62. Friedrich Bauer

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La última navidad

24 de diciembre de 1938

El cielo tenía un tono naranja rojizo, el sol se ocultaba detrás de las nubes y el viento movía las hojas secas de los árboles. Las hojas amarillentas cubrían el tejado de la vetusta casa que tenía una ventana arqueada con el vidrio roto.

Entré a la casa abandonada que Kurt, Emma y yo usábamos para pasar el tiempo desde que íbamos a primaria. Abría la puerta de madera y dejé mi mochila en la entrada. Subí los antiguos escalones de madera con cautela, algunos estaban a punto de quebrarse y no quería llegar cojeando a casa para la cena.

La habitación más espaciosa se encontraba en el segundo piso, la puerta de esta habitación fue derrumbada por Kurt cuando íbamos a cuarto grado. Desde ese día se volvió nuestro lugar favorito y todos los días los tres íbamos a hablar y jugar ahí hasta la puesta del sol. 

Entré a la habitación y Emma estaba al lado de su telescopio sentada en una silla con un cuaderno sobre su regazo. Emma tenía el cabello oscuro y enrulado, ojos oscuros y era morena de piel, siempre obtuvo las mejores calificaciones en la escuela.

—Friedrich Bauer, llegas tarde como siempre—Dijo Emma Dohan

Me encogí de hombros.

—Tuve que dejar la carne primero en casa y ayudar a los hijos del viejo Tom—

—¿Cómo están los niños? ¿No hay nadie que los cuide? ¿No tienen más familiares? —Dijo Emma cerrando su cuaderno

—No, su madre falleció de influencia hace unos años junto a toda la rama materna, Tom era su última familia, lástima que muriese apuñalado por un molde de pan ¿Quién sería capaz de hacer algo así? El responsable dejo a dos niños inocentes sin nada, sobreviven de lo que encuentren en la basura y de los vecinos que se apiadan de ellos—Repliqué

«Jane y Albert han estado durmiendo en las casas de sus vecinos cuando tienen suerte, las personas sean vuelto egoístas con el desastre económico que nos dejó la guerra»

Emma cruzó los brazos.

—Déjame adivinar... ¿Quieres convencer a tu padre de que los adopte? —Inquirió Emma Dohan

—¿Soy tan predecible? —Repliqué esbozando una sonrisa

Emma se rio a carcajadas, su cuaderno se les escapo de las manos y cayó al suelo polvoriento.

—Siempre has sido así, me defendiste de los profesores que me querían reprobar por ser mujer, convenciste a tu padre para que hablara con el director para que pudiera educarme con ustedes, no dejaste que le dieran una golpiza a Kurt cuando se supo que no le gustaban las chicas, si no lo recuerdas tuviste una fuerte discusión con tu padre por ser su amigo. Cualquier persona que te conozca sabe que le vas a pedir a tu padre que los niños vivan bajo su techo—Habló Emma mientras se agachaba a recoger su cuaderno

Mientras ella sacudía su cuaderno noté un regalo a su lado envuelto.

—¿Mi regalo? —Pregunté 

Emma asintió con la cabeza.

—No te diré que es, mañana lo abres—

—Tal vez tu madre me dé una pista durante la cena—Dije esbozando una sonrisa

Emma negó con la cabeza.

—No te dirá nada ¿Estas estudiando para las pruebas de admisión de la universidad? —

Me quedé callado. Todo este tiempo me la había pasado pintando a escondidas y durmiendo, sin dejar de lado que he ayudado a mi hermana a entregar sus trabajos a mano porque su caligrafía es para perder otra guerra.

El Fragmento del CreadorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora