54

482 76 3
                                    

Descargué los vídeos y los adjunté a un correo para enviárselo a un viejo amigo. Luego le llamé para explicarle lo que necesito que haga.

—Te voy a encargar un trabajo y quiero que lo ejecutes lo más pronto posible. Te he enviado unos vídeos a tu correo, necesito que identifiques a cada chica que sale en el y las localices. Cada una de ellas debe estar inscrita en alguna universidad de Utah.

—¿Alguna orden especial?

—Sí. Quiero que les des una golpiza de la que nunca se olviden. Todas son chicas con familias influyentes, por lo que en la cárcel no recibirán su castigo como lo merecen, por eso quiero que subas los vídeos a las redes donde se vean claramente sus rostros. Las abusadoras deben recibir su castigo, ¿y qué mejor manera que darle a probar de su propia medicina?

Rachel

Mis párpados se sentían pesados. El escenario a mi alrededor era totalmente distinto al que me encontraba antes de acostarme a dormir. Unas niñas yacían acostadas a mi lado, en una especie de piedra. Eran pequeñas. Sus cuerpecitos se veían en un muy mal estado por su delgadez. Las tres lucían idénticas; no solo físicamente, sino por las batas blancas de botones que tenían puestas. Se percibía mucho calor y humo en el lugar, pues había velas por doquier y una fogata en el centro de todo, en la cual una señora mayor le estaba añadiendo más leña y la llama seguía aumentando. Era un lugar con poca ventilación como para que haga algo así. ¿Qué es lo que planea esa señora?

Las niñas estaban inconscientes, ninguna parecía darse cuenta del lugar en que se encontraban. Traté de hablar, pero mi voz no se escuchaba. Quería detener a esa señora y advertirles a esas niñas de la situación, pero no podía.

Tan pronto terminó de echar más leña al fuego, un hombre vestido con un turbante negro se acercó a la señora y le puso la mano sobre el hombro.

—Estás haciendo lo correcto, Belén.

—Lo sé, maestro —en sus manos tenía unas plantas extrañas, amarradas por el tallo, simulando un ramo.

Esas plantas las había visto antes. No recuerdo en dónde, pero sí siento que lo he hecho.

—Esta vez no fallaré. Sanaré a tus hijas y voy a liberarlas de ese espíritu maligno que las atormenta. Debemos comenzar de adentro hacia fuera — la manera en que tocó a una de esas niñas no me agradó en lo absoluto.

Por alguna razón me sentí asqueada y sucia.

—¡Deja en paz a mis hermanas! ¡Los únicos demonios son ustedes! — de mi garganta salieron esas palabras y fue las únicas que pude pronunciar, pero que ni siquiera supe por qué las dije.

Por más que traté de moverme, de acercarme a ellas más y protegerlas, mi cuerpo se encontraba paralizado, no podía mover ni un músculo. Era como si hubiese sido condenada a solo observar cómo ese hombre tocaba a esas niñas y esa señora extraña no decía o hacía nada.

Desperté agitada, mi cuerpo estaba sudoroso y se me hacía difícil respirar adecuadamente. Fue una pesadilla. Solo fue una pesadilla.

Entré al baño en el intento de relajarme. Mi piel picaba tanto que no podía dejar de rascarme. Era una sensación extraña. Me sentía sucia, asqueada de verme al espejo. Dejé el agua recorrer mi cuerpo y eso fue lo que me ayudó para que poco a poco el picor desapareciera. Es la primera vez que tengo una pesadilla que se siente tan real. ¿Por qué soñé eso? ¿Quiénes eran esas personas? ¿Quiénes eran esas niñas? ¿Por qué estaban haciendo esas cosas tan siniestras con ellas? Eran muchas preguntas, pero sabía que no tendría respuestas.

Luego de salir del baño y vestirme, regresé a la habitación y me encontré con Aiden sentado en el borde de la cama.

—Aiden...

—¿Está todo bien?

—Sí. Todo está bien.

Es extraño que esté aquí. Se ve muy cabizbajo y pensativo.

—Qué bueno. Quería hablar contigo.

—Dime.

—Anoche me enteré de lo que mi hermana te hizo.

—¿Cómo lo hiciste?

—Eso no viene al caso. Rachel, no justificare tus malos actos, tampoco los de ella hacia ti, porque para ser totalmente honesto, no sé qué hubiera hecho yo en tu lugar. Y soy el menos indicado para juzgarte, luego de todo lo malo que he hecho, pero solo quiero decirte que jamás podré perdonarte lo que le hiciste y mucho menos que me hayas mentido.

—Yo no recordaba nada. Si lo hubiera hecho, jamás te hubiera negado las cosas.

—Solo quiero que sepas que, si estoy haciendo este esfuerzo sobrehumano de intentar entenderte y de hablar sobre esto tranquilamente, tal vez en el intento de arreglar un poco las cosas contigo, es por ese bebé. A la larga el que sufrirá por esto es él y no quiero. Cuando la confianza se acaba, no hay nada que se pueda hacer para cambiarlo. Estaré presente en la vida de mi hijo, porque no pienso dejarlo solo, pero lo nuestro, si es que hubo algún nosotros alguna vez, está irremediablemente muerto.

Sus palabras fueron como un puñal en el pecho. Tiene toda la razón del mundo para decidir esto, así que no puedo juzgarlo u odiarlo por romperme el corazón. Esto es lo que me he ganado; y es más de lo que realmente merezco.

—Entiendo. Me ha quedado suficientemente claro — bajé la cabeza, para que no viera la lágrima que descendió apresuradamente por mi mejilla.

—¿No dirás nada más?

—No tengo derecho a decir o pedirte algo. Ya sé mi lugar, así que permaneceré en el sin protesta. Iré a desayunar. Permiso — pasé por su lado hacia la puerta, pero sentí como sus fuertes brazos me engulleron entre ellos, tan fuertes que no podía ni moverme.

—¿Por qué? ¿Por qué tuviste que ser tú, Rachel? — su voz se quebró, y en tan solo instantes pude sentir la humedad de sus lágrimas en mi hombro—. ¿Por qué cuando creí que las cosas entre los dos iban a ir bien con la noticia de nuestro bebé, todo tuvo que salir al revés? Sí sé que debo odiarte, ¿por qué demonios no puedo? ¿Por qué no puedo dejar de amarte como lo hago? Dime, ¿por qué tuviste que meterte tan profundamente en mi alma, para que no pueda arrancarte de ella?

—Perdóname, por favor, perdóname — era lo único que podía decirle, aun sabiendo que pedirle perdón no iba a cambiar nada.

Culpable [✓]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora