En mi primera experiencia nunca me sentí de esta manera. Ambos éramos tan inexpertos e inmaduros, jugando a saberlo todo. Rebecca tenía buenos recuerdos de su primera vez y siempre que traía el tema suspiraba de la emoción. En cambio, yo no puedo decir lo mismo. No sé si fue por no sentirme atraída del todo hacia ese chico. La curiosidad fue lo que me llevó a entregarla a alguien que ni siquiera amaba y en gran parte me arrepiento. Mi dolor fue más que el placer que decía Rebecca que se sentía. Llegó un momento donde solo deseaba que terminara, pues, aunque el dolor había cesado, aquel muchacho solo seguía y seguía. No hubo caricias, cariño, ni nada parecido. Tan pronto el acto acabó, me llevó a mi casa y nunca más supe de él.
Ahora mismo todo se siente diferente. Cada palabra que dice es como si tuviera vida propia, pues ocasionan muchas cosas en mi cuerpo y me hacen imaginar cada detalle a la perfección. La curiosidad en mí había regresado, el interés de saber qué se sentiría hacerlo esta vez con alguien distinto y experimentado; con un verdadero hombre y no un chico de mi edad. No sé si llamarle envidia, pues es una palabra muy fuerte, pero haber escuchado los gemidos de Andrea esa noche, me hicieron desear estar en su lugar. Se oía tan satisfecha y alegre, pedía más a gritos, como si estar con este hombre le hiciera sentir genuinamente todo eso.
Aunque una parte de mí quiera huirle, en este momento solo puedo lamentarme por la poca fuerza de voluntad que tengo. Creí que había caído muy bajo con solo imaginar ocupando el lugar de esa mujer, pero estaba dispuesta ahora a dar rienda suelta a cumplir con cada una de esas fantasías que se habían cruzado por mi cabeza esa noche. Así sea solo una vez, quiero dejarme llevar por mis palpitaciones y no por lo que sea moralmente correcto.
—Son muy blandos y agradables de tocar. Tanto tiempo que estuve imaginando cómo se sentiría tocarte, y hoy por fin tengo la dicha.
—¿Qué dices?
—Es normal que no sepas, pues siempre has sido muy distraída y yo muy astuto.
—¿De qué estás hablando?
—Estuve en tu graduación. Tan cerca, pero a la vez tan lejos. Eras la chica que más resaltaba, no solo por ese traje rojo que llevabas puesto, sino por tu belleza y timidez. Todo ese grupo de muchachos precoces hablaban de lo bien que te veías y no sabes cómo deseaba callarles la boca.
Me volteé hacia él para enfrentarlo, pues de repente se ha puesto a actuar y a decir cosas extrañas.
—¿De qué hablas? No entiendo. ¿Nos habíamos visto antes?
—Tú no me viste, pero yo sí, y muy de cerca.
—Eso no es posible. Rebecca nunca te mencionó. Además, ese día solo vi a tus padres.
—Vine de visita para sorprender a mis padres, en especial a mi hermana. Era su graduación, por supuesto que debía venir a visitarla. Por esa razón también ellos abandonaron la actividad tan pronto como les entregaron el certificado.
—Eso sí lo recuerdo, pero ella jamás me habló de un hermano. En este caso, de ti.
—Siempre he vivido en California. Por lo regular los visitaba cuando eran días festivos. Ella sí me habló de ti en varias ocasiones. Lo último que hablamos fue de ti y en que nos presentaría, pero nunca se dio.
—Si conocías de nuestra amistad, ¿por qué me sigues culpando de su muerte?
—Creo en lo que veo, y hay muchas evidencias que te apuntan a ti.
—Eso no implica que lo haya hecho.
—He investigado mucho sobre ti. Cada dato nuevo que encuentro hace que ponga en duda lo que pasó. Aunque algunas veces me pareces honesta en lo que dices, en otras ocasiones considero que te contradices. Pero no tengo interés de volver a ese tema ahora. Supongo que tarde o temprano descubriremos la verdad, y realmente espero que no tengas nada que ver. Me dolería tener que matarte. Y más cuando por fin te tengo — me acorraló de nuevo contra el lavavajillas.
—Dices por fin, como si estos hubieran sido tus planes desde el comienzo.
—Por supuesto que tenía mis planes contigo. Esta casa la elegí pensando en nosotros y en nuestro futuro. Me prometí esperar a que cumplieras tus dieciocho años. A fin de cuentas, era poco lo que te faltaba. Aunque no contaba con que nuestro reencuentro sería tan pronto y en estas circunstancias. Una parte de mí te odia intensamente, pero la otra muere por tenerte enteramente.
—¿Estás consciente de lo que estás diciendo? Sabía que estabas loco, pero no que tanto.
—Es tu culpa. Me volviste adicto a ti y a tu cuerpo. Alimentaste mucho tiempo mi necesidad, pero ¿crees que fue suficiente? ¿Crees que iba a sentirme satisfecho con únicamente verte a través de la cámara? No, duendecilla.
—¿Qué? ¿Estás queriendo decir que tú...?
—Sí. Era yo. Siempre fui yo. Era a mí a quien le modelabas, a quien le mostrabas cada parte de tu cuerpo mientras te tocabas, a cambio de unos cuantos billetes. Billetes que estaba dispuesto a pagar sin problema alguno. Y qué, hasta el sol de hoy ha sido la mejor inversión que he hecho en mi vida — su mano se posó en mi cuello, pero no de la forma brusca que la primera vez—. Este rico cuerpo es mío. Y no solo porque pagué por el, sino porque yo lo he decidido— su otra mano se adentró por el pantalón de mi pijama y toda mi piel se erizó—. Cualquiera que trate de tocarlo, sea quien sea, se muere.
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Culpable [✓]
RandomLa cárcel es el infierno en la tierra, donde encierran a los seres más despiadados y son sometidos a enfrentar la justicia y pagar por sus atroces crímenes. Al pasar por el cedazo de la justicia y ser juzgado, de ser hallado culpable; deberás cumpli...