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—Yo no estoy manipulando a nadie.

—Ah, ¿no? ¿Y cómo se debería llamar lo que haces? Le ocultaste lo que hiciste, aun así, él ha caído supuestamente rendido de nuevo a tus pies. Él jamás se equivocó sobre ti. Lo despiadada sale de ti por todos tus poros, es solo que ese hombre lo ignora con tal de no sentirse más miserable de lo que ya es. Tu felicidad jamás la encontrarás al lado de él, ¿sabes por qué? porque ustedes dos no son compatibles. Ese bebé que está creciendo en tu vientre, es la prueba perfecta para confirmarlo. ¿Realmente crees que él hace todo esto porque te ama o porque quiere arreglar las cosas con la persona que le arrebató la vida a su hermana? No seas tan ilusa, querida. Esta es su venganza. En el momento que esta criatura nazca, él va a deshacerse de ti. Por eso este bebé no puede nacer o será tu final. Imagínate, otra mujer ocupando tu lugar, siendo la madre y el ejemplo perfecto para ese bebé, algo que tú jamás lo serías. Tu historia se repetiría, ¿no lo crees?

—Cállate, no quiero oírte más. Lárgate de aquí.

Mi corazón dolía por sus palabras, porque dentro de mí todavía guardo las palabras de Aiden.

—Piensa las cosas bien, hermanita. Analiza su forma de actuar contigo, ¿crees que es la misma de antes? Aún estás a tiempo de cambiar tu amargo destino.

Su voz es tan fastidiosa y se repite tanto en mi cabeza que no lo soporto.

—Él no sería capaz de hacerme algo así.

—¿Aún dudas algo de él?

—¡Te dije que te calles!

—Solo te estoy abriendo los ojos para que dejes de ser una tonta, pero si te gusta ser engañada, allá tú, es tu problema. Ahora bien, regresando al tema que realmente importa; ¿estás dispuesta a ayudarme con nuestra madre sí o no?

—Ya te dije que no sé de qué hablas y tampoco me interesa ayudarte en nada.

—¿Ya la has perdonado? Vaya, me sorprendes. Eras la más rencorosa de las tres. Esa familia te convirtió en una tonta sin remedio.

—¿A quién dices que he perdonado?

—A la bruja de nuestra madre, por supuesto. Parece ser que sí olvidaste todo. Para mí sería un honor refrescarte la mente, pero no me queda mucho tiempo, así que solo te dejaré este recuerdo. Tal vez te sirva para revivir a la verdadera Rachel — sacó de su bolsillo trasero un pedazo de foto, que parecía haber sido tomado de una cámara instantánea, donde en ella aparecían tres niñas las cuales me trajeron recuerdos de la pesadilla que había tenido hace un tiempo atrás.

No solo eso, en ella aparecían tres hombres con la misma vestimenta del sueño. Estaban detrás de las niñas, como si estuvieran obligándolas a tomarse la foto. Ellas no se veían feliz, al contrario, en sus rostros se reflejaba una profunda tristeza.

—¿Quiénes son estas niñas? ¿Tú también las has visto? ¿De dónde sacaste esto?

—Somos nosotras tres. ¿A poco no te reconoces?

Solo podía recordar los detalles, en especial a ese hombre extraño de la pesadilla y que estaba con nosotras.

—¿Qué fue lo que pasó en ese lugar? ¿Quién era esa señora despreocupada y ese hombre raro? ¿Qué querían de nosotras? ¿Eso realmente pasó? ¡Respóndeme!

—¿Así que has estado recordando? — se acercó y la miré con desconfianza—. ¿No recuerdas sus manos; esas mismas que nos recorrieron tantas veces?

Tener recuerdos de esa pesadilla solo me causaba náuseas, disgusto, asco. Esa sensación de suciedad era insoportable e inquietante. No sé por qué razón me sentía de esa manera al escuchar sus palabras.

—"Somos un caso perdido". La maldad jamás va a abandonar nuestro cuerpo, porque todos nacemos con ella. Es algo que en aquel entonces ellos no comprendían. Nosotras no éramos el mal, eran ellos; todos y cada uno de esos repugnantes seres que nos visitaban cada noche con el pretexto de exorcizar el mal nuestro desde dentro hacia fuera, y esa bruja maldita que lo permitió todo. ¿No recuerdas las barbaridades que nos hicieron, la forma en que experimentaban con nuestros cuerpecitos? ¿Olvidaste todo lo que pasamos, lo que carecimos, nuestras constantes luchas por salir de allí, nuestros gritos de angustia, agonía y desesperación, el hambre, la sed, el miedo, el calor, los golpes, el repugnante olor de esos ancianos? Dime, ¿también olvidaste la promesa que hicimos de vengarnos de todos ellos? Yo no soy tu enemiga, Rachel. Son ellos; nuestros padres y esos cerdos.

Culpable [✓]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora