25. Juan III

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6 de abril de 2014

«Casi pierdo a un ser querido de nuevo...no faltaba mucho para tener que asistir a otro funeral»

Estaba sentado bajo la regadera, con mi voz repitiendo aquella frase una y otra vez. El chorro caía sobre mi rostro, manteniéndome despierto a pesar de haber dormido si acaso dos horas, no era capaz de procesar que sucedió. Susana nos dijo que ese hombre que nos ataco es un demonio, pero eso es imposible.

«¡Esto no puede estar pasando! Ya hemos tenido suficiente ¿O estamos destinados a vivir infelices eternamente? Solo somos críos que no llegan a los quince años»

Golpeé la pared con mi puño, sentí el ardor en mis nudillos, grité con fuerza intentando librarme de la desesperación. Podía gritar todo lo quiera porque Sebastián no se levantará por esto, pero me sorprende que no se haya tomado la molestia de preguntar por Damián, no sé en qué estado se encuentra, pero al menos demostrar más preocupación por su amigo.

«¡Cierto! Está muy preocupado babeando por Susana que no recuerda que tiene un amigo en el hospital, yo le agradezco haberme salvado de aquellos cadáveres que explotaron, pero no puedo pasar por alto que ella se ha metido demasiado con nosotros. Ha demostrado ser buena amiga, pero al parecer no entiende que ese puesto ya lo ocupaba otra persona, una chica de ojos marrones y cabello negro, que yace bajo tierra»

Y el hecho de que sea un esqueleto hoy en día no le quita valor a todo lo que hizo en vida, nadie podrá reemplazarla ni en cien vidas. No hay otra chica que...Sofía, no sé porque se me ha venido a la mente Sofía mientras tenía en la mente a Juliana. Ella ha sido muy buena conmigo, siempre está muy pendiente de mí y gracias a su ayuda tengo oportunidad en recuperar mi promedio, tenemos bastantes cosas en común como: música, comida favorita, anime y el gusto por los videojuegos. Algo inusual para ser una chica, al igual que Juliana que tenía una obsesión por el metal.

Apagué la regadera y tomé la toalla para secarme, me puse los vaqueros y un suéter blanco. Iba a estar fuera del colegio por una razón muy especial, es mi cumpleaños número trece.

Cualquier otro chico de mi edad recibiría una fiesta de cumpleaños de parte de sus padres, pero en mi caso yo les hago una visita al cementerio. Mientras me dirigía a la salida de la escuela veía a varios estudiantes que también vivían aquí platicando o jugando a cartas como si nada pasara, otros estaban siendo recogidos por sus padres o choferes.

«No tienen idea de cuanto tienen»

Al llegar a la garita el guardia de seguridad me pidió que me detuviera con una seña.

—Alto ahí niño ¿Para dónde vas? ¿Tienes permiso? —Inquirió el guardia

Saqué la nota que me había entregado la dirección del colegio, se la di al guardia y está la leyó en silencio.

—Ya le abro la puerta, recuerde que no puede regresar muy tarde, lo pueden sancionar, aunque haga vista gorda—Dijo el guardia

—Tranquilo, regresare temprano. Solo hare una visita corta—Respondí

El cementerio estaba a media hora de la escuela en taxi, el cual era el método de transporte más accesible. No tarde mucho en conseguir uno y dirigirme hacia mi destino.

«Por poco casi termino yendo al entierro de mi mejor amigo al cual considero familia»

El día soleado ayudo a animarme incluso cuando voy camino al cementerio, los árboles frondosos me tenían sorprendido como se mantenían llenos de vida, con sus hojas de un verde intenso. La vista desde la ventana me hizo olvidarme por completo que iba al cementerio, las granjas, los animales y las praderas se veían ante mis ojos de una manera brillante para no decir que al menos alegraban un poco mi cumpleaños.

El Fragmento del CreadorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora