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Los siguientes días han sido un infierno, y no, no es porque me haya hecho algo, todo lo contrario, porque su indiferencia es más notoria. No me ha dirigido palabra alguna. Solo se asegura de que Nany está haciendo su trabajo y me da mis vitaminas y la comida al pie de la letra. Ella regresó hace dos días, antes de eso era uno de sus hombres quien me traía la comida al cuarto.

Es muy poco lo que he salido de la habitación, y no es porque no pueda, es que no quisiera encontrarme con él. No puedo darle la cara luego de todo lo que ha pasado.

Todos los días cuando despierto, anhelo despertarme a su lado. La cama se siente vacía. Me hacen falta sus abrazos, sus caricias, sus atenciones y sus besos. Si quería castigarme, siento que extrañarlo y añorar lo que éramos es el peor castigo.

De tanto llorar, ya mis lágrimas no salen, pero esa opresión en el pecho siempre está presente; al igual que la culpa.

A veces me pregunto si soy la única que siente esta necesidad; si soy la única que desea regresar atrás el tiempo y que las cosas no hubieran terminado de esta manera.

He confirmado que lo amo más de lo que creí. Mis sentimientos antes no estaban muy claros, tal vez porque todo había escalado muy rápido, pero esto me ha servido para reprocharme lo tonta que fui al no darme cuenta antes.

Hoy he decidido salir de la habitación en compañía de Nany, tratando lo menos posible de encontrarlo en el camino, pero es difícil que no suceda, ya que estamos viviendo bajo el mismo techo. No hice más que bajar las escaleras con intenciones de ir a la mesa, cuando lo vi levantarse de ella y pasar por mi lado como si ni me conociera. Mi presencia le afecta y la repudia. Su plato estaba intacto. Ni siquiera se ve que se esté alimentando adecuadamente. Además de que sus ojeras delatan que no ha estado descansado bien.

Daría lo que fuera por ir detrás de él, pero reconozco que merezco su rechazo, su odio y su desprecio. Además de que nada me garantiza que vaya a escucharme, por eso mejor me abstengo, aunque me duela.

—La comida está servida, señora. Debe alimentarse por el bien de ese bebé.

—Lo sé.

Este bebé es lo único que me queda de ese amor. No podría perdonarme que algo malo le suceda. Aunque esté rota por dentro, debo cuidarlo y protegerlo. No dejaré que Aiden lo aleje de mí, porque este bebé no tiene la culpa de lo que hice y preferiría morir antes de no poder estar cerca de mi bebé.

—¿Será que puedo salir?

—No. El Sr. Aiden dejó la orden de mantenerla en todo momento en la casa.

—Debe estar pensando que voy a huir con mi bebé.

—Puede ir a la piscina o al jardín. Le haría bien despejar su mente y distraerse un poco.

—¿Por qué incluso tú me estás tratando tan diferente, Nany?

—Debo mantenerme al margen y seguir las órdenes del Sr. Aiden.

—Ya veo.

Terminé de comer y di una vuelta por la casa, antes de dirigirme al jardín. Me hacía falta aire fresco. Contemplar otro tipo de escenario que no fuera las paredes de la habitación. Mi mente estaba saturada de recuerdos suyos; recuerdos que duelen.

Unas plantas llamaron mi atención. Por alguna razón me parece haberlas visto antes. No sé mucho de hierbas o plantas, no suelo estar entre ellas. Las arranqué y las observé detenidamente.

En mi mente se ha aparecido una mujer vestida negro y masticando tabaco. No se aprecia bien su rostro, pero el humo que la rodea es como si pudiese olerlo. ¿Acaso estoy perdiendo la cabeza?

Lucas estaba cerca de mí hace unos minutos, pero no lo veo por ninguna parte y ni siquiera lo escuché marcharse. ¿A dónde fue?

Arrojé la planta lejos y fui en busca de Lucas, en espera de encontrarlo por el área, pero pareciera que se lo ha tragado la tierra.

Me detuve al momento de oír unos pasos detrás de mí y me volteé creyendo que se trataba de él, pero para mí sorpresa, era ella; Andrea. ¿Qué hace ella aquí? Creo que está demás preguntar, es probable que Aiden le haya permitido regresar solo para darme por la cabeza a mí.

—¿Qué haces aquí?

Hubo un inquietante silencio y suspiré.

—Si has venido a restregarme en la cara que Aiden te ha permitido regresar a la casa, puedes hacerlo con gusto. Supongo que al final has logrado lo que tanto querías.

Su silencio era algo que me tenía inquieta, pues la forma en que me miraba era como si quisiera decirme algo, pero las palabras no le salían de la boca.

Levantó su mano y con su dedo índice señaló su boca. Asumí que quería decirme algo, es solo que no podía descifrarlo. Al darse cuenta de que no entendía, optó por esta vez llevar su mano a la sien y simular que se disparaba ella misma. Automáticamente supe que se trataba de una amenaza, aunque para ser totalmente honesta, lo menos que esperaba es que estuviera armada. No es la primera vez que me amenaza, pero esta vez sí se veía decidida en hacerme daño, pues el pulso no parecía verse afectado al momento de apuntarme con esa arma.

Estaba sudando frío y un escalofrío recorrió mi espina dorsal. Antes de que pudiera hacer o decir algo, la fuerte detonación me hizo taparme los oídos y encogerme. Su cuerpo cayó casi a mis pies y no podría explicarme lo que había sucedido. Solo sé que se formó un charco de sangre debajo de su cabeza. Levanté apresuradamente la mirada para ver quién me había salvado y la vi a ella; a esa mujer idéntica a mí, algo que levantó miles de incógnitas. ¿Qué hace aquí? ¿Cómo entró? ¿Por qué me salvó?

—Luego me agradeces, guapa— me hizo un guiño y con una sonrisa desapareció entre los matorrales.

Todo había ocurrido tan rápido que no pude ir tras ella. Solo observaba el cuerpo de Andrea tendido en el suelo y la sangre que seguía esparciéndose rápidamente por el suelo. No tardaron en aparecer los hombres de Aiden, pero ¿ahora de qué valía, si cuando más los necesité ninguno estuvo? El susto fue tan grande que hasta tenía un fuerte dolor en el vientre.

Culpable [✓]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora