66. Sofía Smith III

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Corrí como pude en la ventisca, esquivando flechas y cadáveres en la nieve, demonios y elfos moribundos intentando llevarse a unos cuantos antes de morir. No había rastro del elfo que me había quitado la llave, la llave que si no recuperaba le costaría la vida a mi padre. Tenía que recuperar esa llave a toda costa, sin importar el método.

Evité una flecha que de no reaccionar a tiempo me hubiera atravesado la garganta, era un arquero elfo que estaba disparando a ciegas en la ventisca esperando darle a algún demonio, él se llevó la mano a su carcaj para preparar la siguiente flecha, pero no se lo permití, le di una patada en el rostro que lo derrumbo sobre la nieve y sus flechas cayeron sobre la nieve, tomé una y le atravesé la garganta con la punta usando toda mi fuerza. Le quite su daga élfica que tenía en su cintura

Dejé al elfo ahogándose y seguí corriendo como pude, era muy difícil avanzar con la altura de la nieve y la nula visibilidad, más flechas volaron alrededor y una cabeza rodó a mis pies, era de un elfo.

«¿Dónde está?»

Escuché unos gritos en élfico, el tono de voz pareció ser de órdenes y me acerqué con cuidado con la daga élfica en mano que me ardía porque era mitad demonio. Oí el sonido de metal chocar y los silbidos de las flechas volar, unos elfos protegían el cofre de contenido desconocido de unos demonios, el general que me había arrebatado la llave estaba conjurando hechizos para apoyar a sus hombres.

«Si me acerco cuando tiene a sus hombres cerca terminare muerta, tengo que alejarlo de su posición ventajosa»

Mi padre nunca estuvo de acuerdo con enseñarme a matar, siempre espero que nunca tuviera que necesitarlo porque él estaría para protegerme. Nunca considero que el fuera el que estuviese en peligro. No herede su talento inusual para la magia, pero podía hacer hechizos ofensivos básicos, nunca llegaría al nivel de Morgana o de mi padre.

Con cautela me acerqué a unos de los soldados elfos moribundos y con la sangre de su herida mortal hice el dibujo de ritual en la palma de mi mano, quería hacer una corriente de viento lo suficientemente fuerte para desplazar al general de sus hombres y tener la oportunidad de sorprenderlo por la espalda, en un combate justo nunca tendría posibilidad de salir victoriosa.

El elfo abrió los ojos aterrorizados al saber que su alma sería usada para un hechizo y trató de alcanzar su espada, pero era demasiado tarde. La palma de mi mano ardió y apunte al general, la ventisca se disipo en un abrir y cerrar de ojos revelando demonios y elfos moribundos, cuerpos en pedazos y algunos soldados casi partidos a la mitad haciendo un esfuerzo para mantener sus entrañas dentro de su cuerpo. Entonces una poderosa corriente de viento salió disparada hacia el frente arrastrando a los cadáveres y moribundos por igual, era como un tornado que cortaba cualquier ser viviente y avanzaba sin importar que hubiera delante, los guardias del general elfo intentaron protegerse del tornado, pero los demonios se lo impidieron, el general trató de conjurar un hechizo para contrarrestarlo, pero no lo logró y fue arrastrado por el tornado impetuoso junto a sus soldados y los demonios que combatían.

Brazos, piernas, intestinos y cabezas fue lo que quedo cuando se disipo mi hechizo. Estaba segura de que el general no sufrió ni un rasguño con un hechizo de tan bajo nivel, si Morgana hubiese sido el objetivo de un ataque ofensivo tan mediocre se hubiese reído a carcajadas.

«Ahora solo tenía que encontrar al general que si tengo suerte quedó atrapado con los cuerpos o se está reagrupando con sus hombres que no están heridos»

Sin bajar la guardia avance entre las víctimas de mi intento de sorprender por la espalda al general, había heridos, pero no muertos, los demonios no tardarían en sanarse y serían un problema mayor que los elfos. No había señal del cofre que tanto querían proteger de los demonios, su contenido debía ser de alto valor para que no quisieran que los demonios lo recuperaran.

El Fragmento del CreadorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora