Al cabo de varios minutos, Aiden regresó a la oficina y se percató de la situación al instante. Trató de tocarme, pero no quería que lo hiciera. Solo traía de nuevo esos vivos recuerdos a mi mente.
—¿Qué tienes, duendecilla?
—Estoy bien. No me toques.
—¿Por qué me estás tratando así? ¿Pasó algo?
—Aquí estuvo tu amante.
—¿Qué amante?
—Esa mujer, la que dices que se parece a mí y que hoy he descubierto que no quiero parecerme.
—¿Aquí? ¿Qué estás diciendo?
—No sé cómo entró, pero aquí estuvo hace unos minutos.
—¿Te hizo algo? — se notó alterado o más bien preocupado—. ¿Estás bien? —trató de tocarme de nuevo, pero él mismo detuvo la mano—. Lo siento. Yo... iré a buscarla.
—No. No te vayas.
—Tenemos que atraparla inmediatamente. Debo reforzar la seguridad en la clínica.
—Por favor, no te vayas, no lo hagas — mi voz se quebró, debido al mismo estallido de mi llanto.
No ahora. No detrás de ella.
No esperaba su fuerte y reconfortante abrazo. Aunque mis lágrimas continuaban deslizándose por mi mejilla, sentir su calidez y escuchar los latidos de su corazón me servía como consuelo.
—Tranquila, no voy a ninguna parte— su mano acarició gentilmente mi cabello, mientras mantenía mi cabeza en su pecho —. Perdóname por dejarte sola. Debí llevarte conmigo, pero necesitaba un momento a solas. Quisiera tener las palabras adecuadas para hacerte sentir mejor, pero mi cabeza está hecha un lío en este momento. Lo único que te puedo decir con total seguridad es que te quiero. Te quiero demasiado, Rachel. Jamás lo dudes, por favor — besó mi cabeza en varias ocasiones y luego descansó la suya sobre la mía.
Esas mariposas volvieron a situarse en mi estómago y no parecían detenerse.
—Todo va a estar bien. Te pediría que dejes de llorar, pero sé que debes estar muy asustada.
—No estoy asustada de ella, sino por ti y lo que hagas.
—¿Por qué por mí? ¿Hacer de qué?
—Quiero irme a casa.
—A pesar de que esta mañana saliste del hospital, el día había ido bien. No quisiera que el día se arruine por completo.
Levanté la mirada y suspiró.
—¿Por qué no salimos a cenar esta noche? Hay algo que quiero decirte y considero que no puede esperar más.
—¿Qué quieres decirme?
—Si no aceptas ir a cenar conmigo esta noche, tendrás que morir de curiosidad, porque no pienso decirte.
La curiosidad me estaba matando desde el momento que abrió la boca. Aun así, traté de ser paciente hasta que llegó la noche. Desde que llegamos de la clínica, no me he cruzado con él en la casa, ni sé dónde está. El hecho de saber que tendremos algo así como una cita, tiene mi estómago revuelto. Por lo regular me visto con faldas o pantalones, pero dado el caso que me invitó a cenar y no es algo que suceda constantemente, quise ponerme un traje color rubí. Tal vez una parte de mí quisiera impresionarlo. Aunque no sé si sea demasiado. No es el único traje en mi armario, pero es el único con el que no me veré tan infantil.
Me retuve en la habitación por bastante tiempo, ya que traté de prepararme en todos los aspectos. Verdaderamente no sé qué esperar de esta noche. No sé qué quiere hablar conmigo y eso me tiene preocupada e inquieta. Lucía irreconocible ante al espejo, pues hace mucho tiempo no uso maquillaje. ¿Qué estoy haciendo? ¿Por qué estoy preparándome tanto para ese tipo?
Tocaron la puerta y fue cuando mis nervios se agudizaron. Sabía que debía ser él por eso me detuve en la puerta. Necesitaba valentía para enfrentar lo que fuera. Mi fuerza de voluntad se vio afectada al momento de abrir la puerta. Ese perfume tan varonil y fresco fue lo primero que invadió mi nariz. Aiden estaba con una chaqueta negra de cuero abierta, donde la camiseta negra que tenía debajo dejaba al descubierto un poco su torso y un colgante en oro en forma de cobra; lo más que resaltaba era el diamante rojo que jugaba el papel del ojo. Su cabello se veía mucho más holgado y suelto, con ese corte asimétrico que lo hacía ver misterioso, pero a su vez atrevido. No esperaba verlo así, pues se ve muy distinto a como lo he visto en otras ocasiones, aunque lo atractivo no se le quita.
—Te ves preciosa, Rachel — su mirada; esos ojos avellanas me recorrieron sin disimulo y me sentía devorada por ellos.
La impresión me robó las palabras de la boca.
—Te ves... distinto.
—¿Distinto bien o mal?
—Bien.
—¿Estás lista, preciosa?
—Sí. Claro.
Me extendió su mano para que la tomara y, aunque luché conmigo misma con tal de no hacerlo, terminé cediendo. Su auto estaba encendido y estacionado en la entrada. Cuando abrió la puerta, tomó del asiento del auto un ramo de rosas rojas, el cual me entregó en las manos. Jamás había recibido flores de alguien, y la verdad me tomó por sorpresa. Además de las emociones que eso causó. Mi corazón quería salirse de mi pecho, sin contar que las mariposas volvieron a regarse por mi estómago. Sin duda alguna era un detalle muy hermoso y que debía agradecer, pero las palabras no salían de mi boca. Estaba muy sorprendida y nerviosa.
—No lo soporto más...
—¿Qué no soportas?
Pensé que tal vez hablaba de mi silencio y mi estúpida forma de ser, que en los momentos que más necesitaba hablar, no lo hacía.
—Se suponía que debía esperar, pero esto es más fuerte que yo. Yo... te necesito, Rachel. Necesito que me necesites. Tu indiferencia me está matando. Quiero creer que dentro de ti realmente hay un sentimiento hacia mí. Quiero pensar que cuando estamos así de cerca tú también sientes lo mismo que yo. Sí cuando no me ves, sientes la necesidad de hacerlo. Me hace mucha falta dormir contigo, tenerte entre mis brazos, besarte, hacerte mía. Sé que he cometido muchos errores y que aún ahora los sigo cometiendo, pero yo te quiero; te quiero de verdad. No sabes lo enamorado y loco que me tienes, las ganas que siento en este momento de comer tus dulces labios. Dame la oportunidad de estar en tu vida y en la de nuestro pequeño fríjol, ¿sí?
—¿Nuestro pequeño fríjol? ¿De qué estás hablando?
—La razón por la que estuviste en el hospital, no solo fue por no alimentarte bien, sino porque estás embarazada. Vamos a tener un bebé, si es que decides tenerlo conmigo, Rachel.
—¿Embarazada?

ESTÁS LEYENDO
Culpable [✓]
De TodoLa cárcel es el infierno en la tierra, donde encierran a los seres más despiadados y son sometidos a enfrentar la justicia y pagar por sus atroces crímenes. Al pasar por el cedazo de la justicia y ser juzgado, de ser hallado culpable; deberás cumpli...