Rachel
Vine con Martín esta vez a dar un paseo, pues tenía temor de perderme de nuevo como ayer. En el teléfono que me entregó Aiden, estaba el contacto de sus hombres y como Martín es el único con el que he interactuado más, me tomé el atrevimiento de pedirle ayuda, ya que su teléfono estaba apagado anoche.
—Gracias por acompañarme.
—No se preocupe por eso. Siempre a la orden.
Creí que si no salía de esas cuatro paredes iba a enloquecer. Ahora con Aiden ahí, no quisiera regresar a esa casa. Después de todo, ahora mismo las cosas entre él y yo no pueden estar peor. Creo que sin darme cuenta me he involucrado demasiado con él y ahora todo lo malo que hace me lastima. No debí llegar tan lejos con él, tal vez así me hubiera evitado este sabor tan amargo. ¿Con qué tipo de mujer estuvo anoche? Es una de las tantas preguntas que rondan mi cabeza.
Estuvimos paseando por varios lugares y traté de mantener mi mente en otras cosas. Martín es una buena persona y saca temas de interés. Tal vez eso es lo que me ha ayudado a poder estar más tranquila. El día ha sido divertido, aunque no he querido bajarme en ninguna parte. Recuerdo cuando salíamos de paseo mis padres y yo en Utah. Solíamos quedarnos en el auto y ver los alrededores.
El teléfono de Martín sonó, interrumpiendo nuestra conversación y en su expresión noté incomodidad. No fue hasta que terminó de hablar que pude preguntarle.
—¿Pasó algo?
—Creo que debería regresar a la casa. El Sr. Aiden está preocupado por usted.
—No quiero regresar a la casa todavía. No quiero encontrarme con ese tipo.
—La está esperando, señorita.
Supongo que no tengo de otra que ir de vuelta a la casa. No quiero causarle problemas a Martín, después de todo, él ha hecho mucho por mí.
Regresamos a la casa y según entré, como era de esperarse, Aiden estaba esperando por mí en la sala. Se veía bastante molesto y para ser totalmente honesta, no lo comprendo. ¿Él tiene derecho de hacer lo que le plazca y yo no?
—¿Te divertiste? — se levantó del sofá y se detuvo frente a mí, fue cuando alcancé a ver el arma que sobresalía del costado de su pantalón, pero que el gabán escondía.
¿Qué hace este tipo con un arma? ¿De dónde la ha sacado?
—Sí. Tú también lo hiciste anoche, ¿no?
—Querrás decir, nos divertimos mucho anoche. No sé qué demonios te sucede hoy, pero lo único que me ha quedado claro es que has olvidado mis putas reglas y has saltado todas mis órdenes. He intentado comprenderte, darte libertad, respetar tu espacio, pero ya has colmado mi maldita paciencia. Te dije que podías fantasear con quién quisieras, pero de ahí en fuera a coquetear con uno de mis empleados, está totalmente prohibido y fuera de lugar. ¿Ese es el respeto que tanto exiges?
—¿Coquetear? ¿De qué estás hablando?
—Ni lo intentes, pequeña. Ese teatrito de hacerte la niña tonta e inocente no va a funcionar conmigo. Me dejaste anoche en el Hotel para venirte a ver con tu amante, ¿no es así?
Abrieron la puerta de la entrada y vi entrar a Martín en compañía de dos empleados de Aiden. Ambos lo traían a la fuerza y lo empujaron casi a mis pies.
—¿Qué estás haciendo? ¿Has perdido la cabeza? Te estás pasando — me arrodillé al lado de Martín al verlo tan fatigado y asustado—. Tranquilo. Todo estará bien, te lo prometo— me levanté a enfrentar a Aiden y se me quedó viendo fijamente—. No sé qué se te ha metido en la cabeza, pero te aseguro que las cosas no son así.
—¿Dónde está la chiquilla saltarina y cariñosa de anoche? ¿Te da vergüenza tratarme bonito frente a tu amante?
—¿De qué demonios estás hablando?
—Ah, ¿así que lo has olvidado? — arqueó una ceja y miró a Martín—. Llévense a ese idiota de aquí, antes de que me arrepienta — me agarró la muñeca, obligándome a subir las escaleras con él.
Nos encontramos con la Sra. Nany y, aunque se veía preocupada, no dijo una sola palabra. Entramos a su habitación y no dudó en acorralarme contra la pared. Me tiene asustada su actitud. No sé qué esperar o qué hacer. Ni siquiera creo que vaya a escuchar mis explicaciones, pues cuando está bajo este tipo de arranques no escucha razones. Tampoco creo que las merezca.
Sus manos levantaron mi blusa y traté de detenerlo.
—¿Qué estás haciendo?
—¿Dónde está?
—¿Dónde está qué?
Seguía tratando de subir por completo mi blusa, pero tenía miedo de sus intenciones.
—¡No me toques!
—¡Maldita sea, quédate quieta! — pareciera que realmente estaba buscando algo, tal vez por esa misma razón dejé de resistirme.
Levantó por completo mi blusa y observé su reacción, pues se veía confundido y pensativo. Miraba mi pecho y descendía hacia mi vientre.
—La marca— volvió a mirarme y retrocedió—. ¿Dónde está?
—¿Qué marca?
—La que te hice anoche.
—¿Marca? ¿Anoche? ¿De qué estás hablando?
—Tu y yo cogimos anoche. ¿Acaso lo olvidaste? ¿Cómo desapareció tan rápido?
—¿Qué dices? Tu y yo no hemos tenido intimidad desde hace varias semanas.
—¿Te diste en la cabeza o qué? Tu y yo... — negó con la cabeza varias veces—. ¿Con quién me acosté anoche?
—¿Y yo qué voy a saber? Eso debes saberlo tú.
—Eras tu. Por supuesto que eras tú.
—No, no era yo.
—¿Me dirás qué lo soñé?
—Pues parece que sí.
—No, eso no es posible — salió como un loco de la habitación, repitiendo lo mismo varias veces.
¿Qué le sucede a este tipo?
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Culpable [✓]
RandomLa cárcel es el infierno en la tierra, donde encierran a los seres más despiadados y son sometidos a enfrentar la justicia y pagar por sus atroces crímenes. Al pasar por el cedazo de la justicia y ser juzgado, de ser hallado culpable; deberás cumpli...