24

703 79 26
                                    

Desperté por un olor muy delicioso en el ambiente. Tenía la sensación de haber dormido demasiado. La cabeza me dolía mucho y los párpados los sentía pesados. La claridad me hizo complicado poder abrir bien los ojos. Logré percatarme de que no estaba en la misma habitación donde recuerdo haber estado anoche, sino en la casa donde me trajo la vez que estuve enferma.

—Buenos días, mi bella durmiente.

Me levanté como una demente de la cama y estaba en ropa interior.

—¿Por qué me has traído aquí? ¿Cómo lo hiciste?

Me quedé sorprendida al verlo con un delantal puesto. Lamió su dedo índice, pues tenía restos de lo que parecía ser chocolate.

—Tal parece que no recuerdas nada, duendecilla.

—No, no recuerdo nada. ¿Cómo iba a hacerlo?

—Me dijiste que vendrías conmigo y por eso te traje.

—Yo estaba borracha. ¿Cómo pudiste haber tomado eso en serio?

—Me tomo las cosas muy en serio, mi Rachel.

—¿Sabes lo que va a pasar ahora que mi padre descubra que no estoy allá? Probablemente se ponga como loco y salga a buscarme. Se va a desesperar, yo debo regresar.

—¿Tu realmente crees que ese amor y protección de su parte es meramente paternal o normal?

—¿Qué?

—Ese tipo te protege más a ti que a tu madre. No sé, se me han metido muchas ideas en la cabeza; ideas que me hacen enfurecer y no me agradan para nada.

—¿Qué insinúas?

—Soy hombre. Sé lo que sentimos cuando tenemos carne joven y fresca cerca.

—¿Qué tonterías dices?

—¿A poco no te has dado cuenta, mi Rachel? Solo pensar que eso podría estar pasando, me da tremendo asco. Y hasta las manitas me tiemblan.

—No entiendo nada.

—Mejor así. Te he traído el desayuno a la cama, mi princesa. Espero que te guste.

Miré hacia al otro lado de la cama y vi una bandeja llena de comida. Tenía demasiada comida como para ser solamente para mí.

—¿Lo hiciste tú?

—Claro. Aparte de ser un "loco" y buen amante en la cama, sé cocinar y complacer a mi mujer en todos los aspectos. Te dije anoche que de hoy en adelante ibas a ser una mujer feliz y pienso cumplirlo.

—¿No pasó nada anoche? Ya sabes... de eso...

—¿Crees que, si hubiera pasado algo, podrías levantarte así de rápido de la cama? — sonrió ladeado y negué con la cabeza.

—Estás loco.

—De tanto que me lo repites, ya se me ha quedado grabado. Come en confianza.

—Necesito usar el baño.

—Ve. Te he dejado todo preparado.

No puedo creer lo que he hecho. Estaba tan borracha que le pedí que me trajera y lo peor es que ahora es cuando esos pensamientos han llegado a invadir mi mente. Maldición, ¿en qué estaba pensando? ¿Ahora qué se supone que haga? Mi padre debe estar furioso. Tengo que llamarlo o convencer a Aiden de que me lleve de vuelta.

Regresé a la habitación luego de asearme. Necesito buscar el momento de enfrentarlo y pedírselo. Él estuvo mirándome mientras desayunaba y sonriendo tontamente. Lo que me impresiona de todo esto es lo delicioso que estaba. Nunca me habían traído el desayuno a la cama y se siente bien. Los panqueques tenían Nutella por dentro y nunca los había probado. Me encanta el chocolate y las cosas dulces, no sé si por eso exactamente me trajo todo lo que me gusta. Sabe tanto de mí que hasta me desconcierta.

—Hoy mismo comenzaré con los trámites para matricularte en la universidad. Quiero que escojas la carrera que más te apasione.

—¿Universidad? ¿Estás diciendo que podré estudiar? Pero ¿y mis antecedentes no serán un problema?

—Te dije que te ayudaría en eso, ¿no? Déjame todo a mí.

—¿Por qué haces todo esto? Desde hace unos meses te habías empeñado en hacerme la vida imposible y ahora de la nada quieres enderezar mi vida. De verdad que no te entiendo. Haces que piense que tienes algún interés oculto.

—¿Necesito razones para ayudar a mi mujer? Nada de esto que haré implica que haya descartado la posibilidad de que hayas tenido algo que ver con lo que le sucedió a mi hermana. Todo eso lo seguiré investigando, pero mientras tanto, te ayudaré a que salgas de esa jaula que te han tenido tanto tiempo. Nadie sabrá de tu pasado, me encargaré de ello.

—Tan pronto me investiguen va a parecer todo.

—No. No aparecerá.

—Yo no quiero estar en deuda contigo, Aiden.

—¿En deuda?

—Sí. No me gusta tener deudas pendientes.

—Puedes pagarme si quieres.

—¿Y crees que tengo un centavo encima?

—Me conformo con dos cosas. La primera, que te vuelvas mi mujer en todo el sentido de la palabra. Lo segundo, fidelidad, honestidad y respeto. Lo más que odio son las mentiras y creo que te has debido dar cuenta lo suficiente. Vas a entrar a la universidad, donde encontrarás chicos de tu edad y las hormonas se volverán locas. Se te van a mojar las bragas muchas veces. ¿Qué quiero decir con esto? No pienso prohibirte que tengas amistades, que fantasees con esos muchachos, pero sí que te cuides y no trates de cogerme de lo que no soy, porque, así como estoy dispuesto a bajarte la luna a tus pies si me la pides, así mismo puedo arrastrarte al mismísimo infierno con un chasquido de dedos, duendecilla. Mira que estoy haciendo un esfuerzo sobrehumano por el amor y deseo que te tengo, pero tengo mis límites y no querrás conocer los míos. Te daré la libertad de hacer amigas, salir con ellas, pasear, tomar, disfrutar de tu juventud, llegar a la hora que te salga de los ovarios. Mi única regla, y no sería tanto regla, es que no te olvides de darme cariñito y mis besitos. Cuando termines de estudiar, te convertiré en mi esposa y te llevaré a casa con mamá. ¿Nos estamos entendiendo?

Culpable [✓]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora