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El avión aterrizó en Svalbard, Noruega, un auto nos esperaba en la pista, subimos a él y nos dirigió a nuestro destino, que eran dos horas a pie después de llegar. La caminata se hacía pesada por los abrigos y botas que utilizábamos, a la cabeza iban Esteban, junto a Ángelo y Maritza, yo iba con Alessandro, estaba callado y no es que hablara mucho, pero parecía más pensativo de lo usual.

—¿La has visto? —Me miro —A Ángela —Aclare —¿La has visto?

—Sé que se casó, tiene lo que siempre quiso una familia, cumplirá cuarenta y dos este año, su hijo debe tener síes, tal vez cinco

—¿Te arrepientes? —Negó

—Yo nunca había podido darle esa vida a ella, la casa, el jardín, los hijos —Estaba condenado al infierno hasta que llegaste y te convertiste en mi ángel, me enseñaste que hay muchas formas de amar y la única forma que podía hacerlo es como padre

—Aún sigo molesta contigo —Sonrió

—No esperaba menos

—Pero ya no quiero estarlo —Me detuve —Necesito a mi padre, a ambos padres

—Ya los tienes y no nos iremos

Llegamos a una casa entre la nieve y montañas, más bien era un tipo de búnker para no morir de frío, al llegar todos me miraron

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Llegamos a una casa entre la nieve y montañas, más bien era un tipo de búnker para no morir de frío, al llegar todos me miraron. Camine hasta la puerta, pero no fue necesario tocar, esta se abrió y un hombre de barba y con cabello largo abrió, él solo me miro de pies a cabeza y después cerro la puerta, regrese a ver a los demás.

—¿Dejarás que nos congelemos? —Pregunto Maritza

—Bruno abre la puerta —Nada —Por favor es importante

—Te dije que nunca vinieras si no era sola Rouses —Hablo —Te dije que no quería regresar y es lo qué quiere que regrese, vete no pienso salir de aquí

—Por favor es urgente, eres el único que puede ayudarme, no conozco a nadie más tan inteligente y que pueda hacerlo

—Apuesto que puedes hacerlo tú

—Pero yo no soy neurocirujano —Aclare —Por favor —La puerta se abrió y él me miro

—¿Tienes algún tumor o estás embarazada?

—No a las dos preguntas —Explique, le extendí la carpeta, él la miro y la tomo —¿Podemos pasar? —Asintió

El lugar estaba impecable, muy ordenado y aseado, era una maravilla.

—Este lugar es increíble —Puntualizo Maritza

—Bruno —Mencionaron Alessandro y Ángelo al entrar

—Maldita sea, ¿son inmortales o algo por el estilo? —Pregunto sentándose y mirando los documentos dentro de la carpeta

—¿Cómo conoces a este tipo?

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