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—¿No tienen nada mejor que hacer que discutir?

—¿Discutir? Tu mujercita acaba de entrar a mi habitación con este cuchillo y trató de atacarme, pero como se vio descubierta, prefiere hacerse la mosquita muerta.

—Eso no es cierto. Ella fue la que trató de atacarme, Aiden.

—Vete a la habitación, Andrea.

—¿Por qué? ¿Piensas creerle a ella?

—Me da lo mismo si te quiere creer a ti. A fin de cuentas, la mentirosa y la asesina siempre he sido yo, ¿no?

—¿De qué parte estás? — le insistió ella a Aiden.

—De nadie. Solo quiero paz y tranquilidad en este momento. Estoy harto del comportamiento de ustedes. Están actuando como dos niñas de preescolar.

—Antes no dudarías en irte de mi parte, pero ya ves que ahora incluso te abstienes. Esto es inaceptable. Me largo.

—No tienes que irte, soy yo quién se va. No quiero estar cerca de ninguno de ustedes dos. Sabes dónde encontrarme y no pienso escaparme esta vez, Aiden. Irme es lo mejor para los tres.

—Pues fíjate que de aquí no te vas.

—¿Qué ganas obligándome a quedar aquí? Tu relación con esta mujer se está viendo afectada.

—Hasta que dices algo prudente — soltó ella.

—Si tienes tanto temor de que haga una tontería, envía a tus empleados a vigilarme. No es necesario que estemos bajo el mismo techo.

—Tú haces lo que yo te diga.

—Pues estoy cansada de hacer lo que dices. En tus propias narices casi esta mujer me mata.

Andrea salió de la habitación y Aiden se fue detrás de ella. Era de esperarse. a fin de cuentas, es su noviecita.

—Ya no soporto la manera en que estás actuando. Quiero que te largues inmediatamente a California.

No quería oír su conversación, pero estaban hablando muy fuerte en medio del pasillo y se escuchaba claramente.

—¿Me estás botando?

—Sí. Eso estoy haciendo.

—¿Te das cuenta de que se está cumpliendo lo que tantas veces te he dicho? Esa mujer te ha lavado el cerebro. De ti jamás saldría algo así. Si sigues tratándome como lo estás haciendo, vas a perderme. Desde la llegada de esa mujer a tu vida, no has hecho otra cosa que no sea despreciarme y tratarme como un cero a la izquierda.

—Nunca te he obligado a permanecer a mi lado, has sido tú misma la que lo ha hecho, así que no me lo saques en cara.

—Pero he querido hacerlo porque te amo.

—Pues yo no lo hago, nunca lo he hecho y tampoco lo haré. Es algo que te he dejado muy claro.

—¿Qué? Me prometiste que nos casaríamos, que nos iríamos juntos y tendríamos una familia.

—Nunca lo dije y tampoco lo prometí, ¡carajo! Fuiste tú misma la que te hiciste esas ideas locas en la cabeza. Muy bien sabes que el viaje a Europa salió de ti. Luego te pusiste a decirle a todos nuestros allegados que nos casaríamos, cuando ni siquiera te he pedido matrimonio. Y de hijos, ¿qué putos hijos? Si ni hijos puedo tener y tampoco los quiero. ¿Sabes por qué no te he cortado las alas, Andrea? Por respeto a nuestra amistad de años y porque eres una buena mujer, pero no pienso cumplirte esos caprichos que te has sembrado tu misma.

—¿Realmente vas a tirar todos estos años a la basura por esa mujer?

—No le eches la culpa a los demás por lo que te has buscado tu misma. ¿Querías honestidad? Pues ahí la tienes. Asúmelo y regresa a California.

—Yo no quiero irme.

—Pues aquí no me sirves, solo me estorbas. Eso qué hiciste ahí dentro fue la estupidez más grande que te haya visto hacer, y mira que te he visto hacer muchas.

—Entonces, ¿le crees a ella?

—Creo en lo que veo. Y eras tú la que estaba en su habitación, no ella en la tuya.

—Perfecto. Muy bien. Por lo visto ya has decidido con quién vas a quedarte. Solo te recuerdo algo, por si el amor te ha cegado por completo, Aiden. No solo acabas de decepcionarme y fallarme a mí, sino también a tu hermana.

—No vuelvas a mencionar a mi hermana o no respondo, Andrea.

—Deja de hacerte el que le importa lo que le pasó. Si ese fuera el caso, hace tiempo esa mujer estaría muerta. Rebecca, donde quiera que esté debe estarse revolcando al ver cómo babeas por esa mujer.

El sólido golpe que oí me preocupó. Estaba segura de que debió haber sido una bofetada, pero sonó muy fuerte. Ese hombre cada vez que mencionan a Rebecca se vuelve otra persona.

—La verdad duele, ¿cierto? Aunque me golpees o me mates, nada va a cambiar lo que sientes por esa mujer y tratas de ocultar, ni mucho menos el que le estés fallando a la memoria de Rebecca.

Culpable [✓]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora