8

951 104 3
                                    

Estaba vestido totalmente diferente a como lo he visto anteriormente. Su chaqueta era negra y de cuero. Además, siempre lo vi con máscara y antifaz. Su cabello siempre estaba peinado hacia al frente, no hacia atrás. No sabía que detrás de eso se ocultaba un hombre así. ¿Será por esa cicatriz que oculta su rostro? Sus ojos son demasiado bellos y lo hacen ver atractivo, pero ¿de qué vale esa belleza, si por dentro está podrido? ¿Cómo pude ser tan tonta y ciega que no lo reconocí?

No puede ser que tenga tan mala suerte. De todas las personas que pude haber encontrado, tuvo que ser precisamente con él. Mi cuerpo estaba completamente paralizado. No sabía si debía arriesgarme y correr o ser obediente. Mi papá viene para acá y este loco puede hacerle algo.

—Antes de que hagas una tontería, te aconsejo que pienses bien en las consecuencias. Debo admitir que me impresiona que hayas tenido la valentía de escaparte.

—¿Cómo supiste dónde estaba?

—Tengo mis mañas. Sube al auto.

Retrocedí lentamente y abrió la puerta.

—Entra — insistió.

—No.

—No creo que le tome mucho tiempo a tu padre llegar, ¿cierto? Vamos a esperarlo juntos.

—No te atrevas a hacerle algo a mi papá. Él no te ha hecho nada.

—¿Te parece poco haber ocultado evidencia que pudo servir para encarcelarte?

—¿Eres sordo o qué? Te la pasas llamándome tonta, pero me temo que tú lo eres mucho más. Es la última vez que lo diré: ¡yo no maté a tu hermana! No sé lo que pasó con esa basura de máquina, pero puedo asegurarte de que no tuve nada que ver. Si lo hubiera hecho, con todo lo que me hiciste ya hubiera hablado. Si sigues insistiendo en no creerme, entonces no tiene caso que lo siga repitiendo.

—Uy, la niña me sacó agallas. Sube — pareciera que me estaba corriendo la máquina y eso me preocupa más que cuando muestra su enojo.

—Ya te dije que no pienso subir. Si intentas seguirme u obligarme a subir a ese auto, voy a gritar bien fuerte y te van a llevar a la cárcel.

—Te lo dije una vez; si yo me hundo, tú te hundes conmigo. ¿A poco quieres regresar a la cárcel? Si regresas, esta vez tu padre no podrá sacarte, porque me voy a encargar de sacar todas las evidencias que tengo y pasarás el resto de tu vida encerrada en ese lugar. ¿Te imaginas? Llena de canas y arrugas. Peor aún, obligada a defecar frente a tus compañeras de celda.

—Tú... ¿estabas leyendo mis cosas?

—Sé todo de ti, pequeña Rachel. No deberías publicar todas las cosas que vives, porque pueden llegar a manos de alguien como yo. Parece que te gustó tu estadía en ese Hotel cinco estrellas. Te puedo brindar una estadía mejor, pero en mi sótano para siempre. ¿Qué te parece?

—¡Maldito desquiciado! ¿Cómo es posible que estés en todas partes? ¿Cómo mierdas te multiplicas, maldita lacra? ¡Eres peor que una plaga! —sonrió ladeado y rechiné los dientes.

Un grupo de personas pasó por nuestro lado, pero no me atreví a hacer algo por temor a mi papá. Se nos quedaron viendo, probablemente porque nos escucharon.

—Discusiones de novios, nada serio — les dijo, y lo maldije miles de veces.

—Eres un cerdo. Un idiota. Un cobarde.

—Última vez que lo repito. Sube. Te daré el privilegio de ir al frente, pero si me haces esperar más tiempo, te llevaré de vuelta en el baúl.

—De ti ya no dudo nada.

Resignada subí al auto y cerró la puerta. Todo lo hice por mi papá, no porque quisiera volver con este loco. Tan cerca de la libertad y tan lejos. No quiero vivir más en esta situación; viviendo inquieta y con miedo, esperando el momento en que él se decida a terminar con mi vida y soportando hasta el último momento sus humillaciones y malos tratos.

—¿Por qué? — exploté, tratando de contener las lágrimas—. ¿Por qué te empeñas en hacer más miserable mi vida? ¿Crees que no tengo suficiente con que me hayan encerrado injustamente por algo que no hice? ¿Crees que es fácil salir a la calle y que la gente te mire como si fueras un monstruo? Mi futuro lo veía de otra manera, no así. Está bien que no quieras creerme, pero al menos no lastimes a mi papá. Él no tiene la culpa de lo que sucedió. Y aunque yo tampoco la tenga, si tanto quieres desquitar esa rabia y frustración conmigo, más eres feliz con eso, entonces ya hazlo. Ya qué más da.

Su mano presionó mi barbilla y se acercó tanto que me robó hasta el aliento.

—Escucha bien, porque esto solo lo diré una vez. Te daré 78 horas para demostrarme tu inocencia. Si en 78 horas no me tienes algo contundente, te va a tocar rendir cuentas conmigo. Si tratas de jugar sucio o escapar, no solo iré tras de ti, sino también por cada miembro de tu familia— tuve la breve impresión de que descendió su mirada a mis labios y eso me puso más nerviosa—. Y que te quede claro, no soy de dar segundas oportunidades, así que no juegues con tu suerte.

Es muy extraño que haya dicho algo así. ¿Qué lo hizo cambiar de opinión?

—No pierdas tiempo, porque mientras me miras así de fijamente a los ojos, el reloj sigue corriendo y cada minuto cuenta.

Culpable [✓]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora