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Rachel

El paso de los meses nos trajo cosas buenas, como también algunas complicaciones. Me intervinieron a las treinta y seis semanas de gestación, debido a que repentinamente, nuestra hija no estaba creciendo como era debido. El doctor había estado monitoreando mi embarazo frecuentemente, por esa razón decidió pautar la cesárea lo más pronto posible. La preocupación nos agobió demasiado durante ese tiempo, pero luego de tener a nuestra hija Alana en nuestras manos, la preocupación fue cesando, pues notamos que era una guerrera, una niña fuerte y, sobre todo, muy hermosa.

Estuvo internada tres días en intensivo, donde tuvo la atención necesaria. Pese a eso, su estado actual es normal. El doctor nos recomendó que la lleváramos a un neurólogo, pues cuando nació tuvo una pequeña hemorragia en la cabecita, algo que según él y Aiden, a medida que vaya creciendo, probablemente no quede rastros de ella. La veíamos dos veces al día mientras estuvo internada, mientras que a mí me dejaron solo dos días por la cesárea.

Aiden ha estado muy al pendiente de ambas. Al principio fue difícil tener que convertirme prácticamente en una carga para él, pues tiene mucho qué hacer. Poco a poco he ido mejorando, aunque a veces los dolores son insoportables; especialmente en las noches. Además de que el descanso es limitado debido a la lactancia.

Cada rincón de la casa se iluminó tras la llegada de nuestra hermosa Alana. Aiden ha estado muy sobreprotector con las dos. No me deja sola ni para ir al baño y a veces tiende a ser estresante.

No es fácil esta etapa. A veces pienso que no estoy del todo preparada para esta responsabilidad y que fue muy prematuro todo esto. ¿Quién podría estar cien por ciento preparado? Estoy llena de dudas, temores e inseguridades. Las energías se me drenan fácilmente. No sé hasta cuándo sea así, pero me entristece sentirme incompleta. No me gusta depender solamente de Aiden. Quisiera poder hacer más. Me gustaría retomar mis estudios, pero sé que ahora es el peor momento porque nuestra hija me necesita y él también. ¿Será que estoy siendo egoísta?

Es muy poco lo que Aiden va a su clínica, la ha abandonado por estar al pendiente de nosotras dos. Ni siquiera permite que Nany nos cocine, él mismo se encarga de hacer la comida.

Alana le encanta estar en sus brazos, por eso la mayor parte del tiempo se la lleva a todas partes. Muchas veces cuando la acuesta en su cuna, pensando que ya está profundamente dormida, sale llorando de nuevo. Me atrevo a decir que pasa más tiempo con él que conmigo, que soy su mamá.

Nuestra relación aparenta estar bien por fuera, pues dormimos juntos, me consiente, me complace, me trae la comida a la cama, nos lee un cuento en las noches, me trata como si fuera una niña más, no parezco ni su mujer.

Intimidad, ¿eh? Después de tener a Alana, no hemos tenido absolutamente nada. Todo pareciera que se ha detenido entre los dos en ese aspecto. Somos parejas, pero no se siente como si lo fuéramos en realidad. No sé si es solo imaginación mía, pero a veces creo en la teoría de mi hermana, cuando dice que sí está conmigo es por Alana, no porque realmente me quiera. Tal vez se trata del miedo a perderlo o quizás estoy siendo exagerada, no lo sé.

Ya han transcurrido ocho meses, y día tras día siento que las cosas en general se han vuelto tediosas, incómodas y lentas. El tiempo es lo único que vuela. Mi hija crece y crece, y más tiempo quiere pasar al lado de su padre. Siento como si me la quisiera arrebatar de las manos; así es como lo veo. No quisiera creer que ese es el caso, que esto sigue tratándose de un castigo divino perpetrado por él.

Alana es tan idéntica a él. Tiene sus mismos ojos y su misma boca. Es una niña muy hermosa; es un pedazo de cielo que salió de mí. ¿Cómo algo tan pequeño pudo convertirse en algo tan grande?

Mis emociones están hechas un caos últimamente. Estoy afligida por todo y lloro por todo. No sé qué me está ocurriendo, pero no me gusta sentirme tan agobiada, llena de inseguridades y confusiones, pero a su vez, creo que darle importancia a algo del pasado o la situación actual, no me llevará a ninguna parte con él, pues sé que incluso, si ese fuera el caso, Aiden no es alguien que vaya a decirlo abiertamente. ¿Es esta realmente la vida que quiero? ¿Es esto lo que merezco? ¿Es esto lo que me he ganado?

Aiden

Me encontraba mirando a Rachel por la ranura de la puerta mientras dormitaba y hablando en voz baja con Tony por teléfono.

—Una noche más que pude observar cómo su cuerpo estaba aquí, pero su mirada y su mente estaba extraviada en otra parte. Desde que tuvimos a nuestra hija, algo no anda bien con mi mujer, Tony.

—¿Ha vuelto a suceder?

—No sé qué está sucediendo, pero ella está actuando diferente. La he sorprendido a las tantas de la madrugada contemplando a la niña de una manera muy extraña y meciendo su cuerpo. Hoy, a diferencia de esos días, bajó a la cocina y cogió un cuchillo en sus manos, lo observó detenidamente por unos minutos, luego lo guardó y subió a nuestra habitación a dormir. Ahora mismo está profundamente dormida.

—Aunque sigas negándote por el amor que le tienes, si realmente quieres un bien para ella y para tu hija, lo mejor será intervenir con ella inmediatamente, antes de que sea demasiado tarde. Todavía estás a tiempo. Ella no está bien y necesita nuestra ayuda. Entre más dejes pasar el tiempo, más difícil será y las probabilidades de que represente un peligro para tu pequeña a largo plazo serán muy altas.

—¿No hay otra manera de intervenir con ella pacíficamente? Sé que Rachel podría entender que necesita ayuda si nos sentamos y dialogamos con ella. Si es forzada a atenderse y a recibir la ayuda, me va a odiar porque pensará que lo hago para separarla de nuestra hija.

—Aiden, ahora mismo quien está en ese cuerpo no es tu mujer. ¿Cuándo lo vas a comprender?

Culpable [✓]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora