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Mi abuela no estaba feliz con los invitados por navidad, que pasaríamos en Liguria. Zayden, sus padres y su hijo, junto a la familia Williams, se nos unió Paulina. Ella celebraría su primera navidad, al igual que Máximo estaba emocionadísima.

Yo aún recordaba mi primera navidad con los Williams​​, no fue mal, es más, me gusto el calor que desprendían, y el amor, quería eso para Máximo, quien miraba todos los adornos previamente colocados con ilusión.

A pesar de ser navidad, tenia trabajo y vaya que era bastante, muy amablemente, Esteban se había llevado a todos, excepto a Zayden y mi abuela, a dar una vuelta por el lugar. La gente del servicio iba de un sitio a otro preparando comida y las bebidas para la noche, como buena Italiana, mi abuela nos haría rezar la novena y después cenaríamos.

Estaba respondiendo correos y revisando documentos cuando entro.

—Y tu novio ¿Dónde está?

—Sabes que ya no es mi novio —Ella se sentó

—Dejaste que Regina te manipulara ¿Por qué?

—Porque no había forma de ganar

—Si la había

—¿Cómo?

—Exponiéndola Rouses, a ella y su cómplice

—No era suficiente, Alessio se iba a ver igual de perjudicado

—No mucho —Mire a tras de ella estaba Zayden, su semblante empeoraba y todos lo notaban, pero nadie decía nada —Pudiste ganar tiempo si...

—Si le decía, Alessio lucho por su empresa, dejo sangre y sudor ahí

—Bueno, espero que no te importe los e invitado —Mire a Zayden —No lo mires acabo de decirle, por cierto los dos tienen que explicarme mucho —Se puso de pie

—¿Por qué lo has hecho?

—Porque una Fosti, nunca me dirá que hacer, ni me prohíbe cosas

Salió u Zayden se sentó, sujeto mi mano sobre el escritorio y la apretó.

—¿Quién vendrá?

—Toda la familia, no sé cuanto se quedaran Rouses

—No termino bien —Me miro —Zayden

—Estoy aquí para ti Rouses, pero no puedes dejarlo así, encontraremos la forma

—No creo que haya una

—Es la época de las posibilidades, ten fe

La gran casa estaba a rebosar de personas, esperaba con impaciencia la llegada de los Caruso, mi abuela llego con su bastón, y se paró a mi lado

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La gran casa estaba a rebosar de personas, esperaba con impaciencia la llegada de los Caruso, mi abuela llego con su bastón, y se paró a mi lado. Un auto llegó, los Caruso bajaron, Nicolás sonrió, de su brazo venía Dalia quien estaba más hinchada, detrás dos pequeños niños. Tomas con su novia y Alessio, quien venía solo.

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