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Había llegado ayer, Ed había estado buscando algún rastro de los soldados o de Ivo, los nervios estaban al cien con cada ataque que ocurrió esa semana, teníamos que reunirnos los líderes y declarar emergencia. Pero nadie se pronunciaba, el presidente estaba igual de nervioso.

—Bien, creo que es hora que te dé una revancha

Mire a Cronos, estaba parado frente a mi sonriente.

—Esto no será como la vez anterior

—Eso quiero ver

Me puse de pie, y taco, salte sobre la mesa esquivándolo.

—Nada mal cariño

Salte encima de él, quedando atrás, se volteó y volvió atacar, no que de atrás, y seguí, lo lleve al suelo, sacando una daga de mi espalda y poniéndosela en el cuello. Levante la mirada y vi que nos apuntaban.

—Está bien tú ganas, linda

Nos pusimos de pie, y guardé la daga y el resto bajo las armas.

—Excelente cariño

Estábamos muy cerca, demasiado cerca.

—Eres una tentación, pero no puedo —Miro detrás de mí —No es la mejor venganza Maléfica, está sufriendo

—No lo veo haciendo algo

—Ahí viene

—¿Qué carajos hace? —Me separo de él, me solté de su agarre. Miro a Cronos

—¿Qué te importa a ti? —Me miro

—No juez con fuego Rouses, porque no sé que soy capaz

—¿No tienes alguna chica a quien besar?

—No me tientes Rouses

—No hago nada

—Estaba por irme —Intervino Cronos —Hablaremos luego

Camine de regreso a la mesa, tome mis cosas.

—Mañana no podré venir —Mire a mi padre —Debo ir a una cena en París, vendré el miércoles

—Está bien

Camine hasta el auto, pero Alessio me intercepto, lo mire y pase por su lado.

—¿Que carajos te pasa?

—Nada —Respondí mirándolo a mi lado —¿Necesitas algo?

—Que me escuches por Dios —Me dé tuve —Sé que cometí un error y estoy pagando por ello joder, pero no es para que te refriegues con ese idiota delante de mí

—¿No es eso lo que hago?

—¿Es que no me perdonaras?

—Si tan mala persona crees que soy, ¿Por qué estás conmigo Alessio? Si me parezco a Regina, solo hago lo que dices comportarme como lo que soy

Me sujeto de la cintura, atrayéndome hasta él, me tomo del cabello, lo miré enojada.

—Suéltame

—Tú eres mía, mi esposa, joder, me vuelves loco

—Lástima, tú no eres mío

—Lo soy, cada centímetro de mí te pertenece, tengo tu maldito nombre en mi pecho y en mi alma —Me sujeto fuerte, besándome, me arrimo al auto, mientras intentaba apartarlo, pero era imposible —Te amo joder —Dijo separándose de mí

—Bien por ti, ahora quítate de mi camino que llevo prisa —Me miro

—Tú no eres mi esposa —Lo miré —Tú no eres mi Rouses

PassioneDonde viven las historias. Descúbrelo ahora