CAPITULO 7

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No sabía cómo carajos empezar a arreglar a Rebeca para dormir sin parecer un jodido pervertido.

La había llevado a su habitación, pero no sabía cómo proceder con la ropa. Por suerte no tuve que pensarlo demasiado.

Me encontraba sentado frente a la cama, cuando la figura de Rebeca comienza a dar vueltas por las sábanas.

-Demonios, mi cabeza da vueltas- Susurra a la nada.

Me quedo quieto en mi lugar, observándola dar tumbos y maldiciendo por toda la habitación.

-¡No alcanzo el cierre!- Gimotea, cayendo sobre la cama.

-¿Te ayudo?- Le pregunto a la vez que me detengo frente a ella.

Suelta un grito de sorpresa cayendo de nuevo sobre el suelo.

-¿Miller?

-¿Esperabas que fuera alguien más?- La ayudo a levantarse, dejándola sobre sus pies.

-No, claro que no- Se apresura a contestar.

-Bien, no me gusta compartir.

Ignora mi comentario deliberadamente.

-¿Qué haces aquí?

Yo me hacía la misma pregunta.

-Asegurarme de que seguías respirando.

-¿Seguro?- Gatea hasta mi lentamente, dándome una excelente vista de su escote- Porque yo creo que viniste por más de esto.

Toma mis manos colocándolas sobre sus caderas, pegando su cuerpo al mío. La altura que le brinda la cama la deja frente a mi rostro, mezclando nuestro aliento.

-Rebeca, estás borracha...

-¿Y eso qué?, lo hicimos hace un rato y no parecía importante.

-Eso fue diferente. No estabas tan borracha como ahora.

-Por favor Miller, te necesito- Restriega sus pechos contra mí, poniéndomela dura en cuestión de segundos.

Niego.

-No, preciosa.

-¿Por qué?- Me lanza una mirada triste mientras hace un puchero.

-Porqué nena, quiero que recuerdes cada una de las veces que esté dentro de ti- La estrechó entre mis brazos, hablando en su cuello- Cada palabra, cada caricia, cada vez que te dejes ir. Quiero que lo recuerdes todo.

Rebeca lo considera.

-¿Es tu decisión final?

-Si.

¿Si?

Mi polla estaba a punto de explotarme y a mi no podía importarme menos.

Bueno, eso no era del todo cierto.

-Bien, tú te lo pierdes- Dice levantándose de la cama y dándome la espalda- ¿Podrías al menos ayudarme a bajar el cierre?, no lo alcanzo.

De alguna manera sabía que era una clase de trampa por su parte, pero eso no impidió que la sujetará de la cadera y deslizará el cierre del vestido, dejando la piel de su espalda expuesta.

-Dios, Rebeca...

Acomodo su cabello sobre su hombro, dejando besos húmedos sobre su piel, notando como la piel comenzaba a erizarse tras mi paso.

Sus manos deslizan la tela sobre su cuerpo, hasta ser un charco oscuro a sus pies.

La ayudo a salir de la tela, quedando completamente desnuda ante mi. Mis ojos se mantenían fijos en su nuca, sabiendo que si miraba más allá de su espalda, mis buenas intenciones estarían perdidas.

The BossDonde viven las historias. Descúbrelo ahora