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—Mi hermosa Lily. Como te he echado de menos. Cada día estás más preciosa.

Esta vez no estaba dispuesto a dar mi brazo a torcer.

—No hace falta que me lo digas. Sé perfectamente que soy inolvidable.

Sin permitir que se moviera, engullí su cuerpo entre mis brazos y me miró sorprendida. No la siento agresiva o a la defensiva como la última vez.

—Tú y yo dejamos algo pendiente la última vez. ¿Ya lo olvidaste? — la encaré.

—Suéltame, imbécil.

—Tu rencor y odio lo convertiré en amor. Robaré cada insulto, cada suspiro, cada palabra que puedas dedicarme, a puros besos.

—¿Qué estás diciendo?

—Inténtalo. Anda. Insúltame, suelta todo eso que llevas por dentro, así me das la oportunidad que he estado esperando para besarte. No puedo esperar a que me insultes.

—Eres un lunático.

—Sí, eso soy. Entonces no se supone que te quede ni una solo duda de que te convertirás en mi mujer, dulzura mía.

Me parece que aún queda parte de Rachel en ella, pues su rostro tiende a sonrojarse con suma facilidad y a veces ni ella misma lo nota o solo trata de ocultarlo.

—¿Por qué no nos damos un chapuzón para ver cuán fría está el agua antes de que la niña entre? — me arrojé en la piscina con ella, no quería darle ni una sola oportunidad para enfadarse o de intentar algo en contra mía o de la niña.

El lapso no fue prolongado como el de la última vez. No sé si haya influido en algo el no haberla dejado manifestarse a su conveniencia. Supe que era Rachel por la mirada confusa que me dio y su constante tos. Atraje su cuerpo hacia mí y la mantuve cerca, ayudándole a componerse.

—El agua está fría. ¿Qué hacemos aquí?

—Decidimos entrar primero para probar la temperatura del agua. ¿Cómo te sientes? —llevé su cabello húmedo por detrás de su oreja.

Se dio cuenta de nuestra cercanía y trató de alejarse.

—Estoy bien. No recuerdo haber tenido esa conversación contigo. Siento que tragué mucha agua. Fue ella, ¿verdad?

¿Así que ella conoce sobre Lily? Claro, ese infeliz me lo dijo.

—Sí, fue ella.

—¿Te hizo algo? ¿Qué te dijo? — se veía preocupada.

—No pasó nada. Ella está en buenos términos conmigo. De hecho, creo que hemos hecho las paces por ahora. No vi intenciones en Lily de atacarme. Supongo que es un buen comienzo, ¿no? Si ella me ha ido aceptando a su manera, supongo que algún día podrás aceptarme tú.

—Iré a buscar a la niña — se dio la espalda en busca de alejarse.

—Aún no cambias eso de darme la espalda cuando te sonrojas.

—¿Qué? — se volteó hacia mí sorprendida.

—Cada vez que me das la espalda, solo puedo ver a un tomate andante tratando de ocultar lo evidente.

—No sé de qué estás hablando.

—Claro, actúa como que nadie se da cuenta — sonreí.

—Te has vuelto bien irritante, Aiden.

—Bésame, y se me quita.

—Ya cállate, maldito arrogante.

—Quítame lo arrogante a besos. Pero no cualquier beso, sino de esos que te salen del alma y queman tu piel. De esos que me dabas y las palabras sobraban. De esos que te mueres por darme ahora, pero el orgullo no te lo permite. Los dos sabemos que lo nuestro no está acabado; al contrario, está más vivo que nunca.

Culpable [✓]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora