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Rachel

Desperté, encontrándome en una camilla de un hospital, algo desorientada al no saber cómo llegué aquí. Poco a poco fui recordando pequeños detalles, y más cuando vi la cara del doctor que se encontraba a mi lado junto a Aiden. Recuerdo que lo vi cuando me ayudó a entrar al baño para tomarme una muestra de orina. Son muy vagos los recuerdos, pero sé que lo vi. Me dolía la barriga y todavía me sentía bastante débil, aunque los demás síntomas que me mortificaban habían desaparecido. Jamás había visto a Aiden con una expresión de preocupación tan profunda. Cualquiera diría que pasó algo muy malo.

—¿Cómo te sientes? ¿Te duele algo? — me preguntó.

—Mi estómago arde. Me duele mucho la barriga.

—Pronto vas a sentir mejoría. La dejaré hasta mañana para monitorear que todo esté bien. Luego podrá regresar a casa.

—Gracias, Harry.

—No hay de qué — con una sonrisa el doctor salió del cuarto.

—¿Qué me pasó?

—Te desmayaste. Han sido días difíciles, supongo que no has estado alimentándote como es debido.

—Por supuesto que he estado alimentándome.

—Ah, ¿sí? Cuéntame, ¿qué desayunaste en la mañana?

—Lo mismo que tú.

—Yo no desayuné en la casa. ¿Nany te preparó tu desayuno o lo hiciste por tu cuenta?

—Nany siempre prepara el desayuno. Una vez traté de hacer algo por mi cuenta, pero me dijo que tú te molestarías si me veías haciendo lo que a ella le toca.

—¿No has comido nada más?

—No. ¿Por qué tanta pregunta?

—No podrás comer nada hasta mañana. Aunque comenzarás con una dieta bastante estricta de gelatina y mucho líquido. Caldos y sopas; son alimentos que te ayudarán a sentirte mejor.

—¿Y café? ¿No podré tomar café? Es líquido.

—No, no podrás tomar café por un buen tiempo, así que sácalo por completo de tu cabeza.

—¿Por qué?

—Eso te hace daño. De hoy en adelante, debes cuidarte mucho más. Hacer tus tres comidas y meriendas, tomar vitaminas y descansar como es debido.

—¿A ti qué te sucede? Estás actuando extraño.

—Solo te estoy leyendo la cartilla. Estaré vigilándote bien de cerca, asegurándome de que sigas las indicaciones del doctor.

—Él no me ha dicho nada de eso.

—A mí sí, y con eso es suficiente.

—¿Por cuánto tiempo no podré tomar café?

—Parece que hablé con la pared — negó con la cabeza y sonrió—. ¿Qué sientes aquí? — descansó su mano encima de la sábana y a la altura de mi barriga.

—¿Qué haces? Te dije que no quiero que me toques.

—Dijiste que te dolía la barriga, ¿no?

—¿Y eso qué?

—Quiero asegurarme de que todo esté bien. Quiero ver si no tienes algún hematoma o algo.

—¿Por qué tendría un moretón en la barriga?

—No lo sabremos si no me dejas ver.

—El doctor es quien debe examinarme, no tu.

—¿Y qué soy yo?

Recordé lo que me dijo Nany y pude darme cuenta de que está al tanto de lo que ella me contó.

—No intentes aprovecharte de mí o no respondo.

—Entendido.

¿Qué estoy haciendo? Esto se siente muy raro. Dejó al descubierto mi barriga y de la incomodidad desvié la mirada. ¿Por qué estoy permitiendo esto?

—¿Te duele aquí? — tocó gentilmente el centro de mi barriga y lo miré de reojo.

—No. Es un poco más abajo.

—¿Aquí? — descendió sus dos manos justo en la zona donde me dolía y la frotó suavemente, con una ladeada sonrisa.

—¿Por qué estás sonriendo como un idiota? Dime la verdad, ¿cuáles son tus intenciones?

—Tu piel es muy suave.

Mi rostro se calentó y traté de disimularlo.

—Ya, basta... — bajé mi camisa y apartó sus manos.

—Creo que voy a adelantar los planes.

—¿Qué planes?

—No me hagas caso — sonrió—. Descansa. Mañana podrás estarás de vuelta en casa.

—¿Y el abogado? No pudimos verlo.

—Solo enfócate en recuperarte. Desconéctate de todo lo malo y descansa — me encaró tan de repente que me puso nerviosa—, o te comeré a besos.

Culpable [✓]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora