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Tenía la cabeza apoyada alado de la ventana mientras el viento golpeaba mi cara, los mechones de mi trenza volaban, tenía las piernas encogidas. Giro el auto y entramos a un camino de tierra, hasta que se estacionó, no dije nada, escuche como se bajó del auto, mire la playa y a él caminar por la orilla, lanzó una barra, debía despedirme, debía hacerlo, debía de alguna forma decirle adiós. Baje del auto y camine, él estaba de espaldas, estaba lanzando piedras, tome una y lance.

—Pensé que no te bajarías del auto —Menciono sin mirarme

—Estás enojado —No dijo nada —Bien —Me di la vuelta para marcharme, pero me tomo de la cintura y me puso frente a él mirando al mar, beso mi cabeza

—Es hermoso, me gusta el cielo gris y el mar

—Eso es muy triste

—No lo es cuando estás a mi lado —Sonreí

—¿Por qué no lo haces fácil? —Pregunte dándome la vuelta en sus brazos —Eres un tramposo

—Cariño, sabes que lo soy y soy muchas cosas peores, pero tú me amas —Lo mire

—Eso crees

—No creo lo sé

—¿Cuándo apareció el egocentrismo? —Pregunte, él sonrió y lo abracé —Eres lo más importante en mi vida, junto a mi familia y lo serás siempre, siempre

—Tú eres mi familia Rouses, tú, Erick y Máximo, no necesito a nadie más en mi vida, si estás en ella —No podía decirme eso, no ahora. Subí a él enrollando mis piernas alrededor de su torso —Ya dímelo

—¿El qué? —Me miro y lo bese, él me acerco más a él tomándome desde mi cadera, apretó mi trasero —Oye —Proteste separándome un poco, se rio de mí, yo escondí mi cara en su cuello

—Hay mi nena —Me bajo —Debemos irnos si no quieres que no quieres ir por la carretera en la noche —Asentí

El viaje fue más ameno, claro que no dijimos nada, pero el ambiente estaba más tranquilo, tenía mi mano entre la suya, mientras tarareaba la canción de la radio.

El viaje fue más ameno, claro que no dijimos nada, pero el ambiente estaba más tranquilo, tenía mi mano entre la suya, mientras tarareaba la canción de la radio

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Alessio

Se había quedado dormida, su cabeza en mis costillas, cuando llegue la saque primero y la deje sobre la cama, parecía el más hermoso ángel, cuando regrese por las cosas ella estaba saliendo del baño, media adormilada.

—Te aplasté las costillas, lo siento —Se disculpó fregándose los ojos —Lo siento

—Sobreviviré —Aclare dejando las cosas sobre la mesa y me senté en la cama, ella vino hacia mí y se sentó en mi regazo, beso mi mejilla y después mi frente

—Dijiste que Sídney quedaba a tres días

—Bueno, me equivoqué —Sonrió

—Los mapas no son lo tuyo —Negó —Ni la navegación

PassioneDonde viven las historias. Descúbrelo ahora