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Aiden

Hay algo raro en todo esto. Estoy casi seguro de que era ella, pero ¿cómo es posible que no tenga la marca que le hice? No creo que de la noche a la mañana desaparezca, ¿o sí?

Las palabras de ese tal Mathías se cruzaron por mi cabeza, donde afirmaba que había visto a Rachel y hasta el último momento juró que se trataba de ella. Es una situación similar y ambas son igual de confusas.

Salí al hotel en busca de una respuesta. Tuve que persuadir al propietario para que me permitiera ver las cámaras de seguridad. Recuerdo su rostro, su cuerpo, su cabello sedoso, pues entre mis manos lo tuve. Su voz era la misma, lo único extraño en ella era su actitud y comportamiento. Estaba siendo más atrevida, cariñosa y dulce conmigo, algo que ha cambiado también de la noche a la mañana.

En los vídeos se muestra cuando ella habla en la recepción con la empleada. Es ella. Definitivamente es ella. Tenía un traje negro y unos tacones. Jamás la había visto en traje ni mucho menos con tacones tan altos. Incluso cuando me recibió en la habitación, ella estaba completamente lista para la acción, no traía nada de ropa debajo.

Espera un momento, la ropa... En las cámaras de seguridad de la casa, cuando llegó estaba de nuevo con la ropa negra del funeral. ¿Podría ser que se cambió por el camino? Eso suena ilógico. ¿Por qué lo haría?

—Quiero una copia. Ella me va a tener que dar una explicación de esto, porque yo no estoy loco.

Mientras sacaban la copia de Rachel llamé a mis empleados para que me comunicaran con Martin.

—Cuando tú y mi mujer se cruzaron anoche, ¿te dijo dónde estuvo?

—Ella estaba dando un paseo, pero no sabía cómo regresar a la casa y me pidió asistencia por teléfono, señor. Yo le juro que no tengo nada que ver con su mujer. Jamás podría traicionarlo.

—Ahorra tus disculpas para cuando te las pida. ¿Notaste algo extraño cuando llegó o cuando estuvieron juntos hoy?

—¿Algo extraño?

—¿Cargaba en el auto con alguna prenda de ropa aparte de la que traía puesta?

—Disculpe, señor, pero no me fijé en esos detalles.

—Muy bien — colgué la llamada.

Por alguna razón, la nota que encontró Rachel aquella trágica noche se cruzó por mi cabeza.

"Cuando te veo me ves,

Cuando me ves te veo".

Parece como algún tipo de acertijo. La respuesta que únicamente puedo asociar con ello es un espejo. No creo que ella esté jugando con mi mente. Al menos espero que ese no sea el caso.

Regresé a la casa y busqué en su auto, pero no había rastro de tener ninguna muda de ropa guardada en ninguna parte. Mi última opción fue ir a su habitación y rebuscar en su armario, en busca de encontrar ese traje o los tacones, pero solo tenía unos que no eran igual. El traje no lo conseguí por ninguna parte. Ella suele vestirse con ropa de colores vivos.

—¿Qué estás haciendo? Estás revolcando todo.

—No me quieras ver la cara de idiota, Rachel.

—Estás actuando como un desquiciado.

—Mira esto y dime si soy yo el maldito desquiciado— le mostré la copia y ella la miró confundida.

—¿Qué es esto?

—Esa eres tú. ¿Qué vas a decirme ahora? ¿Me dirás qué alguien más se está haciendo pasar por ti o que tienes una hermana gemela? Sabes lo loco que suena... Espera un momento...

El acertijo cobró algo de sentido al decirlo.

—¿Qué está pasando por tu cabeza, Aiden?

—¿Tú tienes una hermana?

—Por supuesto que no.

—Tengo entendido que tú eres adoptada, ¿no?

—Sí, pero ¿eso qué tiene que ver?

—Lo único que se me ocurre es que haya una impostora. Alguien idéntica a ti está haciendo todo esto.

—¿Has perdido la cabeza?

—Tú me las estás haciendo perder. Si no fuiste tú y lo juras hasta lo último, entonces hay alguien más. Esa mujer es idéntica a ti. Tiene tú mismo cuerpo y tu misma cara, pero a su vez, son muy diferentes en su actitud y comportamiento. Ella es más atrevida y cariñosa, en comparación contigo. Claro, eso tendría sentido.

—No, no tiene ningún sentido. ¿Quién querría hacerse pasar por mí?

—¿Y yo qué demonios voy a saber? Lo único seguro es que esa misma mujer debe ser quien mató a tus padres y seguramente tuvo que ver con la muerte de Rebecca.

—¿Por qué estás tan seguro?

—¿Te olvidaste de lo que dijo Mathias y la transacción de dinero? Él siguió culpándote hasta el final.

—Cálmate, déjame procesar todo esto.

—¿Se supone que debo calmarme o sentirme bien sabiendo que posiblemente me he acostado con la mujer que mató a mi hermana?

—¿No es lo mismo que hiciste conmigo?

—¿Qué?

—Te acostaste conmigo también. ¿Así te sentías cuando lo hiciste?

—¿Por qué traes eso ahora?

—¿Y por qué no respondes? Para ese momento aún dudabas de mí. Es totalmente comprensible que te hubieras sentido mal, ¿no?

—No estamos hablando de eso.

—¿Te sentiste mejor con ella? Supongo que sí. Has recalcado que esa supuesta mujer idéntica a mí es mucho más atrevida y cariñosa en comparación a mí. Entonces no sé por qué te quejas, si disfrutaste revolcándote con ella.

—Ya basta, mi cabeza va a explotar.

—Sí, pienso detenerme — salió de la habitación cabizbaja.

Culpable [✓]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora