambre así que buscare algo de comer—Dije

—¿Te molesta si te acompaño? —Preguntó Adelina

—Por supuesto que no—Repliqué

Compré emparedados de atún con queso y ella distintos dulces. Nos sentamos en una mesa cerca de las ventanas, devoré el primer emparedado como una bestia. Ella comió un dulce de chocolate con una delicadeza nunca vista, podría decir que me sorprendió, me pareció extraño.

Su tez era pálida, tanto que me sorprendía como las personas no se le quedaban mirando curiosos por su aspecto. Su cabello blanco con mechones grises podían hacerla pasar por una anciana de espaldas, su rosto era juvenil a pesar de verse agotado. Sus ojos grises me incomodaban.

«¿Qué condición tendrá? No, es de mala educación»

Di un mordisco.

«De seguro se ofende si le pregunto»

Adelina se limpió la boca con una servilleta.

—Veo que me observas mucho, tranquilo estoy acostumbrada a llamar la atención por las razones erróneas—

Avergonzado puse el emparedado sobre el plato.

—Disculpas no era mi intención ser tan grosero—

Una sonrisa se dibujó en sus labios.

—Tranquilo, es normal sentir curiosidad—Respondió sacando otro dulce de la bolsa

—Es que...jamás había escuchado de una condición que te haga ver así—Dije intentando no sonar grosero

—Nadie ha escuchado de algo así, por esa parte puedes estar tranquilo, no eres ningún ignorante. Al final solo somos niños—Replicó Adelina

Miré sus cejas grises.

—¿Debería sorprenderme que me veas como una anciana? La verdad es que no, pero para que salgas de dudas tan solo tengo 15 años—Comentó Adelina

—Tengo 13—

Adelina arqueó una ceja.

—Eres bastante alto para solo tener 13, el otro amigo de Damián sí parece más de 13—Respondió Adelina

«Debe de estar hablando de Sebastián, él ha tenido más oportunidad para visitarlo»

—Supongo que fue el baloncesto que me ayudo a crecer algo—-Dije

—¿Juegas baloncesto? —Indagó la chica

—Jugaba—Respondí de manera cortante

Como extrañaba jugar, con tan solo mencionarlo ya quería ir a jugar con todo y que mi animó no es alto.

El Fragmento del CreadorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora