36

9 0 0
                                    

Llegamos a Londres en la madrugada, Alessio me cargo hasta el apartamento, cuando me dejo en el suelo, cojeaba un poco, fui a bañarme, y ponerme ropa cómoda, volaríamos a Finlandia, para lo de Nicolás.

Al salir del baño, Alessio estaba mirando mis cosas.

—¿Necesitas algo?

—Pensé que ya estabas vestida

—Pues no

—Te vas a resfriar apúrate —Me miro

—Porque no vas a secarte el cabello y vienes

—Bien

Salió y procedí cambiarme, me senté a verme el pie cuando regreso.

—Déjame ver eso —Se sentó en el suelo y me tomo del pie, muy toscamente

—Auhh, despacio

—Lo siento

—Voy a limpiarte

Lo hizo sacando piedras pequeñas, me puso una crema y después una gasa, y me vendo el pie con una especie de gasa más larga pero fina. Cuando termino me miro.

—Gracias

—¿Quieres comer?

—Sí, pero ¿No nos vamos ya?

—Podemos pasar comprando comida china, haré que vengan por tus maletas

—No me tratarás igual, ¿Verdad? —Me miro

—Solo si tú quieres que lo haga

—¿Eso qué significa?

—Que si me besas frente a mis hermanos, no me negaré

—¿Aunque este Rachel Baker ahí?

—Rouses, mira...

—No pienso luchar por esto, Alessio, estoy cansada, y tú tampoco quieres hacerlo, solo aceptemos el final, ninguno está dispuesto a sufrir más por lo que sea que tuvimos, o hubo. Yo no quería que esto pasara, nunca quise perder a mi amigo; lo único que te pido es que no seas un imbécil como lo has sido

—Rouses, yo estaba pensando en comer...—Maritza entro con su teléfono en la mano —No quise interrumpir

—No, no interrumpiste nada, Alessio solo me ayudaba con algo pero ya termino

—Tengo que ir a arreglar todo para irnos —Se puso de pie y salió

—¿Qué paso?

—Nada, no paso nada

Llegamos al amanecer, eran las siete de la mañana, cuando el avión aterrizó, estaba exhausta, no había podido dormir en todo el vuelo que duro cinco horas hasta Ivalo

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

Llegamos al amanecer, eran las siete de la mañana, cuando el avión aterrizó, estaba exhausta, no había podido dormir en todo el vuelo que duro cinco horas hasta Ivalo.

Bajamos del avión cada uno con su maleta, los guardaespaldas se habían quedado en Italia, supongo que Alessio les daba unas razones muy convincentes a la hora de cambiar de ambiente.

PassioneDonde viven las historias. Descúbrelo ahora