CAPITULO 40

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Estaba tan acostumbrada al abandono que no sabía que hacer con la gente que se quedaba.

Primero habían sido mis padres.

Después le siguieron los chicos que me utilizaron para sus propios fines para luego botarme cómo basura.

Por lo que aprendí a muy temprana edad que era mejor abandonar, que ser abandonado.

Por eso aquellos a los que abandoné en el camino se quedaron en el pasado, y yo estaba bien con eso.

Es por eso que me encontraba tan confundida en éste momento.

Ethan estaba frente a mi, no menos de medio metro. Nos encontrábamos dentro de la tina, yo tenía mis piernas contra el pecho, observándolo fijamente.

Ethan tenía un feo corte en el labio inferior y bolsas oscuras bajo los ojos. La mirada enloquecida había desaparecido hace un rato, siendo reemplazada por una vacía que me hacía desear que la ira volviera.

No sabía con exactitud cuanto tiempo llevábamos dentro de la bañera, pero intuía que había pasado un tiempo, pues el agua que inicialmente estaba caliente, ahora se encontraba fría, calando hondo en mis huesos.

No me había dirigido la palabra en todo ese tiempo, lo que me ponía nerviosa, pues Ethan era un hombre que nunca cerraba la boca.

Y eso había sido lo primero que me hizo enamorarme de él.

Amor.

Incluso la sola mención de la palabra me daba algo de pánico.

Amar a otra persona implicaba mucho de por medio.

De por sí resultaba demasiado trabajo amarse a sí mismo, y aún así los demás esperaban que te entregarás por completo a otra persona.

El silencio me estaba volviendo loca, por lo que tomo una botella de exfoliante y comienzo a esparcirlo por mis piernas, tratando de distraerme.

Mi vista estaba fija en los granos de azúcar que se adherirá a mi piel, pero aún así era consciente de que los ojos de Ethan estaban fijos en mí, sin perderse ni uno solo de mis movimientos.

-¿Intentas distraerme?- Murmura con voz ronca.

Dejo de masajear mis hombros al escuchar su voz.

Trago saliva.

-De hecho, trato de distraerme a mí.

-¿Y funcionó?

Meneo la cabeza, dejando que algunos rizos caigan por mis sienes.

-No, pero creo que te estoy distrayendo a ti.

Me relamo los labios al notar la prominente erección sobresaliendo del agua. Ethan frunce el ceño antes de cubrirse con la mano, haciendo una mueca.

-¿No tienes ganas?

Me mira incrédulo.

-Lo siento si no estoy de humor después de que me terminarán por un puto mensaje.

Hago una mueca, retorciendo las manos por el nerviosismo.

-Supongo que sigues molesto.

-¿Tú crees?- Responde molesto.

Suelto un suspiro.

-Lo siento mucho, Ethan.

-¿Porqué?

Ruedo los ojos.

-No es momento para ser un imbécil. Ya dije que lo siento.

-No estoy siendo un imbécil. Quiero que expliques porqué diablos te estás disculpando.

The BossDonde viven las historias. Descúbrelo ahora