10

907 90 6
                                    

Me metí de vuelta a la casa, por temor a que esa persona me hiciera algo. La primera reacción que tuve fue buscar en la habitación algo que pudiera servirme para tirarlo por la ventana. Todo objeto que tuve al alcance, lo arrojé por la ventana uno detrás del otro. Cuando no encontré nada más, me asomé con sumo cuidado, pero no vi a la persona por ninguna parte. Hubo un fuerte sonido abajo, no sabía de qué se trataba, pero sabiendo que hay alguien ahí fuera que quiere hacerme daño, saqué la mitad del cuerpo por la ventana, pero tenía miedo de lanzarme desde esa altura. No sé si era parte de mi cabeza, pero entre más miraba hacia abajo, mi cuerpo no quería reaccionar. Sentí unas manos alrededor de mi cuerpo, el agarre y tirón que me dieron me obligó a entrar de vuelta.

—¿Qué mierda crees que haces? — escuché la voz de Aiden, y lo que en otras circunstancias me hubiese parecido fastidioso o terrorífico, ahora lo que sentí fue algo de alivio—. No creas que vas a salirte con la tuya. Tu vida me pertenece y no pienso permitir que te libres de mí tan fácilmente.

—Hay alguien más con nosotros.

—Aquí no hay nadie más. La policía y los bomberos deben estar a punto de llegar. No sé qué demonios estabas tramando, pero esto te va a salir muy caro.

—¿Verdaderamente piensas que esto lo provoqué yo?

—Ahora mismo no me interesa. No respires y cierra los malditos ojos — me agarró la muñeca, haciéndome caminar de prisa con él.

Me tapé la boca y nariz con la blusa, pero no cerré por completo los ojos. El fuego se estaba propagando por la antesala hacia el área de la cocina. El humo no permitía ver mucho, pero nosotros logramos salir por la puerta de entrada. Había muchos vecinos en la acera reunidos y dos hombres que por su vestimenta asumí que debieron haber venido con Aiden. Mis ojos estaban llorosos y ardían mucho. Haber tenido oportunidad de respirar el aire fresco permitió que la tos se fuera reduciendo.

—¿Pensaste que te dejaría cumplir tus planes de matarte o qué?

—¿Por qué querría matarme? Yo no provoqué nada de esto. Había alguien más en la casa.

—¿Quién?

—No lo sé. Fíjate que no le pregunté. Trató de matarme. No puede estar muy lejos — quise caminar hacia la casa, pero Aiden me sujetó la muñeca.

—No puedes ir.

—Si no me crees, no tengo de otra que encontrar a esa persona y demostrarte que estoy diciendo la verdad. Para ti todo lo que digo es mentira.

—Vamos a asumir que había alguien más y que según tú quería matarte. ¿Con qué propósito haría tal cosa?

—No lo sé.

—Esa chica estuvo interrogándonos a todos los del vecindario en el día de hoy, pero no sabíamos sus verdaderas intenciones.

—Sí. No pueden dejarla ir. La policía está en camino.

—¡Yo no tuve nada que ver con esto! — me defendí.

—¿Y qué hacía en la casa de los Howling a estas horas de la noche?

—Yo... — las palabras no salían de mi garganta, pues me di cuenta de que no importa lo que diga, nadie va a creerme.

Aiden se acercó a esos hombres y lo miré.

—Hablen con la policía tan pronto lleguen y díganle que fue un desafortunado accidente y que no hay nadie involucrado. Ya saben qué hacer.

—Sí, señor. Cuente con eso.

Aiden vino hacia mí y se detuvo.

—¿Qué estás esperando para caminar?

Cruzamos la carretera hacia un auto y entramos. No entiendo por qué de la nada hace esto.

—¿Qué hacías en la casa de mi hermana?

—¿Para qué me preguntas si no vas a creer en nada de lo que te diga?

—Responde la maldita pregunta.

—Me pediste que te demostrara mi inocencia y eso era lo que quería.

—¿Y qué esperabas encontrar allí para demostrarlo?

—No lo sé.

—¿Cómo era la persona que dijiste que viste?

—No sé. Estaba encapuchado con un atuendo largo y negro.

—Que conveniente.

—Detén el auto, por favor. Aún queda tiempo y necesito continuar.

—¿Y crees que como estás podrás encontrar algo? Necesitas atención médica.

—Yo me estoy sintiendo mejor. No quiero perder tiempo. Ahora solo quiero bajarme.

—¿No tienes miedo de esa persona que dijiste que viste?

—Sí, pero para mí es más importante llegar al fondo de esto y callarte la boca a ti y a todos esos que no creen en mi inocencia.

—No puedo esperar para ver eso — me miró de reojo.

—¿Por qué viniste de nuevo a Utah?

—¿Pensaste que te iba a dejar ir, así como así? Cada paso que des, ten en cuenta que estaré al tanto de ello. Estaré detrás de ti como una sombra. Al final, nadie más tendrá el privilegio de desollarte que no sea yo.

Culpable [✓]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora