75. Friedrich Bauer

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Solamente tomó un instante para que todo se viniera abajo, todo aquello que sufrí durante sesenta y nueve años fue en vano. Mis aspiraciones de crear un mundo utópico usando el meñique de dios habían sido destrozadas, todo fue una mentira desde el inicio, un caramelo que usas para engañar a un niño. Incluso el hijo de Alaric Heerse seguía con vida, había fracasado y esta derrota llevo a que se perdieran demasiadas vidas.

Y aún así alcé mi mano hechas trizas para ofrecerme. Ni Marcos o Selena morirán hoy, esos compañeros de Marcos tampoco serán víctimas de este hombre que orquesto todo, si es que lo puedo llamar hombre. Mis huesos de la mano en posiciones extrañas me provocan un dolor que se quedaba corto con lo que pasé con Mengele, pero esta vez no pude evitar sonreír al ver la cara de ese Observador, estaba atónito, no se creía que yo me ofrecí.

—Yo seré tu sacrificio—Repetí

Humbert se llevó una mano al mentón.

—¿Qué sucede? ¿No querías que alguien se ofreciera voluntariamente?—Reclamé

Me arrastré con mi mano restante y lo miré a los ojos.

—¡Aquí me tienes!—Grité

—¿Seguro? ¿No se quiere ofrecer nadie más? ¿Adrien? ¿Alberto?—Sugirió el Observador

—¡Deja de mirarlos! ¡Aquí tienes al sacrificio que te falta! —Grité

El hombre se cruzó de brazos y asintió con la cabeza, sus ojos que tenían los colores de la galaxia no se despegaron de los míos.

—Así será, Friedrich Bauer tú serás el último sacrificio del día de hoy—Concretó el Observador

—¡No!—Gritó Marcos a mis espaldas

«Debí haber hablado con él a solas cuando tuve la oportunidad»

Me puse de pie y me di la vuelta, Selena estaba reteniendo a Marcos que forcejeaba para librarse, vi al padre de la compañera de Marcos junto a la cazadora y su hija, el señor abrazaba con fuerzas a su hija de cabello enrulado y tez canela. La chica cazadora que yacía en suelo con sus vendajes me miraba, la niña a la que le di una paliza en el hospital porque asesino a María sin piedad. Parecía difícil de creer con la rabia que sentí en ese instante, pero Susana era solo una niña de si acaso trece años. Solo tenía unos años menos que Gretchen cuando falleció.

Y el hijo de uno de mis enemigos, Damián que desde que entró a la habitación sentía un remordimiento inmenso en sus pensamientos y odio hacia al Observador, no sé que sucedió entre el Damián que vi en Auschwitz, no obstante, este adolescente de piel oscura, calvo y con unos pasos torpes no compartía la naturaleza maligna de ese Damián o de sus padres. Estaba seguro de que él se ofrecería y casi lo permito por el rencor que le tenía a su familia, lo hubiese deseado con todas mis fuerzas, pero en el fondo, el que no debía salir con vida de este lugar era yo.

«Aunque el meñique de dios hubiese sido real ¿Qué me hubiera esperado? Hago el mundo perfecto ¿y luego? Las pesadillas no se detendrían, todo lo malo que hice no desaparecería de mi consciencia»

Un mundo sin personas como yo y la cazadora pelirroja, corrompidos por lo peor y trayendo devastación a los inocentes.

«Estoy salvándole la vida a cuatro personas inocentes y a dos que no son. Ulises mató a Celso que era un padre de familia común y corriente, la jovencita no tuvo compasión por María ¿puedo confiar en que salvarles la vida le traerá alguno bueno al mundo?»

—Ven Friedrich—Ordenó el Observador

Vi al hombre, el altar y los otros que serían sacrificados, era un hecho de que iba a morir hoy y el ofrecerme de una vez no cambiaba el hecho de que estaba atemorizado. Tenía miedo de morir, no por ir al infierno, eso es lo que me merezco y ahí iré, me aterraba encontrarme con mi familia y que supieran todas las cosas que hice, la palabra decepción se quedaba corta.

El Fragmento del CreadorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora