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La puerta se abrió tan repentinamente que hasta tuve malestar.

—Eres una víbora, mujer — tras ver a Aiden, decidí irme de su lado—. No es la primera vez que intentas jugar conmigo. ¿Creíste que iba a caer en ese ridículo juego de nuevo? ¿Qué es lo que en realidad quieres? Has querido envenenar la mente y el alma de mi mujer, pero aún no sé con qué propósito. Esta vez te tocará dar la cara y soltar todo el veneno que traes.

Escuchar que se refirió a mí como su mujer me hizo sentir bien.

—Es una dicha volverte a ver. No sabes cuánto te he echado de menos.

Solo ver ese gesto tan vulgar y la mirada coqueta que le dedicó a Aiden me hizo hervir la sangre.

—Por lo visto, hoy te apareciste para hacerle la vida más difícil a tu hermana. Todo lo que haces solo me lleva a pensar que eres una envidiosa de la peor clase. Quieres tener todo lo que tiene tu hermana, pero como no has podido obtenerlo, buscas a toda costa mortificarla a ella y a todos los que le rodean; incluyéndome en ese paquete. Ese cuento de que estás embarazada no te lo crees ni tú misma.

—¿No me digas que te ilusionaste con la idea? Solo estaba bromeando con mi hermanita. Despreocúpate, pues sé que no puedes tener hijos. Aun así, milagrosamente has engendrado una hermosa criaturita. Qué lindo.

—¿Qué estás insinuando? — la enfrenté.

—Espero sea la última vez que hables sobre nuestra bebé o te cortaré la lengua en trozos.

—¿Así como le hiciste a Andrea? Ay, pobre mujer. Eres un animal; y yo pensé que mi hermana era la peor, pero es que los dos son tal para cual.

—¿A Andrea? — miré a Aiden y se mantuvo en silencio.

—¿A poco no te contó? Él ordenó a sus hombres a cortarle la lengua. Tan enamorada que estaba esa mujer de este tipo. Si le hizo algo tan atroz y cruel a alguien que estuvo con él desde sus once años, imagínate lo que te hará a ti cuando te descuides. La relación de ustedes no la comprendo. Con tantos secretos que se guardan el uno del otro, no creo que esta relación prospere o termine bien.

—¿Ahora nos saliste consejera de pareja? Eres la menos indicada para juzgar a nadie. Mataste a los padres de mi mujer, y creíste que había sido el crimen perfecto para lavarte las manos después. Tienes algo de tu hermana que le pertenece; y sabes bien de lo que hablo. De aquí no te irás hasta que le entregues todo lo que le corresponde.

—Ese dinero también me pertenece. Ellos también fueron mis padres adoptivos.

—Padres que no te querían, porque salieron de ti y de tu otra hermana al año. Por buenas no creo que haya sido.

—No sabes nada— su expresión se volvió seria.

—Parece que he tocado un punto sensible, ¿no es así?

—Me temo que esta agradable conversación la debemos tener otro día.

—De aquí no sales. Intenta poner un pie fuera de esta habitación y verás.

—¿Crees que te tengo miedo? Te tengo todo, menos miedo — sonrió maliciosa.

—Quiero hablar contigo a solas — le propuso Aiden.

—Con mucho gusto.

—¿Por qué? ¿Por qué quieres hablar con esta mujer a solas? — cuestioné disgustada.

—Te ves muy pálida. Además, no estás en condiciones de alterarte. Te necesito tranquila. Piensa en Alana, por favor.

Me está echando a un lado por esa mujer y no me hace sentir bien en lo absoluto.

—Perfecto. Los dejo para que se diviertan — salí de la habitación a toda prisa, sintiéndome como una tonta.

¿Por qué tanto interés en quedarse a solas con ella? ¿No se da cuenta del interés que le tiene esa mujer?

Culpable [✓]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora