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Rachel

Al cabo de unos pocos minutos, la puerta de su oficina se abrió inesperadamente, y cuando miré pensando que se trataba de él, me di cuenta de lo equivocada que estaba. Mi cuerpo se paralizó al momento de ver a esa mujer. Fue la sensación más extraña que alguna vez haya experimentado en mi vida. Era como estar viéndome a mí misma desde otra perspectiva. Su cabello, sus facciones, su tono de piel, su estatura, todo era exactamente igual a la mía. Lo único que la distinguía y no por mucho, era el uniforme de enfermera que traía puesto. Si no la hubiera visto yo misma, no iba a ser capaz de creer que realmente es un clon. Un escalofrío recorrió el centro de mi espalda.

—Hola, mi hermanita querida. ¿Cuánto tiempo sin vernos? — incluso su dentadura era igual.

¿Qué hace ella aquí? ¿Cómo entró? ¿Y qué es lo que quiere? Eran muchas preguntas las que invadieron mi mente.

—¿Por qué me miras así? ¿No estás feliz de verme? — trató de sujetarme las manos, con supuesta emoción, pero retrocedí.

—No me toques.

—Hace mucho tiempo no nos vemos. Creí que estarías feliz de verme. Hasta pensé que ibas a abrazarme, pero por lo visto, estás muy a la defensiva.

—¿Por qué querría abrazar a una asesina?

—Asesina es una palabra que tiene un significado muy amplio.

—¿Qué es lo que quieres?

—Un abrazo de mi querida hermana — extendió sus brazos y negué con la cabeza.

—¿Hermana? ¿Qué demonios dices?

—Ah, claro. Olvidé ese grandísimo detalle de que no recuerdas a personas insignificantes como yo. ¿Qué se hace en estos casos? ¿Te hago recordar o dejo que recuerdes por tu cuenta?

—Yo no tengo hermana.

—Ah, entonces soy un androide, con la capacidad de transformarme en alguien como tú. Qué tonta soy. Fíjate que jamás pensé en esa posibilidad — rio tontamente.

—¿Por qué mataste a mis padres?

—Error en sistema. Vuelva a formular su pregunta — bufó.

—¡Responde, cobarde!

—Porque estaba aburrida — respondió en un tono súper tranquilo, algo que me generó muchas dudas, pero a su vez, mucha rabia.

—¡¿Qué te hicieron mis padres?! ¡¿Qué es lo que quieres?! ¡¿Qué es lo que buscas?!

—Una pregunta a la vez o me volverás loca. ¿Qué me hicieron tus padres? Tendrás que averiguar por tu cuenta, no creas que te la pondré fácil. ¿Qué quiero? Un Bugatti blanco. ¿Qué busco? Diversión y placer— todas mis preguntas parecían ser evadidas a propósito, pero sin un por qué aparente.

Me es extremadamente inquietante tenerla de frente, es como si estuviera parada frente a un espejo. Aiden no se equivocó. El solo hecho de escuchar sus frías respuestas, me pone la piel de gallina.

—Ah, aunque el placer ya lo obtuve— cerró los ojos, mordiendo su labio inferior—. Mmm, sí. Debo felicitarte y de paso admitir que has conseguido un buen amante, querida hermanita. Ese hombre ha pasado las pruebas con honores. Jamás había disfrutado tanto con un hombre, como lo hice cuando estuve con mi adorable cuñado. Es único en su clase. ¿Cuándo me lo vuelves a prestar?

Mi mano aterrizó en su mejilla y ella no intentó evadirla. Al contrario, parecía extasiada por haberla golpeado. La rabia al tener recuerdos de ese día me llevó a perder el control de mí misma. No pensé que hubiera podido hacerlo, pero mi corazón dolía.

—Con tantos "te quiero" que me dijo, hasta creo que me he enamorado. Es muy apasionado ese hombre. Parece que la falta de atención y cariño por parte tuya le ha afectado de gran manera — me acorraló contra el escritorio y creí que trataría de hacerme algo malo, pero lo que hizo fue robar ligeramente mis labios, lo que me hizo empujarla con todas mis fuerzas.

—¡Eres una sucia! — limpié desesperadamente mis labios al sentirme tan asqueada.

—Deliciosa — lamió sus labios, dejando escapar una burlesca risa—. Nos volveremos a encontrar, hermanita querida. Envíale saludos a mi cuñado y dile que mis piernas siempre estarán abiertas para recibirlo— entre risas se dirigió a la puerta.

Iba a detenerla, pero la verdad es que no me estaba sintiendo bien. Mi malestar culminó en el momento que por obligación me acerqué al zafacón más cercano y descargué las náuseas que tenía. Lágrimas brotaron de mis ojos y estaba consciente de que no eran por el malestar, sino por ese sentimiento tan agudo que había invadido mi pecho. Estuve cara a cara con la asesina de mis padres y posiblemente de Rebecca, aun así, no pude hacer nada para detenerla. Lo peor es que, aunque trato de no sentirme mal por sus palabras, la realidad es que duele mucho y no puedo evitarlo.

Culpable [✓]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora