49

443 71 2
                                    

—¡No te acerques, Aiden!

—¿Qué sucede? ¿Qué tienes?

—Aléjate, por favor.

—¿Por qué? ¿Qué sucede?

Me enamoré de la persona que no debía, y en este momento es cuando lo he comprendido. Aiden y yo no podemos estar juntos. Me estaría convirtiendo en lo mismo que ella; una mentirosa e hipócrita. No lo merezco.

—Esto no va a funcionar, Aiden. Lo mejor será terminar las cosas aquí...

Me duele pronunciar esas palabras, porque en el fondo sí me enamoré de él. Lo amo como jamás he amado a alguien. Pero él jamás va a perdonarme que haya matado a su hermana. Solo es cuestión de tiempo para que lo descubra.

—¿Qué estás diciendo? ¿Te sientes bien?

—No me hagas repetirlo, Aiden.

—¿Tuviste una pesadilla? Te escuché quejándote hace unos minutos.

—Pesadilla es todo lo que me ha ocurrido desde que apareciste en mi vida.

—¿Por qué estás diciendo todo esto? Hace unas horas estabas actuando normal, incluso hicimos el amor. ¿Por qué demonios estás siendo tan cortante e indiferente ahora? ¿Qué está pasando por tu cabeza?

—Por favor, no preguntes más. Solo, déjame ir. No quiero estar más aquí. No quiero lastimarte.

—¿Lastimarme? ¿Por qué lo harías? Rachel, si no me dices lo que está ocurriendo, ¿cómo se supone que lo sepa?

—Yo no quiero que lo hagas.

—¿Qué haga qué?

—Que lo sepas.

—¿Saber qué?

—Yo... yo tengo que irme. No puedo verte más.

—Necesito que te calmes. No puedes ir a ninguna parte y mucho menos, así como estás.

—Dame espacio, Aiden. Necesito salir de aquí.

—Estás embarazada y ahora mismo hay una loca suelta, ¿cómo pretendes que te deje ir de aquí?

Ha estado viviendo con la peor de todas. No soy distinta a esa mujer.

—Duendecilla, dime, ¿qué te sucede? ¿Por qué te noto tan asustada y preocupada? Esto afecta a nuestro pequeño fríjol.

—Yo no puedo tener este bebé, Aiden. No merezco nada de esto. Te juro que no recordaba nada. Mi cerebro estaba en blanco.

—No vuelvas a decir eso sobre nuestro bebé, Rachel. Me estás enredando con todo lo que dices.

Recogí mi traje y me lo fui poniendo. Estaba buscando la manera de desaparecer. Eso era lo que tanto deseaba en ese momento, pero sabía que Aiden no me lo permitiría. No puedo hablar esto con él o confesarle lo que hice. Tengo miedo de su reacción, además de que sé que esto le haría mucho daño.

Esos recuerdos habían desaparecido de mi cabeza. Mis padres me juraron una vida normal luego de eso, y parece ser que me viví de todo lo que me ofrecieron, que hasta me convencí a mí misma de que no tenía nada que ver, cuando todavía hoy mis manos siguen manchadas de sangre; y no con cualquier sangre, sino la de su querida hermana.

Antes no sentía arrepentimiento alguno, siempre pensé que realmente lo merecía, pero ahora todo lo que me agobia es perder al hombre que tanto amo, y del que incluso ahora mismo estoy esperando un bebé. Quiero huir, quiero desaparecer, necesito hacerlo.

"¿Se supone que debo calmarme o sentirme bien sabiendo que posiblemente me he acostado con la mujer que mató a mi hermana?"

Sus palabras fueron como un puñal en el pecho, pues estoy consciente de que tiene razón. ¿Cómo podría esperar que él asuma esto o me perdone? Sería demasiado pedir, como tampoco haría la diferencia el pedirle perdón por algo que, en aquel entonces y todavía hoy, sigo pensando que lo merecía. No quiero y no puedo ser hipócrita. Quedarme a su lado solo traerá dolor en un futuro.

Después de todo, mi destino era ese lugar del que tanto anhelé salir. Corté mis alas, ensucie mis manos y acabé con mi futuro esa noche.

—Quédate. Hablemos las cosas, ¿sí? — no soy merecedora de ese fuerte abrazo que me dio.

¿Qué haría si le confieso la verdad? ¿Volvería a ser el mismo de antes? ¿Podría ser que me regrese a ese sótano tan frío y aterrador en el que me tuvo? O peor aún, ¿será capaz de matarme como planificaba desde el inicio?

El karma tarde o temprano te alcanza, por más que trates de huir de él. Incluso si huyo ahora, ¿qué podría esperarme ahí fuera? ¿Qué me asegura que él no me irá a buscar?

¿Qué se supone que haga? No podría huir toda la vida. Si se entera de la verdad por terceros podría ser mucho más doloroso para él y no quiero lastimarlo. Además, pensará que he estado jugando o burlándome de él y sus sentimientos. Juro por la memoria de mis padres que las cosas no son así. No estaba en mis planes enamorarme de él. De hecho, nada de lo que ha sucedido ha estado en mis planes.

Me sentía entre la espada y la pared. Todo tuvo que ocurrir ahora que él confiaba en mí y que nuestra relación se había fortalecido y formalizado.

¿Por qué no pude pensar en las consecuencias esa noche? ¿Por qué no pude soportarlo más? ¿Por qué actué de esa manera? ¿Por qué mi cuerpo no me escuchó? Cada pregunta rondaba mi cabeza, pero no existen respuestas para ellas como quisiera.

Tarde o temprano terminaré en la cárcel o muerta en manos de esa mujer o incluso de él. Mi destino desde esa noche estaba escrito. En el camino solo ha habido espinas, sufrimiento, oscuridad y sangre. Cada tragedia que ha ocurrido ha sido mi culpa. No puedo seguir mintiendo.

Tal vez su odio es lo único que al final merezco, no su amor.

Aunque me queme y me lastime, lo mejor será enfrentar las consecuencias, pero prefiero que sea en sus manos; en esas mismas manos que me acarician cada noche, las mismas que me rodean tan fuerte en este momento.

La opresión en el pecho me hacía difícil pronunciar palabra alguna, pero debía llenarme de valor, así fuera una sola vez en la vida, y decir la verdad.

—Aiden, hay algo que quiero decirte— lágrimas brotaban de mis ojos sin control, por más que traté de retenerlas.

—¿Qué tienes? ¿Por qué lloras, duendecilla?

—Perdóname, por favor...

—¿Qué debo perdonarte? ¿Qué pasa?

—Te he mentido. Yo... —las palabras se quedaron atoradas en mi garganta y él no hacía nada más que secar mis lágrimas, algo que me hacía sentir más miserable con lo que estaba a punto de confesarle —. Fui yo... yo maté a Rebecca.

—No juegues con eso, Rachel— dejó de acariciarme y retrocedió, era evidente su disgusto.

—Lo hice... esa noche lo hice, Aiden. Soy yo el culpable que estabas buscando — mi garganta ardía debido a la misma presión.

La decepción y la rabia en su rostro fue tan notoria que supe inmediatamente que las cosas no iban a terminar bien y que estaba punto de explotar.

Culpable [✓]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora